Los antiguos creรญan en la generaciรณn espontรกnea. Aristรณteles, por ejemplo, habla de insectos que brotan de lo podrido (Historia animalium V 539a) o del rocรญo V 551a). La creencia fue cuestionada cuando se inventรณ el microscopio, dos milenios despuรฉs; pero, todavรญa en 1859, la Academia de Ciencias de Parรญs creyรณ necesario organizar un concurso de experimentos para refutarla. Lo ganรณ Pasteur.
Y, sin embargo, ahora es respetable creer en la abiogรฉnesis: la generaciรณn espontรกnea de molรฉculas orgรกnicas (Alexander Oparin, El origen de la vida, 1924), aunque ningรบn laboratorio ha podido recrear lo que supuestamente sucediรณ hace 3.8 millones de milenios.
Que el cosmos surja de la nada, la vida de lo hรบmedo y el lenguaje de la vida animal son creencias antiguas que se han vuelto cientรญficas. Implican saltos de progreso. Pero, ¿puede haberlos?
Las mรกquinas de vapor se desarrollaron desde el siglo XVIII empรญricamente. No fueron consecuencia de teorรญas que, de hecho, aparecieron despuรฉs: cuando Sadi Carnot fundรณ la termodinรกmica con sus Reflexiones sobre la potencia motriz del fuego (1824). El libro compara el fuego solar que mueve el viento y las nubes con el fuego del carbรณn que produce vapor en las calderas y movimiento en las mรกquinas. Demuestra que, independientemente del diseรฑo mecรกnico, su rendimiento nunca llegarรก al 100%. No toda la energรญa del carbรณn consumido por el fuego pasa al vapor. No toda la energรญa del vapor en expansiรณn mueve el pistรณn. Finalmente, la energรญa mecรกnica obtenida siempre es menor que la energรญa quรญmica del combustible quemado. La diferencia estรก en la pรฉrdida de energรญa, que no se destruye, pero se degrada.
La termodinรกmica postula que, en un sistema cerrado (sin intercambios con el exterior), la energรญa se degrada inexorablemente. La degradaciรณn avanza con el tiempo de modo irreversible: implica un antes y un despuรฉs venido a menos. Esto niega el progreso. Concuerda con la creencia antigua de que el pasado fue mejor. Segรบn Hesรญodo (Los trabajos y los dรญas, 109-175), la decadencia de la Edad de Oro llevรณ a la de Plata, y asรญ a la de Bronce, etcรฉtera.
¿Cรณmo puede haber progreso? La energรญa, el calor, la presiรณn, el movimiento, tienden a disiparse, enfriarse, nivelarse, detenerse. La vida tiende a desorganizarse, la comunicaciรณn tiende al ruido, el orden al desorden. Todo tiende a menos: a la degradaciรณn que se llama entropรญa.
Y, sin embargo, hay logros a contracorriente. Una fracciรณn de la energรญa puede subir a mรกs: transformarse en progreso, aunque el resto siga su tendencia natural. Erwin Schrรถdinger (¿Quรฉ es la vida?, 1944) llamรณ entropรญa negativa a la contracorriente, y dijo que “lo mรกs enigmรกtico de la materia viva es que elude la pronta degradaciรณn al estado inerte” (capรญtulo 6).
¿Por quรฉ hay progreso, en vez de pura degradaciรณn? ¿Por quรฉ hay vida, en vez de pura materia inerte? Y, mรกs radicalmente: ¿Por quรฉ hay algo, en vez de nada? (Leibniz, Principios de la naturaleza y de la gracia 7). No se sabe.
Valerse de la misma tendencia natural para eludirla (interviniendo desde el exterior) es hacer como los antiguos navegantes de vela que aprendieron a avanzar con vientos contrarios, aprovechando parte de la misma fuerza opositora (no de frente, sino en zigzag). Sucede en el progreso espontรกneo, que inexplicablemente fue de la nada a la vida y de la vida al lenguaje. Sucede en el progreso logrado por iniciativa humana.
Milenios antes de que se inventara la mรกquina de vapor, el fuego fue domesticado en la hoguera. La domesticaciรณn empezรณ por conservar el fuego caรญdo del cielo (el incendio provocado por un rayo); por no dejar que se apagara; por tenerlo en lugar seguro; por transportarlo y aprovecharlo para defenderse de las fieras nocturnas y cocinar y platicar; por hacer fuego donde y cuando hiciera falta con tรฉcnicas diversas (Catherine Perlรจs, Prรฉhistoire du feu).
La hazaรฑa cambiรณ la vida de la especie humana, y se volviรณ un gran tema de las literaturas orales en todo el planeta (James George Frazer, Myths of the origin of fire). Segรบn Claude Lรฉvi-Strauss (Lo crudo y lo cocido), los mitos muestran la conciencia del salto que se produjo: el contraste entre la especie humana y todas las demรกs, que no saben hacer fuego ni cocinar, que comen crudo, que siguen en la vida natural, que viven sin cultura.
El mito de Prometeo (castigado por haber robado el fuego a los dioses) es tambiรฉn la primera crรญtica del progreso. Hacer fuego es prescindir de los dioses, rechazar su divina providencia: una autonomรญa que ofende al cielo y, ademรกs, provoca incendios peligrosos del aprendiz de brujo.
Milenios despuรฉs, los mitos de Eva y de Pandora critican otro progreso: la domesticaciรณn de las plantas. La arrogancia del รกrbol del saber (la agricultura, que ya no depende de las plantas silvestres sembradas por Dios) como antes la arrogancia del fuego del saber (que ya no depende del rayo divino) provocan el castigo: la expulsiรณn de la Edad de Oro, del Paraรญso nรณmada, cazador y recolector a la afanosa vida agrรญcola.
La cocina y la mรกquina de vapor son admirables, pero menos que la fotosรญntesis: la “cocina” celular. Las cรฉlulas vegetales aprovechan la energรญa solar para “cocinar” sustancias que no son orgรกnicas y obtener molรฉculas que lo son (un proceso llamado metabolismo, del griego metabolรฉ: transformaciรณn). La vida se alimenta de energรญa para mantenerse, funcionar y reproducirse, en vez de degradarse y extinguirse. La energรญa vital proviene, en รบltimo tรฉrmino, del fuego solar que las plantas transforman en energรญa orgรกnica (glucosa) y oxรญgeno, a partir de agua y co2 (anhรญdrido carbรณnico).
Esta transformaciรณn de la energรญa solar genera progreso mรกs allรก de las plantas. Cuando son comidas, entran a un nuevo proceso metabรณlico que las digiere y les extrae nutrientes y energรญa para la vida de los animales (que, a su vez, pueden ser comidos). El oxรญgeno respirado permite quemar la glucosa y producir energรญa para los procesos internos, para la percepciรณn del medio externo y para la acciรณn.
El oxรญgeno del aire (o2) apareciรณ en el planeta extraรญdo del agua (h2o) por las plantas. Hizo posibles los incendios forestales provocados por un rayo, la combustiรณn interna de los animales que respiran y, finalmente, el fuego intencional. La hoguera redujo la combustiรณn interna necesaria para resguardarse del frรญo y ampliรณ las fuentes de energรญa externa digerible, cocinando alimentos antes indigestos. El uso cada vez mayor de fuentes de energรญa externa (siempre a contracorriente: quemando mรกs de la que se aprovecha) multiplicรณ la capacidad humana.
Durante milenios, la energรญa externa aprovechada provino esencialmente de recursos vivos: de las plantas (comidas o quemadas); de los animales (comidos o domesticados para cuidar, rastrear, pastorear, ordeรฑar, montar, cargar, tirar de carros o trineos, dar vueltas a la noria para sacar agua o mover mรกquinas); asรญ como de los seres humanos (comidos o esclavizados). Habรญa grandes reservas de energรญa quemable en la vegetaciรณn muerta y sepultada durante millones de aรฑos (que se fosilizรณ como carbรณn, petrรณleo y gas), pero no se aprovechaban.
Las primeras brasas de carbรณn fรณsil se encendieron hace apenas tres milenios, en el hogar. El uso pasรณ de la cocina a las fundiciones artesanales y, finalmente, a las calderas de las mรกquinas de vapor. Por eso, ya en el siglo XIX, hubo quejas ecolรณgicas contra las minas de carbรณn (explotadas a cielo abierto). Destruรญan grandes superficies agrรญcolas y forestales para extraer el combustible necesario en las mรกquinas de vapor.
Antes de la mรกquina de vapor y de la Revoluciรณn industrial (digamos, antes de 1760), el mundo artesanal producรญa esencialmente con leรฑa, carbรณn (vegetal o mineral) y glucosa muscular (humana o animal) mรกs la fuerza del agua y el viento en los molinos y para navegar. Todavรญa un siglo despuรฉs, en 1860, la mitad de la energรญa productiva en los Estados Unidos provenรญa de la fuerza animal, una cuarta parte de la fuerza humana y el resto de otras fuentes, segรบn John McHale (World facts and trends). Para 1960, las otras fuentes (esencialmente fรณsiles) habรญan subido del 25% al 96%; mientras que la fuerza muscular de los animales y los hombres bajaba del 75% al 4%.
Las siguientes cifras, tomadas del mismo libro y de la web, estรกn sujetas a muchos asegunes, pero son indicativas.
Se puede caminar tranquilamente a 3 kilรณmetros por hora, sostener un paso vivo a 5, correr un maratรณn a 15. Navegar en canoa a 4, en carabela a 8, en barco de vapor a 60. Cabalgar a 15, viajar en ferrocarril de vapor a 100, en tren bala a 300. En las calles congestionadas, se puede avanzar en automรณvil a 12, en bicicleta a 16. Un aviรณn de hรฉlice puede volar a 500, un jet a 900, el Concorde volaba casi a 2,500.
Al hombro se pueden llevar fรกcilmente 3 kilos, en una bicicleta 30, en un triciclo 120. Una mula puede cargar 200, una camioneta pick up 400. Un camiรณn de volteo pequeรฑo 10 toneladas, un trรกiler de un solo remolque 35, un carro de ferrocarril 100, una barcaza fluvial 1,500, un buque tanque petrolero 300,000.
Un ciclista tranquilo ejerce una potencia de 200 watts (un cuarto de caballo), un caminante 250 (un tercio de caballo); una motocicleta 30 caballos, un automรณvil 120, el aviรณn Jumbo de Boeing 85,000.
En un par de siglos, la capacidad humana se ha multiplicado mรกs que en todos los milenios anteriores, gracias a la creatividad en el uso de la energรญa. Y, sin embargo, en plena Revoluciรณn industrial, Baudelaire escribiรณ que el progreso no estรก en el vapor, sino en “la disminuciรณn de las huellas del pecado original” (Mon coeur mis ร nu XXXII).
La crรญtica del progreso es otra forma de progreso. Aumentรณ la capacidad humana de otra manera. No hay que olvidar la buena conciencia con que se veรญan los espectรกculos macabros del circo romano y las hogueras de la Santa Inquisiciรณn. Hoy tales espectรกculos, asรญ como el canibalismo, la esclavitud, las masacres, los hornos crematorios, los gulagues, la guerra, la tortura, el maltrato a los animales y la destrucciรณn ecolรณgica se han vuelto intolerables. La conciencia moral tambiรฉn progresa. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.