Foto: Flickr/David Agren
Un autonombrado Grupo de Vecinos de la Colonia Condesa, una de las pocas zonas metropolitanas todavía relativamente conviviales y por cuyas vías públicas actualmente no se puede caminar ni mucho menos flâner sin verse obligado a darles un rodeo a las cacas de perros que las adornan y aromatizan casi cada dos o tres metros, está repartiendo volantes en los que se propone acabar con tan antihigiénica y antiestética circunstancia depositando en calles, avenidas, jardines y glorietas de la colonia unas envenenadas “albóndigas para perro” con las cuales se lograría dejar a la susodicha colonia librada de los productores de tales desechos.
Se comprende a esos ciudadanos condesinos preocupados por el buen aspecto de la colonia y por la salud de su progenie, pero —dice un amigo de allí— la solución del problema no debe ser el exterminio de los pobres animales, que no tienen culpa de que sus dueños descuiden el recoger esas deposiciones (como ordena la autoridad del ramo). Y es que no debemos incrementar el exterminio de los seres vivos que aún quedan en el planeta, porque, si a eso vamos, ¿habría, además, que depositar por doquier tortas y tacos y refrescos emponzoñados con el fin de librar a nuestra ciudad de los no pocos indigentes sin hogar, o sea sin retrete o watercloset, que también dejan indeseables recuerditos al borde de las aceras de colonias mucho menos elegantes que la de La Condesa?
Y, en consecuencia, añadió mi amigo, ¿también habría que eliminar los cientos de restaurantes, fonduchos y otros comederos que, instalados cada dos tres o metros de acera, contaminan el ambiente citadino arrojando a la vía pública humos y olores de fritangas y asadurías, de modo que el ciudadano que por allí pasa queda con la camisa, las solapas, la corbata y el sistema pulmonar impregnados de esas emanaciones?
¿Qué hacer ante el exterminio de canes que posiblemente de buena fe proponen esos condesinos? No sé, pero por lo pronto el SDPCOSC: el Sindicato de Perros Con o Sin Collar, podría organizar una macromarcha para exigir en Bucareli medidas de respeto a la vida animal… la cual, lo admitamos o no, también nos abarca a los individuos bípedos.
[Publicado anteriormente en Milenio Diario]
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.