Es sabido que nadie puede ser escritor sin antes haber sido lector. Lo que es menos sabido es que muchos escritores han caรญdo tarde o temprano en la tentaciรณn de editar libros o revistas. Los ejemplos sobran y van desde Milton, Queneau o Breton hasta Bioy Casares, Reyes y Paz. A diferencia de los libros, las revistas literarias, por importantes, valiosas e inteligentes que hayan sido en su momento, tienen casi siempre una existencia efรญmera. Fuera de los archivos de algunas hemerotecas universitarias, resulta muy difรญcil para un lector acceder a ellas una vez que han salido de circulaciรณn. En el mundo hispano es muy raro, casi milagroso, que las revistas literarias se reediten. Debemos celebrar entonces que Rose Corral y Anthony Stanton, ambos investigadores de El Colegio de Mรฉxico, hayan rescatado la mรญtica revista Proa. Se trata de una ediciรณn facsimilar de la segunda รฉpoca de la publicaciรณn que fundรณ y editรณ Jorge Luis Borges entre 1924 y 1926, constituida de quince nรบmeros. Verla con su diseรฑo a dos tintas, sobrio y al mismo tiempo coqueto, muy de los aรฑos veinte, provoca asombro. Sin acusar el paso del tiempo en el color de sus pรกginas, resulta hoy casi sobrenatural. Al hojearla, uno no puede sino preguntarse quรฉ tiene esta revista para que haya valido la pena reeditarla mรกs de ochenta aรฑos despuรฉs y quรฉ datos puede arrojarnos, por simple comparaciรณn, acerca de nuestro tiempo.
En un hermoso estudio preliminar que nos orienta por sus รญndices y sus pรกginas, Stanton y Corral explican que Proa tuvo dos รฉpocas. Durante la primera, constituida apenas de tres nรบmeros, fue un trรญptico –muy semejante a la revista espaรฑola Ultra– que se distribuรญa gratuitamente en las librerรญas y a los amigos. Poco tiempo antes, el joven Borges habรญa pasado un aรฑo viajando por Europa, donde estableciรณ contacto con las vanguardias espaรฑolas. Junto a Jacobo Sureda, Juan Alomar y Fortunio Bonanova suscribiรณ un manifiesto ultraรญsta publicado por la revista Baleares en 1921.
La segunda รฉpoca fue mรกs larga y tambiรฉn mรกs glamorosa. Al timรณn de la nave seguรญa Borges, acompaรฑado de Ricardo Gรผiraldes, mecenas de la revista, Alfredo Brandรกn Caraffa y Pablo Rojas Paz. Desde el primer nรบmero, los fundadores describieron asรญ su horizonte: “Proa surge en medio de un florecimiento insรณlito: jamรกs nuestro paรญs ha vivido tan intensamente la vida del espรญritu. La alta cultura que hasta hoy habรญa sido patrimonio exclusivo de Europa y de los pocos americanos que habรญan bebido en ella, empieza a trasuntarse en forma milagrosa, como producto esencial de nuestra civilizaciรณn…” Ese texto, publicado como un editorial sin firma, fue ratificado por el contenido de cada nรบmero de la revista. Basta asomarse al รญndice para ver el apabullante florecimiento literario de aquella รฉpoca. Publican Pablo Neruda, Raรบl Gonzรกlez Tuรฑรณn, Roberto Ledesma. Pero tambiรฉn prosistas como Roberto Arlt y Roberto Mariani. Colaboran tambiรฉn artistas plรกsticos como Xul Solar, Pedro Figari y Adolfo Gramajo, y, por supuesto, Norah Borges. Aunque ya no era la prioridad, la presencia del ultraรญsmo siguiรณ siendo vigente, sobre todo con los poemas de Guillermo de Torre y Juan Marรญn, pero tambiรฉn descubrimos al Pablo Neruda mรกs vanguardista, no tan conocido ahora, gracias a un anticipo de su Tentativa del hombre infinito, largo poema unitario escrito en 1925, sin signos de puntuaciรณn ni mayรบsculas.
A pesar de la constante presencia del ultraรญsmo en Proa, los responsables de la ediciรณn facsimilar explican que “el verdadero carรกcter de la revista se localiza en su distanciamiento de este movimiento”. La segunda Proa ya no se define como una revista de vanguardia sino que busca tener un perfil propio. Aรฑos despuรฉs, recuerdan Stanton y Corral, Borges se expresarรก del ultraรญsmo como de una “hazaรฑa en el tiempo” y “nuestra derrota en lo absoluto”.
La negaciรณn del ultraรญsmo da cuenta de la absoluta modernidad de la revista. Imposible no recordar las palabras de Octavio Paz quien decรญa que la modernidad se define por su tradiciรณn de ruptura: “Lo moderno es una tradiciรณn. Una tradiciรณn hecha de interrupciones y en la que cada ruptura es un comienzo […] Esa frase encierra algo mรกs que una contradicciรณn lรณgica y lingรผรญstica: es la expresiรณn de la condiciรณn dramรกtica de nuestra civilizaciรณn que busca su fundamento, no en el pasado ni en ningรบn principio inconmovible, sino en el cambio.”
Ese “florecimiento insรณlito” del que habla el editorial del primer nรบmero, se extiende tambiรฉn a otros paรญses de Amรฉrica Latina. Proa busca ser ahora un espacio para la pluralidad de opiniones. Asรญ, desde el nรบmero 9, de 1925, la revista se propone, y con รฉxito, mostrar lo que ocurre en el panorama tanto latinoamericano como europeo. Es notable ese esfuerzo y sobre todo muy necesario para esos aรฑos en los que el nacionalismo era agobiante como bien lo describe Octavio Paz en Itinerario. Entre los grandes momentos literarios que se concentran en sus pรกginas estรก la Crรณnica de Espaรฑa, de Brandรกn Caraffa, el “Poema 8” de Veinte poemas de amor y una canciรณn desesperada, de Pablo Neruda, y “El camino de Espaรฑa”, de Xavier Villaurrutia. Otro acontecimiento memorable lo encontramos en la primera pรกgina del nรบmero 6, de 1925, donde Borges afirma: “Soy el primer aventurero hispรกnico que ha arribado al libro de Joyce” y, acto seguido, describe el Ulises como la maravilla que es, aunque nadie en ese entonces lo supiera. Despuรฉs de ese texto brillante admite: “confieso no haber desbrozado las setecientas pรกginas que lo integran, confieso haberlo practicado solamente a retazos y sin embargo sรฉ lo que es, con esa aventurera y legรญtima certidumbre que hay en nosotros, al afirmar nuestro conocimiento de la ciudad sin adjudicarnos por ello la intimidad de cuantas calles incluye ni aun de todos sus barrios”.
Los textos que publicรณ Borges, ya sean editoriales, poemas, cuentos o recomendaciones de otros autores, constituyen otras de las joyas incluidas en Proa. Colaborador muy activo en la revista, sobre todo con ensayos. En estas pรกginas es posible observar la evoluciรณn que tuvieron tanto su escritura como su pensamiento durante un aรฑo y medio. En pocas palabras, su paso del ultraรญsmo al criollismo. Uno de sus poemas mรกs notables con esta temรกtica se encuentra incluido en el nรบmero 14, de 1925, y se titula “Versos para Fernรกn Silva Valdรฉs”. En “El idioma infinito”, un ensayo brillante y de impresionante vigencia, Borges lanza una invitaciรณn a sus colegas escritores: “Lo que persigo es despertarle a cada escritor la conciencia de que el idioma apenas estรก bosquejado y de que es gloria y deber suyo (nuestro y de todos) el multiplicarlo y variarlo.”
El valor de una revista no reside รบnicamente en los textos que en ella se publicaron alguna vez, tampoco en el hecho de haber reunido los artรญculos o los poemas de un grupo de escritores, aunque sean ahora clรกsicos y en aquel entonces inรฉditos. Una revista es tambiรฉn una obra unitaria. Es necesario leerla en su conjunto, en sus distintos momentos, en la evoluciรณn de sus posturas estรฉticas y, si las tuvo, polรญticas. Una revista es, en buena medida, semejante a un aleph en el que se puede ver, si no todo lo que existe, sรญ todo lo que ocurrรญa en una รฉpoca y en un universo concreto, el de la literatura.
Si uno contempla la totalidad de los textos publicados en los quince nรบmeros de Proa, podrรก ver que tanto los poemas como los ensayos constituyen el gรฉnero privilegiado. ¿Cuรกntas revistas literarias hay en este momento, no digamos en Mรฉxico sino en el mundo hispano? ¿Quรฉ porcentaje de pรกginas ocupa la poesรญa en las publicaciones actuales? ¿Existen publicaciones que en estos momentos dialoguen con la tradiciรณn? A cambio tenemos internet, cientos de publicaciones, blogs de revistas digitales. Una supuesta megaoferta de la que, sin embargo, solo aprovechamos una parte รญnfima; cientos de novedades en las mesas de las librerรญas que son retiradas de circulaciรณn a los pocos meses sin pena ni gloria y, sobre todo, un galopante sรญndrome de atenciรณn deficiente que estรก acabando con el hรกbito de la lectura. Tal es nuestra “posmodernidad”. Si, a pesar de ella, sigue existiendo la tradiciรณn de la ruptura de la que Paz hablaba, lo lรณgico, lo coherente, es que un dรญa nos rebelemos contra ese estado de las cosas y con ello, probablemente, renacerรก la poesรญa. ~
(ciudad de Mรฉxico, 1973) es escritora. En 2011 publicรณ en Anagrama El cuerpo en que nacรญ.