Un poeta que sabe leer

Juan Domingo Argüelles recorrió todos los rincones de la poesía mexicana para recopilar un gozoso muestrario de versos obscenos. Un sobresaliente ejemplo de investigación literaria donde el primero que gana es el lector.
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Juan Domingo Argüelles (nacido en Chetumal, en 1958) empezó a publicar libros de poesía a los veinticuatro años, y desde los primeros mostró una gran facilidad para las formas clásicas, que no tantos dominan. También sentido crítico, en reseñas inteligentes y libros como Quintana Roo. Una literatura sin pasado y Diálogo con la poesía de Efraín Bartolomé. Ha publicado un millar de artículos de editorialismo cultural y se ha convertido en especialista del mundo del libro: leer, escribir, editar; las bibliotecas, la educación.

Habla de lo que sabe. Escribe sobre el mundo editorial con experiencia de editor. Escribe sobre poesía, con la experiencia de leerla y escribirla. Y escribe con animación: “A chorro” –como decía Emilio Uranga de Alfonso Reyes, frente a la multitud de poetas que circulaban como tales por haber publicado un librito en su lejana juventud–. En la tradición alfonsina, Juan Domingo Argüelles ha publicado medio centenar de libros antes de cumplir sesenta años. Algunos muy alfonsinos, con ensayos de libre divagación, como El género curricular y la verdadera historia de Nadie.

Ahora publica una Breve antología de poesía mexicana impúdica, procaz, satírica y burlesca. Interdicta, secreta, anónima, culta y popular (Océano, 2015) que es todo un acierto. Es una obra maestra de pepenador que ha recorrido todos los basureros de la poesía mexicana con el ánimo de rescatar flores de la basura. La investigación (amplísima) es notable.

Una tradición de las antologías (y no solo en español) es repetir poemas una y otra vez. Hasta cierto punto es inevitable. Los poemas “de antología” no aparecen por obra del antólogo, sino del poeta que los escribió. Omitirlos porque fueron antologados previamente no es un gran servicio al lector. Pero se agradece la inclusión de poetas o poemas poco conocidos, dignos de ser antologados. Un posible criterio antolométrico sería medir en cada antología el porcentaje de poemas que están en ese caso. Con tal criterio, esta alcanza un lugar sobresaliente. La cantidad de poemas nunca antes antologados llama la atención.

También es notable el índice de autores, títulos de poemas y primeros versos. Recorriéndolo, aparecen las primeras palabras de poemas conocidos por la tradición oral, pero que no suelen verse escritos; o que se ven escritos en las paredes de lugares inmundos. También salta a la vista la cantidad de nombres ilustres que han hecho poesía de esta, desde Sor Juana hasta Alfonso Reyes, Xavier Villaurrutia y Salvador Novo.

De Novo y Reyes es un par de sonetos obscenos que intercambiaron como salutaciones de Año Nuevo. Contrasta su perfección con su tema y, precisamente por eso, sorprende un verso mal acentuado:

que así mueren las civilizaciones

Se trata de un endecasílabo que no suena a endecasílabo (como sonaría, por ejemplo: que así movió las civilizaciones). Suponiendo un error de transcripción, busqué el original en las obras de Reyes y el verso estaba tal cual. Habría que ver el manuscrito.

Las notas informativas abundan. Conocía, por ejemplo, y me divertía, el epigrama de Erasmo Castellanos Quinto:

A la luz de los quinqueses,

sentados en los sofases,

tomando nuestros cafeses

me acuerdo de sus mamases.

Pero no conocía la anécdota que le da sentido. En un apagón, don Erasmo saca unos quinqués para continuar la conversación con sus alumnos, que le piden un epigrama sobre el incidente. Y en el acto compone esta elegante mentada de madre contra los electricistas.

Juan Domingo Argüelles demuestra con esta antología que es un poeta que sabe leer. ~

 

(Letras Libres, enero 2016)
 
 
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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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