Señor director:
Envié una carta con respecto al ensayo de Rafael Lemus (“Balas de salva. Notas sobre el narco y la narrativa mexicana”, Letras Libres no. 81) y Álvaro Enrigue me contestó que era confuso en mis planteamientos, así que lo reduje a la siguiente misiva:
— La literatura con el tema del narcotráfico no es ramplona ni retratista ni especuladora policíaca.
— La literatura del narcotráfico en Sinaloa, como cualquier literatura regional ante la literatura nacional, es una estructura lingüística, narrativa y novelística: se escribe como se oye y como se habla en casa y en la calle, con giros y modismos del lenguaje norteño, culiche, marismeño-mazatleco y sinaloense.
— El entrecruce de la novela urbana con la novela rural, por el origen de los personajes, es un universo caótico, disparado de la necesidad humana a la caracterización psicosocial que se impacta en lo familiar y existencial.
— La resignificación sociocultural de las tradiciones y costumbres se da en los escenarios del paisaje urbano y la topografía rural.
— En términos del culto al canon literario del centro a la provincia, Malverde significa para los sinaloenses lo que Pedro Infante significa para los mexicanos y lo que Octavio Paz significa para la intelectualidad mexicana.
— La cultura y la literatura regionales son el soporte de la Gran Cultura y la Gran Literatura Mexicanas. Además, no se necesita vivir y escribir en la ciudad de México para…
— Si a la literatura del narcotráfico se la quiere clasificar como subliteratura, empecemos a clasificar a los críticos literarios también como subcríticos literarios, ya que se han posicionado como tales.
— Si Rafael Lemus critica la literatura del narcotráfico del Norte y de Sinaloa, entonces, ¿cómo criticar la novela de Rafael Rodríguez Heredia, que narra lingüística y novelísticamente la existencia de los Maras?, ¿como una subnovela de la subliteratura del submundo del sur regional y/o nacional?
— Los autores y antecedentes literarios de la literatura del narcotráfico en Sinaloa son Leónides Alfaro para Élmer Mendoza y Juan José Rodríguez en Sinaloa, y Pedro Casals para Arturo Pérez Reverte en España.
— Si la literatura del narcotráfico se lee exagerada y no moderada, no es por falta de un lenguaje apropiado, sino porque la realidad es una transmutación que se dispara arteramente del submundo narco al mundo conservador, a través de un lenguaje dislocado que tiene como centro desequilibrado la violencia real e imaginaria, que como antecedentes están en las literaturas policíaca y la Non Fiction Novel.
— Si acatamos que hay tantos realismos como sujetos, no veo cómo un escritor pueda detectar la mierda y hacerse a un lado para que no lo enmierde hasta las manos y los ojos… Ah, ya sé: siendo un crítico literario. –