Querido Pepe,
Comento a vuelapluma la discusiรณn que echaste a andar en tu โblogโ hace unos dรญas, luego de que un cobarde te insultรณ.
La definiciรณn de “libertad escensial” (sic) de algรบn participante se abraza con negritas de una consigna rara: “anonimato es libertad“. Esto no llega ni a peticiรณn de principio, pero entre algunos cibernautas es dogma de fe, una tan elรกstica que erradica la responsabilidad individual para luego convertirla en ingrediente de esa “libertad”.
En mi blog se me ha insultado bastante y, peor aรบn, sin mayor chiste. Ya una vez expliquรฉ aquรญ que no me importa que me insulten (tant pis) personas a quienes no conozco (tant mieux).
Creo que quienes insultan participan en el blog con โlibertadโ, pero sรณlo si su libertad va de la mano de su anonimato. Mรกs que anรณnima, su libertad estรก limitada por sus propias reservas ante la libertad. Juzgar esto, sin embargo, tambiรฉn es privilegio de su โlibertadโ y sรณlo ellos pueden enfrentarlo (y obviamente no lo hacen). De ahรญ lo curioso que resulte que su defensa del anonimato se haga a nombre de la โlibertad de imprentaโ (sic) como dice otro de tus crรญticos.
Ahora bien, la mejor prueba de que su anonimato es irrelevante es que sรณlo les importa a ellos. Suelen alegar: โยฟQuรฉ les importa si mi verdadero nombre es Pedro Pรฉrez?โ Nada importa, en efecto. Alguien que firma como โEl Aguila Calvaโ puede llamarse en la vida real Enzo Rivadeneira, que es tan relevante para รฉl, como irrelevante para el blog. Pero si insulta, esa irrelevancia se modifica (para รฉl y para el blog): oculta su nombre porque hasta su irrelevancia lo arredra. Su โlibertadโ, a diferencia del insultador que la exige, muestra su verdadero rostro, cobarde no ante los autores ni ante los demรกs participantes, sino ante sรญ mismo. No le importa: es irrelevante.
Quizรกs los obsesivos que mรกs insultan no osan decir su nombre porque pueden ser conocidos, reconocibles como personas (escritores, periodistas, alumnos, polรญticos, colegas universitarios, CEUistas, cuadros de un partido o lo que sea); es decir, corren el riesgo de que su nombre pueda identificarse con una circunstancia que explique su encono. Una cobardรญa que se agrega a la anterior, pues ese encono tambiรฉn se disfraza. ยฟQuรฉ deleite derivarรก de callar su afrenta, pero exhibir la ira que le causa?
Decir esa tonterรญa โAnonimato es libertadโ es una falta de respeto a la libertad y a los anonimatos necesarios que exige, por ejemplo, vivir bajo una tiranรญa, como Nadie bajo el Cรญclope (obviamente descarto aquรญ los alias de quienes practican una actividad ilegal, como otro โnadieโ, Nemo). Quien insulta sin nombrarse, erradica a su persona y pone en su sitio una ficciรณn, si no es que una mera funciรณn fรกtica. Que esa ficciรณn se haga de un sitio en un โdiรกlogoโ en el que abundan otras ficciones, no le aporta mรกs realidad; acaso refuerza la ilusiรณn de “realidad” que el anรณnimo ansรญa, precisamente por ser anรณnimo, porque no se exige realidad, o porque ya lo perdimos y cree que la realidad es su computadora. Insultar sin cara no supone riesgo, ni arrojo, ni inventiva, ni gracia, requisitos de un insulto meritorio, como pide Cyrano. Quien insulta asรญ apena, pues prescinde del verdadero deleite de insultar, que es inseparable del riesgo de hacerlo. Un insulto que no da la cara no es insulto.
Soltarle un verdadero insulto a un individuo sรณlo tiene sentido desde la propia individualidad. En ese sentido, me intriga que llames cobarditos (que insultes) a quienes nos insultan. Porque… ยฟquiรฉn recoge ese insulto? Es divertido que el cobardito se ofenda. Al hacerlo acepta que quien recoge el insulto es la persona que es, no su alias. Al ofenderse, chillar y amenazar, sus argumentos para sostener su anonimato se le revierten; al sentirse ofendido prescinde de su anonimato para ser lo que mรกs aborrece: alguien con nombre propio. Esa contradicciรณn, claro, lo saca de quicio.
Pero hay un ingrediente, al que has aludido, que le agrega otra dimensiรณn al asunto. Es un ingrediente que me recuerdan, de vez en cuando, quienes me insultan en el blog: saben quiรฉn soy, me han visto, me conocen. Hay algunos a quienes les gusta mencionar, de vez en cuando, supongo que con รกnimo de intimidarme, que saben dรณnde vivo.
En este sentido, ese seรฑor participante, propenso a la confecciรณn de apotegmas hueros, dice ufano: โLos derechos de todos en la red son exactamente los mismos GRACIAS a que el anonimato es posible.โ No es asรญ. En su โrazonamientoโ, no importa que sea posible el anonimato, sino que es necesario para que de esa necesidad derive la igualdad de todos. El acceso a la red en ningรบn momento tiene como requisito el anonimato. Eso es tan tonto como decir que el anonimato es requisito para andar por la calle. Pero es mรกs necio aรบn proponer que los derechos son los mismos, cosa que rebate precisamente esta discusiรณn: si se considera al anonimato como un โderechoโ, resulta que ni tรบ ni yo lo tenemos ni, para el caso, nadie que tenga la (en apariencia mala) costumbre de ponerle su nombre a lo que escribe. Por tanto, tรบ y yo estamos en desigualdad, no sรณlo se nos insulta, sino que somos vรญctimas de discriminaciรณn. Y no veo a ningรบn justiciero llevando valientemente el caso a la CNDH.
El pobre diablo que insulta sin cara puede estar sentado detrรกs en un cafรฉ, o vernos en la calle, o acudir al curso o la conferencia, solazรกndose en lo que para รฉl es la โventajaโ de saber quiรฉnes somos. Ahora bien, que se trate de un deleite perverso (en tanto que el tipo se convierte en un voyeur) nos coloca en cierta indefensiรณn. ยฟParanoia? Bueno, cautela…
No se puede tomar a la ligera a personas que todos los dรญas quieren que recuerdes cuรกnto y cรณmo te detestan. Exhiben odios convencionales que nosotros encarnamos por escribir en Letras Libres y que se articulan como insultos clasistas (porque somos lo que llaman โpirrurrisโ), racistas (porque no somos โdicen ellosโ โnacosโ), o porque somos โviejosโ, y claro, porque somos โpanistasโ o aun del โyunqueโ o porque โยกhorror!โ estuvimos cerca de Octavio Paz. Y, claro, la imprescindible xenofobia, esa pasiรณn tan nuestra, tรบ que la mereces por ser de origen espaรฑol, yo por apellidarme en inglรฉs. (Es muy elocuente, por cierto, que quien niega su nombre se ensaรฑe alterando el de quien lo afirma.) Cuando comienzan a pasar del mundo cibernรกutico a los hechos ya hay, ademรกs de la cobardรญa, una patologรญa. La primera vez que algรบn cobardito aludiรณ con cierto detalle al lugar donde vivo consiguiรณ su objetivo: me obligรณ a estar atento, pues debo cuidarme, y a los mรญos.
Por eso creo que lo mejor es permitirles a los cobarditos que nos insulten desde la seguridad de su hogar.
Que se desfoguen. Que al oprimir el cuadrito Enviar sientan que enmendaron al mundo, desfacieron entuertos, repararon afrentas, restauraron virgos, distribuyeron justicia, vistieron al desnudo, rescataron al oprimido, instauraron la democracia, demostraron el fraude, salvaguardaron honras, mataron al dragรณn y lo que les venga en gana.
La otra cosa que convendrรญa, querido Pepe, es ascender a los altares. Lograr que la necesidad de todo lector que desea leer sรณlo lo que quiere leer, o sรณlo lo que coincida con lo que cree, quede satisfecha. Para lograrlo, basta terminar los artรญculos o posts o como se llamen, trรกtense de lo que traten, con este machote:
Para terminar, el autor de este blog se declara enemigo de la atroz injusticia (favor de anotar aquรญ su injusticia preferida); exige que se meta a la cรกrcel a (ponga aquรญ el nombre de quien usted cree que debe ir a la cรกrcel, incluyendo al autor del blog) y se declara airadamente indignado por (ponga aquรญ lo que se le pegue la gana).
Santo remedio.
Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.