Un riego para la lengua

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¿Es la muerte de las lenguas algo real? ¿Importa? ¿Debería importarnos? Si sabemos que hay un total de 6.800 lenguas en todo el mundo y que la mitad de ellas corre el riesgo de desaparecer durante el siglo XXI, sería temerario responder No. Una de las mayores dificultades que enfrenta cualquier lengua minoritaria y entre las que se cuenta ese 50% de las que ningún bisnieto pronunciará palabra, es la ausencia de expresión escrita. Si lo que asegura la transmisión oral de una lengua es que existan como mínimo cien mil personas que la hablen, entonces en efecto más de tres mil lenguas desaparecerán irremediablemente sin dejar registro escrito, ningún libro. ¿O será por eso? Tal vez no es cuestión de matemáticas sino de literatura.
     Ante la duda, Chusé Raúl Usón decidió montar en 1994 la editorial Xordica, con sede en Zaragoza, y que entre otros tenía el objetivo de iniciar una colección de narrativa en aragonés, una lengua romance que se habla y se escribe cada vez menos. Para Usón, sin embargo, la edición en una lengua que se mantiene al margen de los planes de estudio, así como de los medios de comunicación, y para la que no existe un “mercado normalizado”, es más un compromiso consigo mismo y una labor de altruismo.
     A Xordica, que significa ortiga en aragonés, una planta silvestre usada para fines tanto medicinales como gastronómicos, le costó tres años de publicar en español (cuatrocientos millones de hablantes) que las cuentas le permitieran invertir en una colección de narrativa para adultos y otra infantil en aragonés (cincuenta mil hablantes, 80% de los cuales lo emplea o bien de manera castellanizada o bien de forma esporádica).
     Junto a Gara d’Edizións (editorial que ocasionalmente publica alguna traducción al aragonés), el Consello d’a Fabla Aragonesa y la Rolde d’Estudios Aragoneses (asociaciones culturales con su respectiva área de publicaciones), Xordica es la única editorial que edita en la que según la Unesco es la lengua más amenazada de Europa, una lengua cuyo origen data del siglo VII y su apogeo, extendiéndose por toda la región de Aragón, del siglo XIII.
     Sobrevivir durante estos nueve años y algo más en los que Xordica se ha hecho un hueco dentro de un sector en crisis ha sido posible, según Chusé, gracias a la “búsqueda de calidad literaria, a la fidelidad con sus lectores, al trato directo y cordial con los autores y a mantener una total independencia económica”. Aunque reconoce las dificultades del día a día, Chusé considera que basta creer en lo que se hace para salir adelante. Los libros de Xordica hablan por sí mismos de esta filosofía: ediciones cuidadas, con un buen diseño acompañado de ilustraciones para los libros infantiles e, incluso, una página web sencilla que refleja la calidad y el entusiasmo por seguir haciendo, por muchos años más, su trabajo.
     “Estamos dando los primeros pasos frente al resto de lenguas del Estado español, pero en aragonés está todo por hacer”, afirma Usón, que, con su iniciativa y el esfuerzo de muchos más que se unan a la causa, espera “que algún día el aragonés penetre en las escuelas y la población escolar tenga al alcance literatura específicamente escrita para ellos en su lengua materna”. Los hechos lo avalan. En 2001 la colección Xordiqueta, de biografías de aragoneses ilustres, destinada al público infantil y escrita naturalmente en aragonés, recibió el Premio Saputo en la categoría de “Difusión de las Letras”. Tras un acuerdo con Hibercaja, Xordica tira cinco mil ejemplares de cada libro en dicha colección y los distribuye entre la población escolar.
     Para celebrar su décimo aniversario —se cumple en enero de 2004— Xordica tiene previsto editar una peculiar antología: un prontuario erótico (un “eroticario”) sobre diferentes vertientes del amor y del sexo, un libro de gran formato, ilustrado y comentado por escritores españoles. No obstante, esta editorial independiente continúa con su línea editorial en castellano. En su catálogo constan 41 títulos repartidos en ocho colecciones, en las que se incluyen materias tan eclécticas como la diversidad lingüística que promulga su fundador: creación literaria, teatro, relato, guión cinematográfico, miscelánea y memorias.
     No hay que ser “catalanista” para defender una lengua y a cambio de ello olvidarse de otras, sino, como dice Chusé, apostar por la diversidad lingüística, dado que “cada una es única e irrepetible y debe hacerse lo indecible porque no desaparezca en virtud de que todas ellas nos han de merecer respeto”. De lo contrario, se repetirá la historia del último hablante del eyak. Maria Smith tenía 83 años cuando un voluntario de World Watch Institute fue a visitarla a su aldea en Alaska. Era la última que hablaba aquella lengua, a la que le quedaban pocos días. “Es horrible estar sola —dijo—. Soy la última persona que habla nuestra lengua.” No sabemos a que llamaba nuestra aquella pobre anciana, pero lamentablemente no se refería a nosotros. ~

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Periodista y escritor, autor de la novela "La vida frรกgil de Annette Blanche", y del libro de relatos "Alguien se lo tiene que decir".


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