It felt believable because it was familiar
“La artista que engaรฑรณ a miles”, insistieron las cabezas de los periรณdicos cuando por fin se destapรณ la noticia. La cuenta de Instagram de Amalia Ulman era un performance, y no el รกlbum digital de su vida privada. “¿Es cierto lo que se dice de Amalia? Es taaaaan triste”,[1] comentรณ uno de los 88,000 defraudados usuarios que habรญan seguido sus publicaciones entre abril y septiembre de 2014. Los mรกs de 400 posts no reflejaban los miedos, deseos, dudas, alegrรญas y tristezas de Ulman. Para muchos debiรณ haber sido devastador. Amalia se autorretrataba, todavรญa en piyama y frotรกndose los ojos, para darle los buenos dรญas a sus followers. Fotografiaba los corazones de chocolate que flotaban en la espuma de su capuccino y las tostadas con fruta que comรญa de desayuno. Subรญa videos “por error” mientras se arreglaba el vestido y el cabello –oops– o compartรญa su nuevo outfit. Incluso involucraba a sus seguidores en las engorrosas decisiones que debรญa tomar para mejorar su aparencia personal. “Yay or nay?” preguntรณ un dรญa acerca de sus uรฑas (las habรญa decorado con stickers de mariposas). Ulman tambiรฉn celebraba la ropa de marca, los viajes exรณticos, los gatitos y los conejitos frente a los insoportables haters. “Amo la ropa que uso, las cosas que hago y la manera en que vivo”, escribiรณ en uno de tantos posts que animaron a sus seguidores, quienes participaban –sin saberlo–en la que ahora es conocida como la primera obra maestra en Instagram.
Es fรกcil inscribir Excellences & Perfections en la historia del arte feminista. A mediados de la dรฉcada de los 70, Hannah Wilke encarnรณ los gestos y las poses tรญpicos de la sensualidad femenina ante un grupo de hombres que mascaban un pedazo de chicle mientras le coqueteaban. Despuรฉs del performance, Wilke recuperรณ los chicles, se los pegรณ en el cuerpo y se autorretratรณ en S.O.S. Starification Object Series. El tรญtulo es un atinado juego de palabras entre la escarificaciรณn y el estrellato (en inglรฉs, starification es una reformulaciรณn de scarification). Para agradar, para ser popular –revelรณ esta obra–, hay que ajustarse a los modelos de lo femenino dictados por nuestra cultura: cada chicle representรณ la mirada de aprobaciรณn de un hombre. Por su parte, entre 1977 y 1980, Cindy Sherman publicรณ Untitled Film Stills, una serie de 70 estereotipos de la mujer: la sexy ama de casa, la chava profesional, la chica soltera, la que sale de viaje con sus amigas, la que se arregla antes de una cita y la que se queda en cama esperando que un hombre le regrese la llamada. Y, en el 2014, Ulman recuperรณ los personajes de Wilke y Sherman, demostrando que subsisten en la era digital.
Sin embargo, a diferencia de sus antecedentes, Excellences & Perfections pudo registrar los comentarios del pรบblico. No es cosa menor: los performances buscan involucrar a los espectadores, pero pocas veces se leen sus reacciones y respuestas como parte integral de la obra. En este sentido, Instagram resultรณ ser la plataforma perfecta. En un primer momento, las selfies proponen diferentes representaciones de “la mujer”; en el segundo, los usuarios las aplauden o las censuran: la dinรกmica del gรฉnero queda expuesta en su totalidad. Un dรญa, por poner un ejemplo, Ulman subiรณ una foto de sus senos despuรฉs de haberse practicado una cirugรญa para aumentar su tamaรฑo. Enseguida, una usuaria le escribiรณ: “Operarte los senos no te va a cambiar la cara. Necesitas operarte la cara”; otro opinรณ que Ulman debรญa hacer lo que la hiciera feliz y le mandรณ “ultra buenas vibras” para su pronta recuperaciรณn, y uno mรกs posteรณ: “solรญa tomarte en serio como artista hasta que descubrรญ, vรญa Instagram, que tienes la mentalidad de una puta de cinco aรฑos de edad”. A partir de estas aprobaciones y rechazos, Excellences & Perfections muestra a quรฉ grado regulamos la identidad de gรฉnero. Aplaudimos unas expresiones, censuramos otras. Abanderamos la libertad de expresiรณn pero, en la prรกctica, sรณlo toleramos lo “apropiado”, descalificando todo aquello que se sale del script de gรฉnero.
Por si fuera poco, Excellences & Perfections identificรณ una narrativa emocional que las mujeres solemos asumir. Al final del primero acto,Ulman se separรณ de su novio. “No estรฉs triste porque terminรณ, sonrรญe porque [esto] fue parte de tu vida. Despuรฉs de tres aรฑos juntos, creo que es tiempo de seguir adelante. Hubo momentos buenos y malos, pero recordarรฉ los mejores. La vida sigue”, escribiรณ junto a suรบltima foto de pareja. En los siguientes posts, Ulman hizo pรบblica su tristeza(en un par de videos, aparece llorando), compartiรณ un par de captions melodramรกticos (“claro que puedo borrar tus fotos, tus mensajes, tu nรบmero de telรฉfono, ¿pero cรณmo borro tu rostro, tu voz y nuestros recuerdos?”) y, finalmente, descendiรณ por un rรกpido camino de “autodestrucciรณn”. Cambiรณ la sensualidad pรกlida y rosa de sus primeras fotos por gorras de rapero, leggings con estampado de leopardo y mucho twerking–porque esta es la sexualidad mรกs desafiante a la que pueden aspirar las chicas blancas y heterosexuales decentes. En el รบltimo acto, una arrepentida Ulman se disculpรณ con sus seguidores (“Queridos todos: Me portรฉ mal. Cometรญ muchos errores. No estaba en el mejor momento de mi vida. Mi familia me rescatรณ. Ahora me siento mejor”) y se reencontrรณ por medio de la meditaciรณn, el yoga, la decoraciรณn de interiores y un nuevo amor –#namastรฉ.
A pesar del desencanto –¡del duelo!– que padecieron sus seguidores, Excellences & Perfections no es un engaรฑo ni una sรกtira, sino un performance que expuso que los usuarios de las redes sociales reparten likes, comparten posts y escriben comentarios cuando el contenido les resulta conocido y poco amenazante. Por ejemplo, nos gusta la narrativa que va del amor al desamor y de la autodestrucciรณn a la recuperaciรณn porque podemos anticipar el siguiente capรญtulo (o bien, la siguiente etapa de nuestras vidas). Al respecto, Cadence Kinsey, investigadora del University College de Londres, sacรณ una conclusiรณn escalofriante: “sentimos que era creรญble porque nos era familiar”. Esto implica que nuestros unfollows terminan marginando a las identidades a las que no nos hemos acostumbrado –y que pueden ser subversivas o simplemente un poco distintas. Instalados en la tiranรญa de nuestros gustos, y en defensa de nuestra comodidad, alejamos las expresiones que nos confunden.
Tampoco tiene sentido preguntarse por la verdadera personalidad de Ulman. No vale la pena saber si se identificรณ con uno o varios de sus posts. Siguiendo a Michel Foucault y a Judith Butler –ambos, filรณsofos postestructuralistas– no existe un “yo” autรฉntico que debamos liberar de la represiรณn de nuestros familiares, amigos y conocidos. Aunque sintamos que los impulsos, ideas, emociones y opiniones que nos pasan por la cabeza son “nuestros”, lo cierto es que buena parte de ellos son producto de los discursos disponibles en nuestra sociedad. Asรญ, el sujeto no se opone a la cultura, sino que estรก definido por ella. Por lo tanto, puede ser que la trama que va del amor al desamor y de regreso al amor no sea un reflejo de nuestras experiencias –ni de nuestros gustos–, sino una historia que reproducimos en automรกtico, un guion que creemos nuestro pero que en realidad se nos impone.
Tengo para mรญ que Amalia Ulman debiรณ haber sido un bot. Y es que cuando el gรฉnero se nos vuelve una profecรญa autocumplida, nuestra identidad termina siendo el algoritmo de las tendencias mรกs populares.
(Ciudad de Mรฉxico, 1986) estudiรณ la licenciatura en ciencia polรญtica en el ITAM. Es editora.