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El coleccionismo suele ser una afición, una idolatría o un vicio (¿pero las tres cosas no son vicios?) de los millonetas o de los avaros (pero también los avaros resultan sublimados en millonetas, a final de cuentas). Respecto de los millonetas he aquí que, según la radio neozelandesa, uno de ellos, en una subasta realizada en Nueva Zelandia, acaba de adquirir por trece mil doscientos diecisiete dólares un mechón de cabello (de 2.5 cm.de diámetro) del emperador Napoleón Bonaparte. El mechón había sido cortado por el oficial británico Denzil Ibbetson al día siguiente del 5 de mayo de 1821 en que el ilustre avasallador de Europa agonizaba en la isla de Santa Elena (la misma a la que fray Luis de Granada había brillantemente greguerizado como un pezón de tierra que surgía del mar).

Ya se sabe que los de la Pérfida Albión fueron los vencedores y los definitivos carceleros de Napoleón, de modo que debían pensar que los restos recientemente mortuorios del susodicho les pertenecían como trofeos de guerra. Otro tanto debe haber sucedido con el famoso (y supongo momificado) escroto napoleónico, del que dicen que desde hace mucho está en posesión de otro milloneta y acerca del cual hay mezquinas consideraciones acerca del insuficiente tamaño de la virilidad física del personaje grande en otro sentido (el histórico). Y ya se sabe también que Napoleón, el supremo Raptor de Europa, había sido calvo prematuro, por lo cual cabe pensar que ese mechón de pelo debía ser la última y la preciadísima de sus últimas pertenencias capilares. Así que los pérfidos albionenses ya no sólo fueron los vencedores del gran corsofrancés (o francocorso, as you like it) sino que además han sabido hallar valor comercial a ese mechón, una de esas piececillas corporales que, como el famoso escroto, que quizá también fue conseguido por otro coleccionista inglés, sería considerado por los historiadores de otros paìses como meras bagatelas.. Históricas, pero bagatelas.

Pero ¿quién podría en serio certificar que tanto el mechón como el escroto afamados eran realmente los de Napoleón?

(Ya recordarán ustedes lo que aquí pasó hace años con la osamenta de Cuauhtemoc dizque hallada por una maestra de historia que por ello tuvo sus horas de celebridad.)

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Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.


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