La libertad de expresiĆ³n arraigĆ³ tardĆamente en el orbe hispano. Nuestra tradiciĆ³n era otra, no una plaza pĆŗblica sino una fortaleza cerrada a la disidencia y a la crĆtica. A fines del siglo XVIII, la libertad de expresiĆ³n comenzĆ³ a tocar las puertas de esa fortaleza. Y las tocĆ³ hasta derribarlas justo aquĆ, en CĆ”diz, hace doscientos aƱos. Aquella ConstituciĆ³n animĆ³ el nacimiento de nuestros primeros diarios independientes, vertebrĆ³ legalmente a nuestras primeras repĆŗblicas y fincĆ³ la tradiciĆ³n liberal, que sigue siendo el fundamento mejor de nuestra civilizaciĆ³n.
Las dictaduras militares del siglo XIX en HispanoamĆ©rica abominaron de la libertad de expresiĆ³n, y no les faltaban razones. Ante ellas se alzĆ³ siempre la prensa liberal, con sus feroces caricaturas, sus sonetos satĆricos, sus incendiarios artĆculos y sus grandes prosistas. Periodistas y escritores pĆŗblicos fueron todos: Alberdi, Montalvo, Sarmiento, Mora, GonzĆ”lez Prada, MartĆ. Muchos sufrieron cĆ”rcel y ostracismo, otros la muerte misma. Pero persistieron en su vocaciĆ³n de libertad.
Con el arribo del siglo XX, la libertad de expresiĆ³n se consolidĆ³ en los paĆses de mĆ”s honda vocaciĆ³n democrĆ”tica como Chile, Costa Rica, Uruguay, la propia Colombia, entre otros. Ahora mismo, circulan periĆ³dicos que han cumplido hasta un siglo y medio de existencia ininterrumpida. Esos diarios histĆ³ricos son monumentos vivos a la libertad.
El siglo XX trajo tambiĆ©n la radio y la rebeliĆ³n de las masas, y del contacto entre ambas surgiĆ³ un nuevo gĆ©nero de dominaciĆ³n que partĆa del carisma trasmitido mediante un micrĆ³fono para propagar la verdad oficial. QuizĆ” el primer caso latinoamericano fue el de Juan y Eva PerĆ³n, lĆderes populistas que se sentĆan llamados por la Providencia para redimir al pueblo. Una sola fuerza se les oponĆa, la libertad de prensa. Por eso la combatieron.
Aquel experimento argentino fue un juego de niƱos comparado con el inverosĆmil Fidel Castro. Antes del triunfo de la RevoluciĆ³n, los grandes periĆ³dicos de Cuba cubrĆan un espectro amplio, desde la visiĆ³n catĆ³lica hasta la liberal y socialista. MĆ”s tarde, la opiniĆ³n pĆŗblica en Cuba languideciĆ³ hasta casi morir, porque al privar a los ciudadanos de la libertad de prensa se les privaba tambiĆ©n de los medios elementales para comparar realidades y formar juicios propios. El lĆder se convertĆa Ć©l mismo en la agencia de noticias, la nota editorial, el intĆ©rprete del mundo, el periĆ³dico del dĆa. El daƱo provocado a varias generaciones ha sido profundo, pero no irreversible. Repararlo serĆ” tarea de los escritores y periodistas libres de AmĆ©rica Latina.
Tampoco las dictaduras militares que han plagado al continente fueron, en absoluto, tolerantes con la prensa libre. Todo lo contrario. En Chile y Argentina, los generales genocidas reprimieron a los disidentes, cerraron diarios, torturaron y mataron periodistas. Ahora Chile goza de una libertad de expresiĆ³n irrestricta, pero Argentina parece haber vuelto a los tiempos en los que las opiniones distintas o adversas a la Casa Rosada debĆan acallarse o suprimirse. Se trata de una involuciĆ³n absurda –la censura en tiempos del Twitter– pero tambiĆ©n trĆ”gica, porque el populismo parece haber inoculado en muchos argentinos una servidumbre voluntaria.
La situaciĆ³n argentina lleva a un fenĆ³meno mĆ”s amplio, presente en Ecuador, Bolivia, Nicaragua y sobre todo en Venezuela. Estos regĆmenes no son dictaduras abiertas ni totalitarias. Son regĆmenes populistas. Pero no nos engaƱemos: el populismo es una antesala de la dictadura, una adulteraciĆ³n de la democracia cuyo designio final es ahogar por asfixia a la democracia. ChĆ”vez no cerrĆ³ diarios histĆ³ricos pero sĆ expropiĆ³ a la empresa independiente RCTV y ha gastado recursos inimaginables en la promociĆ³n de su imagen bolivariana y mesiĆ”nica. Con todo, en ese ambiente hostilidad, la libertad de expresiĆ³n sobrevive en diarios como El Nacional, en revistas como Tal Cual.
En Ecuador, el presidente Correa ha demandado por difamaciĆ³n al periĆ³dico El Universo y ha aparecido en fotos destrozando un ejemplar con sus poderosas manos. Frente al conflicto especĆfico de un diario que critica con severidad y hasta con saƱa a un gobernante, la Suprema Corte de Justicia en MĆ©xico ha venido legislando de manera ejemplar. El argumento principal para sostener el derecho a la libertad de expresiĆ³n es la relevancia pĆŗblica del protagonista, en este caso del gobernante. A mĆ”s relevancia, mayor la necesidad pĆŗblica de conocimiento, informaciĆ³n y crĆtica, asĆ sea Ć©sta severa o injusta.
En MĆ©xico ha aparecido un poder que actĆŗa en la impunidad y la sombra, que no tiene ideas ni ideales, sĆ³lo intereses e instintos, y que por su naturaleza no tolera estar sujeto a ningĆŗn escrutinio. Es el poder del narcotrĆ”fico y el crimen organizado. El problema es de MĆ©xico, de AmĆ©rica Latina, de Estados Unidos y del mundo. Nos enfrenta de nueva cuenta al Mal absoluto de que hablaba Hannah Arendt. En algunas regiones de mi paĆs, el periodismo se ha vuelto una actividad no sĆ³lo riesgosa sino imposible. En los viejos tiempos del PRI, por conveniencia o miedo, un sector de la prensa se autocensuraba, pero ahora, en un MĆ©xico democrĆ”tico, hay periodistas que deben optar por el silencio o la muerte. Y sin embargo, muchos de ellos siguen cubriendo la realidad, como reporteros enviados al infierno.
A doscientos aƱos de la ConstituciĆ³n de CĆ”diz, nuestros diarios tienen varias tareas pendientes: restituir el ejercicio de la libertad ahĆ donde ha sido conculcado, defenderlo donde estĆ” amenazado (por el poder polĆtico o el crimen organizado), pero tambiĆ©n enriquecerlo con un sentido profesional y Ć©tico, para que nunca supedite la bĆŗsqueda de la verdad a los intereses materiales.
EspaƱa y AmĆ©rica han recorrido un largo camino en defensa de la libertad. Y la prensa –que nos convoca ahora– ha sido una protagonista central en esa hazaƱa. Por eso comprenderĆ”n ustedes la emociĆ³n que siento –como escritor liberal– en estar aquĆ, en este marco histĆ³rico, en este aniversario. Creo que la buena prensa es una misiĆ³n. Creo en el periĆ³dico nuestro de cada dĆa, esa flor de tinta y papel que muere y renace la maƱana siguiente.
Y recibo con agradecimiento este Premio Chapultepec 2012 que otorga la Sociedad Interamericana de Prensa. Me compromete a honrarlo, sirviendo al Ćŗnico dogma que admite la crĆtica de sĆ mismo: el dogma de la libertad.
* VersiĆ³n del discurso de agradecimiento por el Gran Premio Chapultepec 2012 que otorga la Sociedad Interamericana de Prensa.
LeĆdo en CĆ”diz, el 22 de abril de 2012.
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial ClĆo.