Pierre Huyghe: realidad, legalidad, registro

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Una pregunta pertinente en el campo artístico contemporáneo es ésta: ¿cómo afincar en el espacio y el tiempo una obra que no es un objeto sino un proceso?… Digo que se trata de una pregunta pertinente porque, en los últimos años, la sociología ha redefinido la cultura desde una perspectiva no patrimonialista sino dinámica: más que ser una de nuestras pertenencias, la cultura (y con ella el arte) es algo que nos está sucediendo. En consecuencia, algunas de las categorías y/o expresiones generadas por el pensamiento crítico de las últimas décadas –desde “patrimonio intangible” hasta “arte relacional”; desde “disciplina performática” hasta “capital simbólico”– asumen el proceso creativo y/o la aprehensión estética no como metodología para llegar al arte, sino como arte en sí mismos.

Por otra parte, la frontera entre la obra y el “registro” o “documentación” de la misma se ha vuelto inasible; cuando un pintor urbano como Blu actualiza sus dibujos (y se apropia de los ajenos) a partir de la técnica de stop motion, no está generando un documento posterior a la obra, sino que nos presenta una segunda instancia de ella: la naturaleza múltiple de los objetos enfatiza la naturaleza in-enmarcable de la creación. Así, la obra de arte como proceso dinámico tiene muchos estadios y es difícil determinar, por ejemplo, dónde empieza y acaba o a quién le pertenece en calidad de autoría.

Se trata de un tópico que ha interesado a Pierre Huyghe (París, 1962). En Dubbing, una película de 1996, el artista

muestra a un grupo de personas sumamente concentradas en el diálogo de un film cuyos subtítulos pueden leerse en el margen inferior de la pantalla. Lo que observamos es el doblaje de una película, pero el contenido de la misma solamente se revela a través de las líneas de texto y de lo que dicen los actores de doblaje. Aunque en realidad nunca hemos visto el film, podemos identificar su estructura narrativa, sus momentos apasionantes y sus más tranquilos episodios. (Art at the Turn of the Millennium, Taschen, 1999; la traducción es mía)

En otros trabajos, el autor enfatiza la imposibilidad de documentar en forma estricta lo real: en 1995 fotografió una esquina de la Rue Longvic de Dijon para luego instalar la fotografía en gran formato, a modo de espectacular, sobre la fachada del propio edificio, suspendida a unos tres metros del suelo. Luego tomó una segunda fotografía que incluía tanto la fachada como la re-presentación de la misma. El resultado, ejemplar en su rigor lógico, recuerda las pinturas del surrealista Paul Delvaux.

En trabajos más recientes, Huyghe ha trasladado sus reflexiones acerca de lo real y lo ficticio al ámbito de lo textual e incluso de lo legal. Por ejemplo en esta escultura tipográfica:

http://www.youtube.com/watch?v=AJk3cx8jihQ

Puertas móviles y desquiciadas, dice Huyghe, son las que separan al autor del espectador, a los hechos de la invención. Blancanieves y la 4:33 (un mito; un silencio cargado de accidentes) me pertenecen aunque yo no posea el copyright de ninguna de las dos: ¿Qué puede pensar alguien que entra a la Tate y ve: “Blancanieves no me pertenece”?… Blancanieves le pertenece a cualquiera que haya visto Blancanieves; por supuesto. Tienes que jugar con la escultura para poder ser parte de ella. (…) Es acerca de la circulación de las historias. Es acerca de cómo nos contamos historias los unos a los otros y el modo en que esto puede resultar muy fluido o fluir muy poco… Es por eso que están estas puertas moviéndose en este cuarto; un umbral. Decimos: ¿estás adentro o estás afuera de algo? Si el umbral se mueve, las puertas se mueven. Pero no hay más umbral, no hay más “adentro” y “afuera”…

Lo que me lleva al que quizá sea el personaje más popular revelado hasta ahora por el artista: Anlee.

http://www.youtube.com/watch?v=x9tVj4OLpBU

Como se explica en el video, Anlee es un diseño de personaje tipo manga cuyos derechos de autor fueron adquiridos vía catálogo por Phillippe Parreno y el propio Pierre Huyghe. Con este dibujo femenino como protagonista, los artistas realizaron entre 1999 y 2003 el proyecto No Ghost Just a Shell, que consistió en una serie de piezas (pinturas, películas, esculturas, etc.) realizadas por diversos creadores. Posteriormente, una vez que Anlee adquirió una suerte de biografía estética y espesor psicológico, los propietarios del copyright (es decir los dos artistas) cedieron legalmente los derechos del personaje al personaje mismo, como si se tratase de la metafísica liberación de un esclavo.

A caballo entre Borges y Duchamp, el universo estético de Pierre Huyghe es una buena muestra de las dimensiones poéticas que puede alcanzar una invención cuyo fundamento es la lógica.

– Julián Herbert

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