Por el camino de Woodstock

Hoy, sitio interdisciplinario y abierto a la investigaciรณn pรบblica, el Brookhaven National Laboratory servรญa durante la Guerra Frรญa como una instalaciรณn reservada al estudio del รกtomo con propรณsitos militares.
Aร‘ADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

Hace 45 aรฑos, casi un mes despuรฉs de haberse consumado el alunizaje del Apolo 11, hazaรฑa cientรญfico-tecnolรณgica sin paralelo, se llevรณ a cabo otra, tan estridente y profunda en tรฉrminos sociales como la primera. Durante el fin de semana del 15 al 18 de agosto de 1969 mucha gente, la mayorรญa jรณvenes veinteaรฑeros, tomรณ el camino del norte de Nueva York.

A lo largo de cien horas, decenas de mรบsicos y operadores se instalaron frente a mรกs de 200 mil entusiastas de la aventura en los alrededores del pequeรฑo pueblo de Bethel para realizar el primer concierto masivo de mรบsica electrรณnica de la historia, si bien ya se celebraba en Monterey, California, uno que inaugurarรญa esta forma de hacer y escuchar, de convivir y degustar. Al igual que la cรกmara oscura en su momento con respecto a la pintura, el uso de medios elรฉctricos, primero, y luego electrรณnicos para generar sonidos amplificados causรณ honda impresiรณn en el pรบblico del siglo XX y modificรณ para siempre la concepciรณn estรฉtica de compositores, intรฉrpretes y productores. Demostrรณ que los resortes de la evoluciรณn tecnolรณgica, si es que esta existe, no se disparan solo por necesidad sino por razones lรบdicas. Abandonar la caja de madera y servirse de un truco electromagnรฉtico para hacer mรบsica era parte de un juego, pero sobre todo denotaba la fatiga creativa en la mรบsica popular a principios de los cincuenta.

Por el camino de Bethel se va hacia Ithaca, donde se localiza el campus de la Universidad de Cornell. Ahรญ visitรฉ al profesor Thomas Eisner, fundador de la quรญmica con enfoque ecolรณgico (como puede leerse en Letras Libres de agosto de 2011). Mientras que miles de drop outs celebraban su aquelarre con la naturaleza, Eisner establecรญa las bases de una nueva disciplina para estudiar y relacionarse con las especies vegetales, animales y los insectos. Cuando el mal del Parkinson lo asaltรณ, impidiรฉndole dedicarse a sus dos mรกs caras tareas, la investigaciรณn cientรญfica y la mรบsica, recuperรณ las fotografรญas de hojas de รกrboles que habรญa tomado en los alrededores de la estaciรณn biolรณgica de Rensselaerville (en el mismo estado de Nueva York, como a dos horas y media de Bethel) con una Wild M400 Photomakroskop, mรกquina que permitรญa magnificar hasta 20 veces el objetivo. En alguna ocasiรณn me obsequiรณ un ejemplar de su libro Chromatic Fantasy. Leaves in the Midst of Change, en el que recopilaba tales impresiones, insignificantes frente a lo que รฉl habรญa aportado, primero, al gรฉnero de la cinematografรญa documental de la naturaleza, y luego, al estudio del lenguaje quรญmico de los organismos vivos y su papel en las diversas sociedades. Sin duda, un volumen de poco valor, pero al mismo tiempo grandioso, el libro de un hombre valiente avasallado por una cruel enfermedad.

Si salimos de Manhattan hacia Long Island, al cabo de un par de horas de camino se topa uno con una ruta vecinal de acceso restringido, la cual conduce a un bosque donde se localiza el Brookhaven National Laboratory. Alguna vez instalaciรณn militar de la primera Guerra Frรญa (hoy vivimos la segunda), las habitaciones de Brookhaven son barracas diseminadas entre los รกrboles. Ahรญ, a mediados del siglo pasado, Sherwood F. Rowland llevรณ a cabo sus trabajos pioneros en la quรญmica “del รกtomo caliente”, es decir, en tratar de entender las propiedades quรญmicas de los รกtomos con excesiva energรญa traslacional y producida mediante procesos radiactivos. Esto, por azares del destino y la Era de Acuario y demรกs ondulaciones, lo llevarรญan a otro tema vital para la sobrevivencia de la vida en el planeta: la quรญmica de la atmรณsfera.

En ese entonces Brookhaven no era el sitio interdisciplinario y abierto a la investigaciรณn pรบblica, como lo es hoy, donde se habla de genรฉtica molecular, ciencia fotรณnica, fuentes de energรญa y novedosos dispositivos de su almacenamiento, cromodinรกmica cuรกntica y quรญmica de la estratosfera, sino una instalaciรณn reservada al estudio del รกtomo con propรณsitos militares. Rowland y un colega estaban midiendo el contenido de tritio en el hidrรณgeno atmosfรฉrico cuando, sorpresivamente, notaron una concentraciรณn excesiva del isรณtopo. Recopilaron los datos mรกs significativos, redactaron un artรญculo y lo enviaron a una revista cientรญfica para su publicaciรณn. Entonces las autoridades de Brookhaven los mandaron llamar para pedirles que retiraran el artรญculo. Pidieron una explicaciรณn y solo recibieron como respuesta la amenaza de considerar su trabajo parte de los archivos confidenciales, propiedad del gobierno. Poco despuรฉs se enteraron que lo que habรญan detectado habรญa sido un derrame de dicho isรณtopo en la planta nuclear de Hanford, estado de Washington. ¡Tardaron ocho aรฑos en publicar el artรญculo!

Con semejantes incentivos no era fรกcil persistir en la ciencia, aunque para Rowland no se trataba del primer obstรกculo en su vida. Pocos aรฑos antes habรญa sido tentado por la fama y el dinero. Nombrado el jugador juvenil mรกs valioso de basquetbol del รกrea de Chicago en 1949, los Globetrotters de Harlem le ofrecieron un jugoso contrato. Entre la investigaciรณn dura y el espectรกculo frรญvolo, Rowland optรณ por la primera. Soportรณ el desaguisado por razones polรญtico-militares hasta que, a principios de los setenta, decidiรณ aceptar la ingrata tarea de echar andar un departamento de Quรญmica en la Universidad de Irvine, California. Ahรญ conociรณ a un joven aspirante al doctorado, Mario J. Molina, quien deseaba ahondar precisamente en el comportamiento quรญmico de las molรฉculas. Sobre la mesa estaban los temas convencionales para “pasarla bien”, mรกs los atractivos en tรฉrminos econรณmicos, aunque le vendieras tu alma al propรณsito militar. Al final, Rowland agregรณ: “Pero tambiรฉn podemos abordar este otro tema, es algo inquietante y… sin duda, se halla muy lejos de nuestro campo”.

“Sherry —me dijo Mario Molina— se referรญa a emprender la titรกnica e incierta tarea de estudiar la suerte de determinados gases inertes”. Asรญ, juntos iniciaron una investigaciรณn de consecuencias, literalmente, mundiales, y en 1974 publicaron sus tรฉtricos y sorprendentes resultados. Veinte aรฑos mรกs tarde ganaron el Premio Nobel por su trabajo sobre el comportamiento de los CFC (clorofluorocarburos) en la atmรณsfera terrestre, convirtiรฉndose en verdaderos hรฉroes del ambientalismo.

+ posts

escritor y divulgador cientรญfico. Su libro mรกs reciente es Nuevas ventanas al cosmos (loqueleo, 2020).


    ×

    Selecciona el paรญs o regiรณn donde quieres recibir tu revista: