Como decíamos ayer, recuperar para la ciudad las calles del centro que estaban en poder del comercio informal se antojaba imposible. Sin embargo, Marcelo Ebrard lo ha conseguido. Y no sólo eso: ninguno de los augurios nefastos sobre lo que podría ocurrir luego se ha cumplido.
Mi asombro me lleva a evocar los trabajos que Euristeo impuso a su primo Herakles en las leyendas griegas: obviamente, el saneamiento que logró Ebrard del centro equivale a la limpieza de los establos de Augias.
¿Cuáles son los once trabajos restantes?
El culto lector propondrá. El primero que viene a mi mente es de dificilísima consecución, pues implica espeluznantes peligros y riesgos que se antojan insalvables, aun para nuestro decidido héroe: ¡ANIQUILAR A LA NUNCA SUFICIENTEMENTE ESPANTOSA HIDRA DE LERNA!
Su equivalente capitalino son –claro– los microbuses. Su poder es magnífico y multiplicante y se manifiesta donde menos se le espera. Como la Hidra, si un microbús se estrella o se desbarranca, o incluso muere de muerte natural, cinco nuevos microbuses aparecen en su lugar. También, como aquel monstruo, los microbuses apestan fornido y rugen max mientras aniquilan viajeros o, en su defecto, personas.
El nuevo trabajo de Marcelo consiste en atrapar a los microbuses, cortar las cabezas de sus líderes y cauterizarlas de inmediato antes de que broten otras. Luego, debe aplicarles la ley hasta que entiendan que deben comportarse con modales ciudadanos y manejar como ordena el reglamento. Lo más difícil será hacerles entender que, como el espeluznante rugido que emiten al circular atenta contra la salud y la tranquilidad de millones de personas, deberán restituirle el silenciador a su unidá.
Someter a la Hidra no va a ser tan fácil como limpiar el centro. Los vendedores ambulantes carecen de carrocería (bueno, la mayoría). En cambio, cada microbús representa cinco toneladas de indignación rodante que, a cien km/h aterra, y a cero km/h (bloqueando avenidas) aterra aún más.
No, no es un trabajo sencillo… por lo mismo, juro que de triunfar Ebrard en este trabajo, por más simpatía que le tengo a Noroña, le daré públicamente mi voto en el 2012.
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.