La noticia acerca del choque de las culturas respecto a los derechos de autor ocupa las primeras planas de los medios alemanes desde hace semanas. Por un lado, el avance incontenible del Partido de los Piratas muestra hasta qué punto la población alemana simpatiza con su demanda de legalizar la piratería digital; por el otro, el reclamo de miles de creadores culturales expresa el rechazo de esta tendencia por parte de la élite intelectual.
Del lado de los piratas
El argumento principal de los piratas no podría ser más pragmático: Dado que es imposible –y en ello tienen absoluta razón– detener el acceso ilegal, a libros, películas, música, imágenes y demás obras culturales, no hay otra alternativa que legalizarlo. Para justificar filosóficamente esta demanda, recurren al paradigma posmoderno de la muerte del autor, según el cual todo acto creativo no es sino el rumiar de creaciones preexistentes –cada nuevo texto, cada inédito cuadro y cada inaudita canción son solo ensambles de ideas anteriores. En suma: todos los autores son piratas.
Del lado de los creadores
El argumento contrario ha quedado resumido en un manifiesto que, hasta la fecha, han firmado más de 10mil personalidades del mundo cultural alemán, entre ellas Martin Walser, Frank Schätzing, Günter Wallraff, Alice Schwarzer, Ilse Grubrich–Simitis, Daniel Kehlmann y Charlotte Roche. He aquí algunos fragmentos en castellano de su carta de protesta:
Con preocupación y azoro hemos seguido, nosotros, autores y artistas, los ataques públicos contra el derecho de la propiedad intelectual. El derecho de la propiedad intelectual es una conquista histórica de la libertad burguesa contra la dependencia feudal y garantiza la base material para la creación intelectual individual.
[L]o que hace falta es reforzar la protección de los derechos de autor y adaptarla a las actuales condiciones del veloz acceso masivo a los productos del trabajo intelectual.
Los derechos de autor posibilitan que nosotros, artistas y autores, podamos vivir de nuestro trabajo y también nos protegen a todos contra consorcios de Internet que operan globalmente y en cuyos modelos comerciales se acepta tácitamente la privación de los derechos de artistas y autores. La cotidiana presencia del Internet en nuestras vidas, con sus consabidos beneficios, no puede justificar el robo y no es ninguna disculpa para la codicia o la avaricia.
Atención: ¡Nos han amenazado! Criminales que combaten los derechos de la propiedad intelectual han anunciado publicar en la Red las direcciones (o las direcciones de los dominios de Internet) de cada uno de los firmantes, en caso de no cerrar la lista de firmas. Por favor, omita firmar si eso le suscita algún temor. Nosotros, por supuesto, no proporcionamos ninguna dirección.
Esta advertencia final nos permite aquilatar las dimensiones del conflicto, pues, por primera vez en la historia, el grupo Anonymus, conocido por su defensa a ultranza de la libertad de expresión en Internet, ha atacado digitalmente a personas individuales por expresar su opinión.
Escritor mexicano. Es traductor y docente universitario en Alemania. Acaba de publicar “Los fragmentos infinitos”, su primera novela.