Viviendo con la Credencial de Registro Alienígena

De acuerdo con la Ley de Registro Alienígena todos los extranjeros radicados en Japón tienen que, además de solicitar una visa, tramitar la Credencial de Registro Alienígena (CRA) que sirve para mantener un control estadístico de sus domicilios y garantizarles, en teoría, un trato administrativo justo.
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De acuerdo con la Ley de Registro Alienígena todos los extranjeros radicados en Japón tienen que, además de solicitar una visa, tramitar la Credencial de Registro Alienígena (CRA) que sirve para mantener un control estadístico de sus domicilios y garantizarles, en teoría, un trato administrativo justo.

No importa que tengan la residencia permanente, que puede solicitarse después de haber residido más de 10 años en Japón. Tampoco importa si están casados con algún ciudadano japonés. La CRA es la única identificación oficial avalada por las oficinas gubernamentales.  Todos los extranjeros, salvo los diplomáticos y los oficiales de las bases militares estadounidense, tienen que portarla y mostrársela a un oficial de la policía en caso de que este se los exija. En caso de no tener la CRA la multa asciende a 200 mil yenes (unos 2,403 dólares)

¿Por qué detener a un extranjero y pedirle su CRA? Todo está codificado en el artículo segundo de la Ley de Deberes y Ejecución de los Oficiales de la Policía. Los oficiales pueden hacer preguntas a cualquier persona que consideren “sospechosa”, extranjeros o no. Sin embargo, los únicos que reciben una multa por no tener una identificación son los foráneos. Los japoneses no están obligados a portar ningún tipo de documento oficial. Además, el criterio para determinar quién es sospechoso, muchas veces tiene un sesgo racial. Incluso, se enfocan hacia un cierto tipo de grupos de extranjeros.

Por ejemplo, un amigo bangladesí, en los primeros meses de su estadía en Japón, siempre que pasaba por la comisaría, un oficial lo paraba para comprobar si tenía su CRA. Un día se hartó y se le ocurrió comprar una sudadera de la institución en donde estudiaba su doctorado: la Universidad de Tokio. A partir de esa fecha lo dejaron en paz, los policías entendieron que él estudiaba en la mejor universidad de su país y para estos señores, nadie puede ser sospechoso si estudia en esa prestigiada institución.

Lo anterior no significa que todos los policías detengan a todos los extranjeros que ven caminando ni que todos sean como esos oficiales. Pero no se puede negar que existe un criterio discriminatorio. De esta suerte, diversas ONG y organizaciones de extranjeros, como la Asociación pro Derechos Humanos de los Coreanos Radicados en Japón han exigido eliminar la existencia de este documento y las penalizaciones económicas porque consideran que viola la Constitución de 1947.

No soy abogado ni tampoco tengo un conocimiento detallado de la Constitución, pero si hacemos una lectura de este documento “impuesto” por las fuerzas de ocupación estadounidense, encontraremos una situación ambivalente. La Carta Magna establece en su capítulo tercero que en Japón están garantizados los derechos humanos, pero a diferencia de la Constitución mexicana (que garantiza en el artículo primero los derechos todos los individuos) la japonesa sólo garantiza los derechos de los “ciudadanos japoneses”.

¿Significa que los extranjeros no tienen derechos? No necesariamente. La misma Constitución establece en su parte introductoria y en el artículo 98 que Japón reconoce las leyes de los países extranjeros, con los que ha establecido algún tipo de acuerdo, así como los tratados firmados en los organismos internacionales. De este modo, los derechos de los extranjeros están reconocidos, pero de manera indirecta. Por esa razón puede coexistir una enmienda discriminatoria como la Ley de Registro Nacional.

La primera versión de la Ley de Registro Nacional data de 1947, cuando las autoridades de ocupación estadounidense exigieron al gobierno de Shigeru Yoshida establecer una legislación que permitiera un control de los extranjeros radicados en Japón. De este modo, se estableció el Decreto de Registro de Extranjeros, que cambió su nombre a Ley de Registro Alienígena en abril de 1952, cuando entró en vigor el Tratado de Paz de San Francisco y terminó la ocupación estadounidense.

Con estas leyes de control sobre los extranjeros los primeros afectados fueron los zainichis, nombre con el que se conocen a los coreanos radicados en Japón desde antes del fin de la Segunda Guerra Mundial. Estos grupos tienen un estatus distinto a los coreanos emigrados después de 1965, año en el cual Japón y la República de Corea normalizaron sus relaciones diplomáticas. Sobre el tema de los zainichis quisiera hacer una pausa.

En 1910, la península coreana fue colonizada por los japoneses. A partir de esta fecha, los coreanos se convirtieron en “ciudadanos de segunda categoría” y fueron obligados a hablar japonés y a usar nombres japoneses. Muchos de ellos fueron “forzados” a venir Japón y aunque se “convirtieron” en japoneses, la discriminación se mantuvo.

Cuando culminó la Guerra del Pacífico, algunos coreanos decidieron mantener la nacionalidad japonesa adquirida en el periodo colonial japonés y ocultaron su origen étnico, pero la gran mayoría recuperó la ciudadanía coreana, volviéndose con ello en los “únicos” extranjeros residentes de Japón (algo similar les sucedió a los mexicanos radicados en California después de la Guerra México-Estadounidenses de 1848). La sociedad japonesa, por supuesto, siguió discriminándolo a ellos y a sus descendientes, quienes a pesar de haber nacido en Japón y hablar japoneses no eran considerados como ciudadanos. La nacionalidad japonesa se adquiere por sangre y no por nacer en Japón.

Cabe destacar que desde la década de los noventa, nuevos grupos extranjeros han emigrado a Japón y su composición se ha vuelto más heterogénea. Actualmente, el número de extranjeros residentes no supera el 2% de la población total. Los chinos ocupan el primer lugar (29%), les siguen de manera descendiente los coreanos (26%), los brasileños (14.1%), los filipinos (9.5%), los peruanos (2.7%), los estadounidenses (2.6). Los mexicanos no ocupan una porción importante (0.1%).

Retomando, salvo las distintas ONG que abogan por los derechos de los extranjeros los japoneses no tiene una idea precisa sobre las implicaciones de Ley de Registro Alienígena ni les interesa mucho el tema.

Hace dos años, la Dieta aprobó la idea de reformar la Ley de Inmigración y establecer un nuevo sistema de registro, el cual entrará en vigor el próximo año. Sin embargo, nadie (autoridades, sociedad ni comunidad internacional) saben a ciencia cierta qué tipos de cambios vendrán.

Hay varias propuestas, pero de acuerdo con el Comité contra la CRA, la propuesta dominante ha sido la de los grupos conservadores, quienes demandan un mayor control sobre los extranjeros para evitar actos terroristas y la propagación del crimen organizado internacional. Los grupos moderados proponen un sistema de registro justo que proteja la integridad de los extranjeros. Por su parte, los grupos liberales no solo han protestado en contra del endurecimiento de los controles, sino que han propugnado por reformas a la Constitución que permitan a los extranjeros con residencia permanente, incluidos los zainichis, poder votar en las elecciones locales.

De concretarse lo anterior, los extranjeros dejarían de ser actores pasivos y podrían cabildear para mejorar su posición dentro de la sociedad. Empero, en el corto plazo esta propuesta tiene pocas posibilidades de realizarse porque la sociedad japonesa teme que sean los extranjeros quienes acaben definiendo el resultado en un proceso electoral competido.

Sea la decisión que se tome, el próximo año cambiará el régimen que ha dominado, durante casi 60 años, la suerte de los extranjeros. Es una oportunidad única para que las autoridades japonesas demuestren que pueden respetar realmente la integridad y dignidad de los extranjeros. Es una oportunidad para que Japón demuestre al mundo que es capaz de tolerar la diferencia.

Tokio 2011

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Profesor asistente del Departamento de Estudios Humanos de la Universidad Agroveterinaria de Obihiro. Su especialidad es la política japonesa.


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