Los antropĆ³logos, dueƱos de la cultura

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Los administradores del imperio britĆ”nico no estudiaban administraciĆ³n, sino griego. Lo dice Ortega y Gasset en Una interpretaciĆ³n de la historia universal, y lo confirma Leonard Woolf, que estuvo siete aƱos en el gobierno de CeylĆ”n, antes de casarse con Virginia Stephen: ā€œNo hacĆ­amos otra cosaā€ que estudiar a los clĆ”sicos. P.N. Furbank explica que la educaciĆ³n de Woolf ā€œestuvo centrada en los clĆ”sicos griegos y latinos; indispensables, como todos estaban de acuerdo, para un joven que aspira a gobernar en las colonias, o hacer cualquier otra cosa en el servicio pĆŗblicoā€ (The New York Review of Books, 21 XII 06).

AsĆ­ empezĆ³ tambiĆ©n la antropologĆ­a universitaria: por el estudio de las lenguas, textos, objetos y monumentos de la AntigĆ¼edad griega y romana. Leyendo a HerĆ³doto y Esquilo, estudiando sĆ­mbolos y mitos, analizando el derecho romano, Johann Jacob Bachofen vio rasgos contradictorios con las instituciones patriarcales de Grecia y Roma; los interpretĆ³ como vestigios de un derecho anterior, y postulĆ³ el matriarcado como una etapa previa de la humanidad.

Las lecturas interpretativas se extendieron a los testimonios de los primeros ā€œantropĆ³logosā€ de campo: los misioneros, navegantes, militares, comerciantes y otros viajeros; asĆ­ como a los archivos de la administraciĆ³n imperial. De ahĆ­ salieron los libros de James Frazer, un filĆ³logo clĆ”sico que leyĆ³ inmensamente y viajĆ³ poco. Finalmente, los antropĆ³logos viajaron para estudiar en vivo a las comunidades Ć©tnicas. El imperio apoyaba el estudio de las lenguas y culturas indĆ­genas como algo Ćŗtil para administrar las colonias.

Bachofen (1815-1887) publicĆ³ El matriarcado.Una investigaciĆ³n sobre la ginecocracia en el mundo antiguo, segĆŗn su naturaleza religiosa y jurĆ­dica, en 1861. Fue leĆ­do y celebrado por Lewis H. Morgan (1818-1881), cuyo libro La sociedad antigua. Investigaciones sobre el progreso humano desde el salvajismo y a travĆ©s de la barbarie hasta la civilizaciĆ³n (1877) fue leĆ­do y celebrado por Marx y Engels. En 1884, Engels (1820-1895) publicĆ³ El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, aprovechando la tesis de Morgan.

Frazer (1854-1941) publicĆ³ la primera versiĆ³n de La rama dorada. Un estudio de la magia y la religiĆ³n en 1890, que ampliĆ³ en ediciones sucesivas porque resultĆ³ un bestseller. Hay que tomar en cuenta que, en 1900, el nĆŗmero total de estudiantes universitarios en Inglaterra andaba por los 20,000; que sĆ³lo el 2% de los miembros del Royal Anthropological Institute eran antropĆ³logos universitarios (como Frazer, que se pasĆ³ la vida en el Trinity College); y que Ć©stos, como los otros, escribĆ­an para el lector culto, no sĆ³lo para los colegas (Henrika Kuklik, The social history of British anthropology, 1885-1945). De igual manera, tanto Bachofen, que fue profesor (de derecho romano en Basilea), como Morgan, Marx y Engels, que no lo fueron, publicaban para el pĆŗblico.

Ɖmile Durkheim (1858-1917) y su sobrino Marcel Mauss (1872-1950) publicaron Algunas formas primitivas de clasificaciĆ³n en 1902; y Mauss, Ensayo sobre el don en 1924. Estaban adscritos (universitariamente) a la sociologĆ­a. Por entonces, no habĆ­a ninguna cĆ”tedra antropolĆ³gica en las universidades francesas, segĆŗn Claude LĆ©vi-Strauss (De prĆØs et de loin, conversaciones con Didier Eribon); aunque, segĆŗn James Urry (Alan Bernard y Jonathan Spencer, Encyclopedia of social and cultural anthropology), la primera asociaciĆ³n de antropĆ³logos fue francesa: la SociĆ©tĆ© des Observateurs de lā€™Homme, fundada en 1799.

La antropologĆ­a como disciplina universitaria distinta de la filologĆ­a, de la historia natural, de la arqueologĆ­a, de la historia, de la filosofĆ­a de la historia, del folclor, de la sociologĆ­a, se fue constituyendo desde mediados del siglo XIX. Tuvo su apogeo hacia 1970, cuando LĆ©vi-Strauss alcanzĆ³ una celebridad mundial que nunca habĆ­a tenido un antropĆ³logo. La especialidad se extendiĆ³ por muchas universidades del planeta. La American Anthropological Association (www.aaanet.org) dice tener 11,500 miembros de 100 paĆ­ses. Son antropĆ³logos de escritorio, mĆ”s que de campo.

Hubo un problema malthusiano. Los antropĆ³logos se multiplicaban, pero las etnias intocadas por la cultura occidental empezaron a escasear. La oportunidad de ā€œver a los otros como son, cuando sĆ³lo Dios los veā€ fue desapareciendo. Los imperios abandonaron sus colonias. La boga del marxismo llevĆ³ a ā€œdesenmascarar los escritos antropolĆ³gicos como la continuaciĆ³n del imperialismo por otros mediosā€. El turismo masivo devaluĆ³ la proeza de Haber Estado AhĆ­: se redujo a ā€œuna experiencia de postal turĆ­sticaā€. Ahora los antropĆ³logos ā€œescriben sus relatos con los atriles, las bibliotecas, las pizarras y los seminarios que tienen a su alrededorā€. Estar AquĆ­, ā€œcomo universitario entre universitarios, es lo que hace que la antropologĆ­a se lea… se publique, se reseƱe, se cite, se enseƱeā€. (Clifford Geertz, El antropĆ³logo como autor.)

Las tribus tradicionales, despojadas de sus antiguos territorios por las tribus modernas (cuando no obligadas a quedarse para servir), acabaron arrinconadas en lugares de difĆ­cil acceso, donde, al menos, podĆ­an subsistir y conservar su identidad. Los antropĆ³logos llamaron zonas de refugio a estos lugares. Hasta allĆ” viajaban, para hacer estudios de campo. Pero acabaron en sus propias zonas de refugio: las universidades, donde, al menos, pueden subsistir y defender su identidad, haciendo estudios de campus.

SegĆŗn The Perseus Digital Library, que tiene una gran colecciĆ³n de clĆ”sicos en lĆ­nea (www.perseus.tufts.edu), anthrĆ“pologos aparece una sola vez en todo el corpus griego que almacena. Es en la Ɖtica nicomaquea IV, 3, 1125a5. Caracterizando al magnĆ”nimo, AristĆ³teles dice que no es chismoso (anthrĆ“pologos). H. Rackham traduce: ā€œHe is no gossip.ā€ Pero, segĆŗn el Oxford English Dictionary, FilĆ³n de AlejandrĆ­a (que no estĆ” en Perseus) usĆ³ anthropologĆ© para decir lo que hoy llamamos antropomorfismo.

Con este mismo significado, aparece anthropologia en el latĆ­n del siglo XVI, anthropologie en el francĆ©s del XVII, anthropology en el inglĆ©s del XVIII y anthropologĆ­a en el espaƱol del XVIII: ā€œcomo cuando se atribuye a Dios trono, brazos, alegrĆ­a, tristezaā€ (Diccionario de la lengua castellana de la Real Academia EspaƱola, 1726). SegĆŗn Le Robert dictionnaire historique de la langue franƧaise, la palabra anthropologie tuvo significados previos en francĆ©s: ā€œrepertorio de hombres ilustresā€ (1507), ā€œciencia que estudia el alma (psicologĆ­a) y el cuerpo (anatomĆ­a) del hombreā€ (1690), ā€œestudio cientĆ­fico de los caracteres biolĆ³gicos del ser humanoā€ (principios del siglo XIX) y ciencia de lo humano, especialmente ā€œen el dominio socioculturalā€ (hacia 1930, calcado del inglĆ©s). En inglĆ©s, hubo significados previos parecidos; pero, extraƱamente, el OED omite la apariciĆ³n histĆ³rica del actual, que presenta como si ā€œThe science of man, or of mankind, in the widest senseā€ ya estuviera implĆ­cito en los significados previos. El uso actual (ciencia de lo humano) fue anticipado por ethnologie (1787) y ethnographie (1819) en francĆ©s, ethnography (1834) y ethnology (1842) en inglĆ©s, que hoy se entienden como parte de la antropologĆ­a.

La etnografĆ­a es descriptiva, hace inventarios de los rasgos de cada comunidad que estudia. La etnologĆ­a pretende ir mĆ”s allĆ” del inventario, hacer teorĆ­as que conecten los rasgos observados. Kant llamĆ³ Anthropologie a un curso que empezĆ³ a dar en 1772, publicado en 1797 y pronto reeditado (1800), por su amenidad. Pretende ser ā€œun conocimiento del hombre como ciudadano del mundoā€, y se ocupa de los rasgos de los cuatro caracteres, los dos sexos y varios pueblos (alemanes, franceses, ingleses, italianos); asĆ­ como de la imaginaciĆ³n, la memoria, el gusto, las manĆ­as, las pasiones, etcĆ©tera.

Los antropĆ³logos han hecho de la cultura su especialidad; y promueven el criterio de que todo es cultura, lo cual amplĆ­a sus dominios. SegĆŗn el portal de la AAA, ā€œNada de lo humano es ajeno a la antropologĆ­aā€. Hay disciplinas afines, pero ā€œĆŗnicamente la antropologĆ­a trata de comprender el panorama completo de la existencia humana en el espacio geogrĆ”fico y el tiempoā€, ā€œdesde sus comienzos, hace millones de aƱos, hasta hoyā€. ā€œActualmente, la mitad de los doctores en antropologĆ­a trabajan profesionalmente fuera de las universidadesā€, y lo que pueden hacer en diversas ocupaciones dentro de la economĆ­a global parece no tener lĆ­mite. Lo confirma Clifford Geertz (entrevistado en JAC 11.2, disponible en lĆ­nea): ā€œEl nĆŗmero de cosas que se hacen bajo el nombre de antropologĆ­a es infinito.ā€

Los antropĆ³logos se habĆ­an sentido dueƱos de una sola cultura: la que estudiaban. Lo dice Malinowski, el dĆ­a en que llega a vivir con los tobriandeses, y empieza a fotografiarlos: ā€œFotos. EmociĆ³n de propietario: Soy yo el que los va a describir, el que los va a crear.ā€ (A diary in the strict sense of the term, citado por Clifford y verificable en Amazon, Search Inside: ownership). Pero superaron esa limitaciĆ³n. Ya no se sienten dueƱos de tal o cual cultura, sino de la cultura. Los artistas, escritores, historiadores, filĆ³sofos, sociĆ³logos, lingĆ¼istas, ĀæquĆ© saben de la cultura? Nada. No es su especialidad.

Alfred L. Kroeber y Clyde Kluckhohn hicieron un esfuerzo notable por definir tĆ©cnicamente la cultura. En Culture. A critical review of concepts and definitions (1952), compilaron y discutieron 164 definiciones publicadas desde 1871. Presentan una tabulaciĆ³n significativa. De 1931 a 1940, las definiciones incluĆ­an de uno a cinco criterios (sobre todo tres); pero, de 1941 a 1950, llegaron a incluir hasta seis criterios (sobre todo cuatro); como si la precisiĆ³n fuera difĆ­cil, y consistiera en acumular criterios. Esta vaguedad ya estaba en la definiciĆ³n de 1871: Cultura o civilizaciĆ³n ā€œes ese todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, leyes, moral, costumbres y cualesquiera otras capacidades y hĆ”bitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedadā€ (E.B. Tylor, Primitive culture). Los criterios son tan variados que Kroeber y Kluckhohn tratan de reducirlos a una docena, por ejemplo: grupo, tradiciĆ³n, totalidad, conducta, trasmisiĆ³n no genĆ©tica, valores, estilo. AdemĆ”s, clasifican las definiciones por su Ć©nfasis: descriptivo, histĆ³rico, psicolĆ³gico, estructural, genĆ©tico. Pero la conclusiĆ³n es aplastante: ā€œtenemos muchas definiciones, pero poca teorĆ­aā€. Esto, a pesar de que el libro empieza declarando: ā€œla idea de cultura, en su sentido tĆ©cnico antropolĆ³gicoā€ tiene una ā€œimportancia explicatoria y una generalidad de aplicaciĆ³n comparable a categorĆ­as tales como la gravedad en fĆ­sica, la enfermedad en medicina, la evoluciĆ³n en biologĆ­aā€.

Medio siglo despuĆ©s, la enciclopedia de Barnard y Spencer ni lo intenta: Mucha tinta ha corrido buscando una definiciĆ³n de cultura capaz de aclarar eso que estudiamos los antropĆ³logos. AquĆ­ no lo intentaremos, ā€œa pesar de nuestros mejores esfuerzos por establecer linderos en torno a lo que vemos como nuestra propiedad intelectualā€.

Adam Kuper (Culture. The anthropologistsā€™ account, 1999) va mĆ”s lejos: Lo aconsejable es que los antropĆ³logos ya no hablemos de cultura, sino ā€œmĆ”s precisamente de conocimientos, o creencias, o arte, o tecnologĆ­a, o tradiciĆ³nā€, segĆŗn el caso. El problema de fondo es epistemolĆ³gico y se produce cuando ā€œla cultura deja de ser algo que debe ser descrito, interpretado, quizĆ” hasta explicado, y pasa a ser tratado como la fuente misma de la explicaciĆ³nā€. No se puede ā€œsuponer que la cultura se explica en sus propios tĆ©rminosā€.

Si todo es cultura, ĀædĆ³nde queda lo otro que permite situarla cientĆ­ficamente y distinguirla de lo que no es cultura? La cultura se vuelve un absoluto, cientĆ­ficamente inexplicable e inexplicante. O se vuelve un corpus sĆ³lo inteligible en circularidades hermenĆ©uticas, como las obras de arte y la literatura. Pero esto desfonda las pretensiones cientĆ­ficas de la antropologĆ­a. No queda mĆ”s propiedad intelectual que la autoral: la que tiene el antropĆ³logo como cualquier autor. Su heredad es el ensayismo.

El boom de la antropologĆ­a como ciencia de la cultura resultĆ³ un boomerang para sus ambiciones. Si nada de lo humano le es ajeno, si todo puede ser leĆ­do antropolĆ³gicamente, todos pueden hacerlo. Lo dice literalmente el portal de AAA: ā€œEn cierto sentido, todos hacemos antropologĆ­a.ā€ En 1950, Hortense Powdermaker publicĆ³ Hollywood: el mundo del cine visto por una antropĆ³loga. La primera respuesta vino de la sociologĆ­a britĆ”nica: En 1964, se fundĆ³ el Centre for Contemporary Cultural Studies en la Universidad de Birmingham, dedicado al estudio de los medios, la cultura popular, las subculturas, con un sesgo militante inspirado en la Nueva Izquierda. El entusiasmo se extendiĆ³ por los Departments of English que adoptaron el ā€œgiro antropolĆ³gicoā€, muy sumable a las posiciones filosĆ³ficas postmodernas, para leer los textos, no como literatura, sino como documentos, en los llamados cultural studies, muchos de los cuales son una parodia oscurantista del saber (vĆ©ase la compilaciĆ³n de crĆ­ticas recogidas por Daphne Patai y Will H. Corral en Theoryā€™s empire: An anthology of dissent). Como si fuera poco, apareciĆ³ el multiculturalismo.

La antropologƭa siempre ha tenido algo de militancia misionera. Es la cultura superior que trata de salvar, ya sea convirtiendo a los indƭgenas, con el apoyo de las autoridades; o defendiƩndolos de las autoridades; o tomƔndolos como ejemplo para la cultura superior: para criticarla o para que se supere; o negando la superioridad de cualquier cultura. Las posiciones van cambiando, pero no su invariante: el aire superior.

La cultura es insostenible como absoluto (no hay mĆ”s cultura que la muestra) y tambiĆ©n como relativismo negador de que hay formas mejores de ser. La pasiĆ³n libertaria que escribiĆ³ en un muro de ParĆ­s: ā€œProhibido prohibirā€ tenĆ­a razĆ³n, poĆ©tica. La contradicciĆ³n dice algo muy difĆ­cil de decir de otra manera, menos aĆŗn tan bien dicho; y lo dice poniendo en evidencia su propia contradicciĆ³n. Pero la contradicciĆ³n no puede ser fundamento cientĆ­fico. Curiosamente, gracias a los militantes de la antropologĆ­a, la contracultura, los cultural studies y el multiculturalismo, ya no es correcto decir que algo es incorrecto. ~

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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