Nuestra falsa excepcionalidad

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En memoria de Antonio Jรกquez, periodista ejemplar.

Proceso publicรณ en su ediciรณn del 27 de abril un importante reportaje sobre la condiciรณn de la industria petrolera en Cuba, Venezuela y Brasil. Su propรณsito, que logra con creces, es ofrecer “un panorama que trasciende los lugares comunes sobre el tema”. Firmado por los corresponsales de la revista en esos paรญses, escrito con claridad, objetividad y sin tinte partidista, concluye lo siguiente: “Conducidos por gobiernos de izquierda, con sus particulares caracterรญsticas, Cuba, Venezuela y Brasil mantienen alianzas con transnacionales para explorar, producir y comercializar el petrรณleo de su subsuelo y de sus aguas profundas. Lo hacen de distintas maneras: por medio de contratos de operaciรณn, con base en el establecimiento de empresas mixtas cuya mayorรญa accionaria recae en las compaรฑรญas del Estado, y mediante inversiones de riesgo compartido para exploraciรณn y producciรณn de crudo. Sin embargo, estos gobiernos mantienen un fรฉrreo control sobre las operaciones petroleras e imponen a las empresas extranjeras impuestos y pagos por regalรญas tanto por volรบmenes de producciรณn como por mรกrgenes de ganancia. Su objetivo consiste en acceder a tecnologรญa de punta, garantizar la producciรณn y comercializaciรณn de crudo y aumentar sus ingresos financieros”.

El trabajo detalla las diversas condiciones de operaciรณn en cada paรญs, incluye antecedentes histรณricos necesarios, datos econรณmicos relevantes asรญ como varias entrevistas con los directivos de las respectivas empresas estatales y consultores independientes. Uno de ellos opina: “En realidad, los contratos de Cuba son mรกs competitivos que aquellos de otros paรญses de la regiรณn. Mรฉxico deberรญa tomar lecciones de los cubanos en este tema”. La pregunta obvia que se desprende del reportaje es: ยฟpor quรฉ lo que en esos paรญses gobernados por la izquierda es una prรกctica racional y provechosa, acรก es considerado una aberraciรณn antinacional, una malรฉvola conspiraciรณn de la derecha, un entreguismo incalificable y hasta una “traiciรณn a la patria”? ยฟHay algo que esos tres gobiernos no ven y que sรณlo en Mรฉxico vemos?

Mucha gente de buena fe piensa que la excepcionalidad mexicana existe, y se explica por la historia. El paรญs, en efecto, sufriรณ el abuso de las compaรฑรญas petroleras que eran como un estado dentro de otro: explotaban los yacimientos a discreciรณn, pagaban impuestos irrisorios y en 1938 llegaron al extremo de ignorar un laudo de la Suprema Corte. La decisiรณn de Lรกzaro Cรกrdenas no sรณlo dio a la naciรณn un orgullo legรญtimo sino tambiรฉn una cohesiรณn social que fue constructiva y benรฉfica. Aรฑos mรกs tarde, el contexto internacional de la posguerra impulsรณ la industria, pero el mรฉrito mayor en la edificaciรณn de Pemex lo tuvieron las generaciones de tรฉcnicos y trabajadores que tomaron una empresa embrionaria y en crisis, y llegaron a proyectarla a niveles de excelencia internacional.

El recuerdo arraigado del agravio y la satisfacciรณn genuina por la hazaรฑa (ambos reflejados en los libros de texto y en el “imaginario” nacional) explican la intensa emotividad que rodea al tema petrolero. Otro elemento adicional, tambiรฉn histรณrico pero mรกs reciente, cierra la pinza de susceptibilidad: me refiero, claro, al desorden, la arbitrariedad, la prisa y la corrupciรณn que caracterizaron a varias operaciones privatizadoras de principio de los noventa. En suma: “La burra no era arisca…”.

Todo eso es verdad, pero la razรณn histรณrica debe tener sus lรญmites, sobre todo cuando sus paradigmas entran en conflicto con las circunstancias reales. Al menos tres afinamientos vienen al caso. En primer lugar, el miedo indiscriminado a todo lo que viene de afuera nos ha debilitado: en el siglo XIX retrasรณ irremediablemente la inmigraciรณn y en el XX minรณ nuestra competitividad internacional. En segundo lugar, la historia -al menos en este caso- no puede repetirse. Por mรกs voraces que sean, las compaรฑรญas petroleras de hoy no pueden moverse ya con la impunidad de sus antecesoras en los aรฑos treinta. En tercer lugar, hay que reconocer alguna vez que nuestra victimada historia no es tan excepcional. Para no ir mรกs lejos, si de agravios nacionales hablamos, Cuba nos rebasa con mucho. Y sin embargo, en las circunstancias actuales, las autoridades de Cuba darรญan la bienvenida a las mismรญsimas transnacionales estadounidenses. Yadira Garcรญa, ministra de Industria Bรกsica de la isla, declarรณ a Proceso: “Nosotros no tendrรญamos limitaciones. Las leyes estadounidenses son las que tienen hoy limitaciones para que las empresas de ese paรญs hagan negocios con Cuba”.

A menos que consideremos que los gobiernos de Cuba, Venezuela y Brasil no son de izquierda, la oposiciรณn de nuestra izquierda a cualquier apertura del sector es insostenible. Mรกs aรบn si con un dogmatismo casi inquisitorial tacha de herejes a quienes no opinan como ellos. ยฟPor quรฉ, entonces, quienes adoptan esa actitud no sacan las conclusiones naturales de la lectura del reportaje? Muy sencillo: porque no todos obran de buena fe, porque no todos conectan su ideologรญa con la realidad, o porque tienen intereses creados en creer (y hacer creer) que, en materia de petrรณleo, Mรฉxico es una excepciรณn universal.

– Enrique Krauze

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.


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