Todos los escritores del mundo son aragoneses

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Cosas recientes: Patxi Irurzun me dedicó una entrada de su blog, “Odio a Félix Romeo”. En el blog de Abdennur Prado, un comentarista me tachaba de islamófobo porque hablo bien en mis artículos de ABC (y no sólo allí, pero esa era la referencia) de escritores exiliados de países islámicos como Ayaan Hirsi Ali, Chahdortt Djavann o Abdela Taia que defienden la democracia y las libertades individuales… y hablo mal de algunos cínicos como Edward Said y Mohamed Darwish, ídolos del proislam en Occidente.

Quiero decir, estoy acostumbrado a la crítica y también a lo que pasa de ser crítica a ser insulto: eso va en la libertad de expresión que defiendo. Me gusta leer las críticas y los insultos. No finjo no conocerlos, como la zorra que ve verdes las uvas maduras porque no las alcanza. Prefiero la crítica y el insulto publicado al chisme de café y a la intriga secreta. Mis diferencias con otros escritores también prefiero publicarlas.

Por eso, la crítica de Laura Freixas a mi selección de libros [ver “España en 100 libros”, Letras Libres 100, y “Las que faltan”, Letras Libres 101] me gusta. O, mejor, me parece estupendo que la haga, y en la misma revista que me pidió la lista.

Aunque, claro, no la comparto y me parece delirante que basándose en ella me incluya en el club de los machistas, de los odiadores de las mujeres, de quienes marginan a las mujeres creadoras. No voy a entrar ahí. Ya he chupado mucha monserga que me hacía culpable de crímenes inimaginables: los católicos dicen que nacemos ya con el pecado original dentro.

Pero sí me gustaría rebatirle uno de sus argumentos: no sólo tres autores de mi lista eran aragoneses, sino que lo eran todos.

Buñuel, Sender, Tomeo y Martínez de Pisón nacieron en Aragón.

La madre de Berlanga era aragonesa, como la abuela de Ray Loriga y como la familia de Dolores Franco, la madre de Javier Marías, así que ahí ya tenemos tres aragoneses más: en el derecho aragonés el lugar de nacimiento no es determinante para conseguir la nacionalidad.

Homenaje a Cataluña, de Orwell, sucede casi en su integridad en Aragón, el único frente que pisó el británico. Hemingway afirmaba que vino a la guerra civil a defender “Zaragoza y la noche sobre el puente, mirando el Ebro”… y a su barca la bautizó con el nombre de Pilar, como una de sus amantes zaragozanas. Ya llevamos nueve aragoneses.

El padre de Andrés Trapiello hizo la guerra en el frente de Teruel, que le marcó para siempre, y varios de los poe-mas de su hijo, algunos de los mejores, hablan de ese asunto. Uno de los pintores preferidos de Thomas Bernhard, y del que escribió muy a menudo, es Goya, que también tuvo la ocurrencia de nacer en Fuendetodos, aunque murió en el exilio, en Burdeos, y su cabeza se ha perdido. Juan Ramón Jiménez estuvo varias veces en Aragón, en sus balnearios y sanatorios, y se conocen muy bien las aventuras que tuvo con las monjas que le asistían… lo cuenta largamente Ignacio Prat en su ensayo El muchacho despatriado. Gómez de la Serna escribió una biografía sobre Goya, dio una conferencia en Huesca (invitado por el escultor Ramón Acín, que produjo Las Hurdes, el documental de Buñuel, y a quien fusilaron en la guerra los sublevados junto a su mujer, la pianista Concha Monrás), y prologó un libro de Tomás Seral y Casas. El principal propagandista de Menéndez Pelayo fue Miguel Artigas, turolense: director de su biblioteca en Santander, creador de la Sociedad Menéndez Pelayo y de los cursos de verano para extranjeros, exégeta y biógrafo.

Tenemos ya en el saco a catorce aragoneses, que harían un soneto.

Roberto Bolaño ambientó algunos relatos en Zaragoza… incluso en la cárcel de Zaragoza, donde yo pasé un año y medio.

(Y sin quererlo, y paradójicamente, he llegado a una cuestión de género. Por ser varón tenía la obligación, que no tenían las mujeres, de cumplir el servicio militar. Por negarme a cumplirlo y defender mi libertad, estuve encarcelado.)

Chaves Nogales tenía una hija que se llamaba Pilar, nombre por excelencia de las mujeres aragonesas de antaño, y ganó el premio Mariano de Cavia, que había nacido en Zaragoza, muy cerca del Pilar, por cierto.

Carmen Martín Gaite, Fernando Savater, Enrique Vila Matas y Javier Cercas son indudablemente aragoneses, porque con ella y ellos he estado varias veces en Zaragoza, capital de Aragón desde hace un año y pico (y esto es cierto: el Estatuto de Autonomía ha reconocido la capitalidad de Zaragoza sólo en su última reforma). Como lo era Ignacio Aldecoa, amigo de Miguel Labordeta y al que visitó en más de una ocasión… Por cierto, Miguel Labordeta vivía muy cerca de donde había vivido el escritor cubano José Martí, que perdió su virginidad en Zaragoza, como escribe en un poema de Versos sencillos.

Si no me equivoco contando ya voy por los veintiún aragoneses.

José Ortega y Gasset escribió un ensayo entero sobre Goya, que escribió en un carta que Zaragoza era su patria. Valle Inclán escribió largo sobre el carlista Cabrera, el Tigre del Maestrazgo, y en Luces de Bohemia tuvo la ocurrencia de poner un camarero de Huesca… También hizo un prólogo a un libro de Sender, pero se trata de un apócrifo. Josep Pla tenía a Goya, como declaró a Joaquín Soler Serrano en su entrevista televisiva, entre sus cuatro pintores preferidos.

Y Vargas Llosa tuvo una casa en Calaceite, Teruel. ~

 

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(Zaragoza, 1968-Madrid, 2011) fue escritor. Mondadori publicó este año su novela póstuma Noche de los enamorados (2012) y este mes Xordica lanzará Todos los besos del mundo.


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