Europa vuelve a crecer, pero se enfrenta a importantes retos. La unión fiscal puede evitar que se repitan crisis como la griega, y contribuye a que el proceso de unión política avance. Para ello Alemania y Francia han de resolver sus discrepancias históricas: el primero teme que la unión fiscal suponga el fin de la ortodoxia económica, el segundo cree que una excesiva cesión de soberanía política pone en peligro su identidad. En esta entrevista, Miguel Otero-Iglesias, investigador principal para la economía europea del Real Instituto Elcano y autor de The Euro, the Dollar and the Global Financial Crisis (Routledge, 2014), reflexiona sobre la crisis y sobre el futuro del euro y de la Unión Europea.
“La crisis vino sobre todo del sector privado –explica–. En 2009, el g20 decide aplicar política keynesiana. Pero en 2010 surge el problema de Grecia y los europeos empiezan a dudar. El sector público, además, toma mucha deuda del sector privado al rescatar el sector bancario. La deuda pública aumenta muchísimo y comienzan debates intelectuales en torno a las ideas de Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera (fce, 2011), de Reinhart y Rogoff, donde dicen que a partir del 90% de deuda sobre el pib hay un problema de crecimiento. Resurge la conocida como escuela austríaca, que defiende que en las grandes recesiones hay que dejar que el mercado se corrija solo. El ajuste en la zona euro es mayor porque no tenemos la capacidad de devaluar internamente a través de tipos de cambio y debemos hacerlo a nivel de precios. Los países que en su momento devaluaban en una crisis (sobre todo aquellos que tenían una balanza comercial negativa, como España, y devaluaban para volver a ser competitivos) tienen que hacerlo a base de precios y salarios. Hemos visto ajustes importantes, especialmente en Grecia, donde el pib se ha ajustado un 25%. En otras economías, como la española, ha sido menor, un 7%. Tanto en el sector privado como en el público se ha producido una moderación salarial. Se podía haber recortado quizás en administración, en gasto superfluo, pero en muchos casos se decidió recortar en Inversión y Desarrollo, lo que fue un grave error.”
¿Cuál es el balance de la austeridad?
La extensión del ajuste no la sabemos aún. El gasto público no se ha reducido tanto como mucha de la gente piensa. Sobre todo porque había que pagar el subsidio de desempleo a muchos parados. A nivel macro hemos tenido una división entre acreedores y deudores. El ajuste lo han hecho principalmente los países deudores, y no los acreedores. Mucha gente piensa que ha sido asimétrico. Pero siempre el ajuste, y eso Keynes ya lo decía en los años cuarenta, lo hacen los deudores, y no los acreedores.
Europa ha vuelto a crecer, en especial España. ¿Es solo gracias a Draghi (y la compra de bonos del bce) y la caída del precio del petróleo o hay más factores?
Europa sale de la crisis de forma mucho más lenta que Estados Unidos, que sigue una política mucho más keynesiana. En Europa se produce una segunda recesión en 2011, y después, gracias a que Estados Unidos empieza a mejorar durante el boom de los emergentes, Europa tiene la posibilidad de crecer más, sobre todo a través de la demanda exterior. Como los periféricos endeudados se ajustan y recortan sus déficits (algunos ya tienen superávit), y los del norte, exportadores por naturaleza, tampoco estimulan y no reducen sus superávits, la ue tiene un superávit importante. Buena parte del crecimiento viene de la demanda externa, global. Luego está el caso del bce. Este crecimiento no es tanto por los efectos de la expansión cuantitativa como por la devaluación del euro. También se ha producido una recuperación del sector inmobiliario, como en España. La bajada del petróleo ha sido otro factor bastante positivo. Y después ciertas reformas estructurales y ajustes en los salarios. En España se ha retomado el crédito, gracias a Draghi, pero también ha habido un sentimiento general de mercado más optimista.
¿Qué oportunidades de reforma se han perdido?
Gran parte del ajuste ha sido en los salarios y no en los precios. Hay todavía sectores muy cerrados en España y en Italia, donde las reformas han sido mínimas. En el mercado de productos no se ha insuflado la suficiente competencia para bajar los precios de los bienes y servicios. En ciertos países se podría haber renovado más la administración. La educación es un gran problema en países periféricos, y prácticamente no se ha hecho nada. Se ha ido a por los sectores de la sociedad más débiles sin atacar aquellos que proporcionan más votos y son más difíciles de atacar. En muchos casos la administración podría ser más eficiente de lo que es, pero no se toca porque aporta muchos votos.
¿Es Alemania culpable de la gestión de la crisis? ¿Tendría que haber gastado más, que haber hecho uso de su superávit para empujar el crecimiento de Europa?
Alemania tiene un problema de inversión importante. No tanto de consumir más sino de invertir más. Se ha obsesionado con reducir la deuda y mantener un superávit. Esto es consecuencia de que es una población muy envejecida que se ha centrado en ahorrar y no en invertir. También influye que muchas empresas alemanas se han internacionalizado tanto que invierten más en China y en los emergentes que en la propia Alemania. Es un problema no solo estructural sino consecuencia de la globalización. Al final, esto se ve en lo que dice Merkel: Europa tiene el 7% de la población mundial, el 25% de su pib y el 50% del gasto social. Durante mucho tiempo el euro ha sido un paraguas que ha protegido a muchos países de la globalización. Pero ha sido también un arma de doble filo, porque los ha hecho menos competitivos. Los países de la zona euro tienen que competir en el mundo globalizado y eso se hace de tres maneras: con un nivel de vida más bajo, trabajando más por menos o siendo mucho más productivo, que es el modelo alemán o nórdico. Los países periféricos tienen que elegir.
¿Es sostenible el Estado de bienestar europeo?
Es un modelo que está ahí, pero tiene que reformarse. Hace poco escribí sobre los minijobs en Alemania, porque hay mucha desinformación. En Alemania, nadie que tenga un minijob no tiene otro trabajo o asistencia social importante. En España se está hablando de un sustento social mínimo o complemento salarial, que ya existe en muchos sitios como Francia, Alemania, Reino Unido, los países nórdicos… Lo que ocurre es que las reformas en Alemania determinaron que si no buscas trabajo te van a reducir esa aportación mínima, si rechazas determinados trabajos también. Hay más control y se intentan usar incentivos para que la gente vuelva lo antes posible al mercado laboral.
Hace años se hablaba de los eurobonos y la mutualización de la deuda (emitir deuda a nivel europeo) como una solución para la economía europea. ¿Qué fue de esa reivindicación? ¿La solución es una mayor unión fiscal?
Aquí volvemos a la dinámica de siempre entre Berlín y París. Desde los años setenta, los franceses y los países mediterráneos han querido que los alemanes compartan su riqueza. Exigían una bolsa centralizada donde se pudiesen meter todas las reservas que había para defender los diferentes tipos de cambio. Es decir, mutualizar. Los alemanes estaban en contra. Lo mismo ocurre con los eurobonos. Francia quiere mutualizar la deuda, y es algo sensato. Pero Alemania dice que no podemos si no hay un control de quién recauda impuestos. Solo se puede mutualizar la deuda si se mutualizan los ingresos y se realiza un control del presupuesto, y eso implica mayor cesión de soberanía fiscal. Pero también una unión fiscal implica una unión política, y los franceses no están dispuestos a esto. No quieren que los europeos voten a un presidente de la ue. Uno de los grandes logros del euro ha sido encadenar la potencia alemana. La crisis griega lo demuestra. Grecia es una especie de mosca que molesta a la vaca alemana. Esta podría aplastarla fácilmente, pero no puede porque iría contra los valores europeos. La vaca alemana está medio suelta porque las cadenas del euro no la aguantan del todo. La única manera de encadenar de nuevo a los alemanes es ceder más soberanía. Emmanuel Macron, el ministro de Economía francés, en los últimos meses ha empezado a decir que Francia está a favor de una mayor cesión fiscal y un parlamento de la zona euro que pueda controlar a un ministro de finanzas europeo. Y una vez que esto se establezca, es posible mutualizar la deuda y emitir eurobonos. El tema vuelve a estar en la agenda, con un reconocimiento expreso de los franceses de que hay que ceder más soberanía.
Se suele decir que la clave del futuro del euro está en Alemania y Francia.
Los alemanes siempre han sido muy europeístas y más federalistas que otros países. Entienden que puedes tener varios niveles de administración y varias identidades. A los franceses les cuesta admitirlo. Francia no es un Estado federal, es un Estado centralizado. Piensan que si ceden soberanía a Bruselas dejarán de ser franceses. Aquí son importantes los juegos de poder. Cuando te sientes débil quieres que el club tenga más importancia y poder de decisión, porque a través de él te haces más fuerte. Pero, cuando eres un país fuerte, intentas utilizar el club para tus propios intereses sin tener que delegar demasiado. Con esta crisis, Alemania se está convirtiendo en una potencia normal, como Reino Unido y Francia, que tradicionalmente han sido más reticentes a ceder soberanía a Bruselas. Los franceses defienden más unión fiscal; los alemanes responden que es necesaria antes una unión política. Los franceses, entonces, defienden un gobierno económico. Pero esto asusta mucho a los alemanes, porque para ellos significa un gobierno francés dirigista, estatista, keynesiano, que quiere usar la macroeconomía y el banco central para estimular la economía. Estamos metidos en esta dinámica.
¿El miedo al Grexit se ha disipado o solo ha desaparecido de la primera plana?
Mientras la unión monetaria no tenga una unión fiscal, económica y política, la posibilidad de que un miembro de la eurozona se salga sigue estando ahí. No tenemos los instrumentos necesarios para evitarlo. El problema estructural está ahí, y lo vemos con la unión bancaria. ¿Se puede tener una unión bancaria sin una unión fiscal? No. Mientras no tengamos una unión fiscal, cualquier país de la eurozona puede salirse.
¿Hemos extraído alguna lección de la crisis griega?
Hemos aprendido que si eres un país pequeño no puedes cambiar las reglas del juego. Y que pese a los problemas de la unión monetaria, las poblaciones del sur de Europa todavía prefieren quedarse en el euro. Tenemos que conseguir una unión bancaria lo antes posible.
Y hay que encontrar un mecanismo más legítimo para conseguir que un país pueda realizar las reformas que el “centro” pide que se hagan a cambio de desembolsar el dinero que necesita. La Troika ha demostrado ser insuficiente.
El ttip es un tratado polémico. ¿Es realmente positivo para la economía europea o su principal ventaja es geopolítica y diplomática?
La teoría económica dice que el libre mercado es positivo para las sociedades. La historia lo demuestra. Las sociedades más abiertas han sido más prósperas. Pero también hay que tener en cuenta que siempre hay ganadores y perdedores. Lo más sensato es que haya una distribución de la riqueza de los ganadores a los perdedores. El Estado social europeo se ha basado en esto. Pero Europa necesita también más dinamismo, sobre todo en el sector servicios. Hay muchos otros países que son más dinámicos en tecnología: Estados Unidos, Corea del Sur, incluso China. La ue no tiene casi ninguna empresa potente en el sector de las nuevas tecnologías. También grandes empresas de la antigua industria europea están demostrando tener problemas serios, como por ejemplo Volkswagen. El ttip ejercería una mayor presión al decir que, ante una mayor competencia de eeuu, si no espabilas, ellos se van a llevar el mercado.
También hay una competencia desigual. Hay ciertos países con estándares sociales, laborales, medioambientales, más altos que otros. Esa diferencia nos lleva perjudicando desde hace tiempo. En sitios como China no hay esos estándares. El ttip busca crear un nuevo marco comercial y de inversiones más ajustado a nuestros modelos de sociedad que pueda servir de fórmula para otros países que quieran venir a estos mercados. Los europeos creemos que tenemos la mejor regulación, pero en el caso de Volkswagen fueron los reguladores estadounidenses los que destaparon el tinglado. En el fútbol, con el escándalo de la fifa, lo mismo. Esa visión de que los estadounidenses son más capitalistas y menos sociales no es cierta. Al hablar de regulación, hay un proceso de ajuste. La pregunta es quién hace el ajuste, quién cede, o quién tiene que ajustar los estándares a los del otro.
Una crítica común, especialmente desde partidos euroescépticos, es el exceso de regulación de la ue. Sin embargo, el caso de Volkswagen parece resultado de la falta de regulación. ¿Es así?
Es consecuencia de un doble problema. En primer lugar, de las puertas giratorias, pero especialmente de lo que se conoce como regulatory capture, que es cuando el regulador se ve “capturado” por la industria. Pasa en varios sectores, como el automovilístico o el financiero (en el siglo XIX era el sector del ferrocarril). No es una cuestión de mucha o poca regulación, sino de regulación eficiente.
¿Cómo afecta a la economía europea la llegada de refugiados?
Los economistas vemos esta crisis de forma más positiva que otros. Europa es un continente que está envejeciendo a marchas forzadas. Necesita mano de obra joven y dinámica, que pague las pensiones de los jubilados del futuro. Los refugiados que llegan a países como Alemania están bien formados y cualificados. Eso sí, hay ciertos límites sobre cuántos refugiados e inmigrantes se pueden absorber en poco tiempo.
¿Cuál es el futuro del euro? Al margen de su papel en el proceso de integración política de la ue, ¿fue una buena idea?
Mucha gente dice que fue un error, aunque no están a favor de la salida del euro porque los costes de su ruptura serían enormes. Pero el euro es algo totalmente necesario, fue una buena idea. Es una casa que se está construyendo: hemos construido la mitad, nos falta la otra mitad. Muchos se quejan de las tensiones de los últimos años. Dicen que esto no se había visto antes. Pero antes se negociaba por cacahuetes: la política agraria común y los fondos de cohesión. Era el 1% del pib de la ue. Ahora hablamos de mucho dinero. El mede, en su máxima capacidad, son 700.000 millones de euros. Eso es un 7% u 8% del pib. Cuando le das 80.000 millones de euros a un país, como ha pasado con Grecia, es normal que haya tensiones. ~
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).