Alessandro Bavari (1963) es pintor, grabador y fotomontador originario de Latina, pueblo costero al sur de Roma. Desde joven se fascinรณ con la historia del arte y comenzรณ a armar fotomontajes. A partir de 1993 incorporรณ a su trabajo artรญstico la manipulaciรณn digital de fotografรญas. Cuerpos, paisajes, flora y fauna, arquitectura, objetos, fรณsiles: materias primas con las que construye mundos (que parecieran emanar de la pintura europea de los siglos XIV y xv) poblados por seres que recuerdan todavรญa su paso por las ciudades perdidas de Sodoma y Gomorra.
Mauricio Molina (1959) es narrador y ensayista. Entre sus libros destacan Tiempo lunar (novela, 1991), Mantis religiosa (cuento, 1996) y La geometrรญa del caos (cuento, 2002).Muchos de sus textos guardan una relaciรณn estrecha con la iconografรญa, y en el que a continuaciรณn presentamos esa relaciรณn se resuelve en una mirada experimentada que conoce las bambalinas del escenario fotogrรกfico y se posa con penetraciรณn en la pieza representada.
El ocaso de lo real
Hacia los aรฑos veinte del siglo pasado, Marcel Duchamp anunciรณ, a la sombra de su propia obra, el fin del pacto entre la pintura y la mirada, acuรฑando el concepto de "pintura retiniana" para toda la obra visual que sรณlo se sostuviera por el discurso de la imagen pura.
Esta revoluciรณn conceptual pasรณ, por razones obvias, inadvertida en lo que toca a la imagen fotogrรกfica.
Ningรบn lenguaje artรญstico podรญa compararse con la fotografรญa en la representaciรณn puntual de la realidad. Al mismo tiempo documento e imagen preconcebida, la fotografรญa contenรญa en sรญ misma una suerte de "verdad" implรญcita: la de ser la presentaciรณn (no representaciรณn) de una imagen. El pacto entre imagen y realidad que la fotografรญa, desde sus orรญgenes, habรญa establecido fue desvaneciรฉndose lentamente gracias a los herederos de Duchamp. La llamada realidad o verdad, el aquรญ y ahora de la toma o del registro, fue desprendiรฉndose lentamente de la imagen fotogrรกfica hasta que รฉsta fue adquiriendo un estatus, un lenguaje, una semรกntica propias, si bien en los Estados totalitarios, en virtud del montaje, figuras como Trotski y Bujarin desaparecรญan misteriosamente de las fotografรญas llamadas "histรณricas".
Habรญa una suerte de "virus" inherente a la imagen fotogrรกfica: el purismo verista de la imagen habรญa terminado porque nunca habรญa existido tal verdad inicial. Nietzsche afirmรณ alguna vez que no existรญan los hechos sino las interpretaciones, y unos aรฑos antes Ludwig Feuerbach afirmรณ que la cultura contemporรกnea preferรญa la copia a la realidad.
Alessandro Bavari es un representante sensible e inteligente de esta mutaciรณn de la imagen.
Heredero del Bosco o de Dalรญ antes que de un Atget o Cartier-Bresson, Bavari ha optado por darle a la imagen fotogrรกfica un carรกcter ficticio, artรญstico, separado de aquel realismo que se exigรญa del documento o de la representaciรณn cabal de la realidad. No es el primero en hacerlo y no serรก el รบltimo: la manipulaciรณn de la imagen fotogrรกfica data de los inicios mismos del descubrimiento de las propiedades del nitrato de plata. Bavari no es un inventor, es un poeta, sus imรกgenes remiten al contexto de la representaciรณn, de la obra siempre posdatada.
Imรกgenes de universos alternativos o del sueรฑo, seres alados, torsos fragmentados, perspectivas donde el deseo y el sueรฑo se entremezclan, son algunos de los recursos de Bavari.
Rostros monstruosos y cuerpos deseables, traseros inquietantes y รกrboles aรฉreos, seres humanos ocultos en huecos brueghelescos. Diosas de senos plurinumerarios, fascinaciรณn por la incansable orgรญa de las transformaciones… La estรฉtica de Bavari es la de las metamorfosis: Ovidio fotรณgrafo. Las mutaciones infinitas de las formas se dan cita en estas imรกgenes al mismo tiempo fascinantes y repulsivas, espejo onรญrico del caos que vivimos.
Aparentemente estamos lejos de la publicidad y de la forma mercantil, pero Bavari ha descubierto su quintaesencia.
En un รกmbito como el nuestro, donde todo se anuncia y manipula, sus imรกgenes nos recuerdan, desde la orgรญa del sueรฑo, la infinita disponibilidad de los cuerpos y las cosas, tal y como Heidegger ve el mundo moderno: ese depรณsito de cuerpos naturales y artificiales que se transforma al infinito. Manipulaciรณn genรฉtica, clonaciรณn de la imagen, Frankenstein visual, preludio de un mundo que vendrรก y del que ya somos habitantes.
La antigua Naturaleza, espejo de un universo ordenado (ilusiรณn positivista y reaccionaria), desaparece en las imรกgenes de Bavari. Sรณlo en el universo carcelario del inconsciente colectivo pueden existir estas nuevas deidades sin nombre.
Si Howard Phillips Lovecraft, el maestro del terror, viviera, encontrarรญa en estas fotos ese otro mundo de deidades atroces y milagros estelares que nos parece ajeno, pero que es perfectamente plausible y cercano.
Dรฉjร vu de lo siniestro.
Quizรกs la obra de Bavari proviene de la publicidad: hay una sensaciรณn de anuncio, de presentaciรณn de una mercancรญa futura en su trabajo. Como toda obra postindustrial, Alessandro Bavari parece demostrarnos que lo real, tal y como lo conocรญamos, es decir como sinรณnimo de verdad, ha desaparecido, y que una nueva realidad, la de lo imposible, establece sus nuevas normas y reglas de juego. Bavari ha hecho suya aquella mรกxima de Pascal enunciada en el siglo XVII, que reza: como la verdadera naturaleza se ha perdido, todo puede ser naturaleza. ~