Vivir en Cuepopan

En realidad no se vive en el Centro, sino en Cuepopan, una de las cuatro parcialidades de Tenochtitlan.
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¿Por quรฉ en Mรฉxico?

 Luis Felipe Fabre

Poemas de terror y de misterio (2013)

 

Se llega al departamento para teclear con dedos que huelen a tortilla y salsa roja del Salรณn Espaรฑa que en realidad no se vive en el Centro, sino en Cuepopan, una de las cuatro parcialidades de Tenochtitlan, ciudad reemplazada hace 493 agostos, pero con un yรณlotl que pervive contumaz como un Sรญsifo sin castigo o una tienda de discos. Si le hacemos caso a Caso, los linderos de este campan fangoso y de por lo menos siete barrios se encontraban en las actuales calles de Mosqueta, Rayรณn y ร“rgano; Repรบblica de Argentina y Seminario; Tacuba, Hidalgo y Puente de Alvarado; Arista, Violeta, Guerrero, Pedro Moreno, Zarco, Moctezuma y Lerdo. Era tan abarcable, pues, Cuepopan, que desde esta estancia en Cuba y Chile se harรญan apenas unos 10 minutos andando hasta su centro ceremonial, donde hoy late en piedra el templo de Santa Marรญa la Redonda, del siglo XVI, aunque reformado en el XVIII como casi todos, enfrente de Garibaldi y a tiro de piedra del antiguo altรฉpetl tlatelolca. Ocรบpome ahora, ¡hip!, de contestar a los que preguntan por quรฉ y de dรณnde la dicha de vivir en esta zona de hipรฉrbatos sociales y acicates morales, de alarmas que se activan sin alarmar a nadie, en donde los que salen del cajero te detienen la puerta, mas no te avisan que no hay dinero; comarca de limusinas fucsias en la que se persigue a las seรฑoras que asan y venden elotes y no a los que ofrecen documentos falsificados a la luz del dรญa; territorio del pecado nefando y vaquero y con vestido de novia, de ramajos que medran en campanarios y dinteles y de parroquianos que nunca harรกn casa de azulejos, pero sรญ prolija labor tlacuila; muy noble y leal andurrial que los tenochca tambiรฉn dieron en llamar Tlaquechiuhcan. Grandioso detritus de la grandeza mexicana. Vergรผenza pospretรฉrita de cronistas idos. Gozo del que esto escribe.

Se alude por ejemplo a la calle de Argentina, que camina en belleza como la noche, sobre todo de noche, y en martes, cuando no se ve a los comerciantes sobre esta rรบa fundacional de la ciudad espaรฑola –Calle Real a Tlatelolco, despuรฉs calles del Relox, etcรฉtera–, en la que bien pronto recibieron sus solares los conquistadores Diego de Ocaรฑa (famoso por judaizante) y Juan Tirado (devoto de San Acacio), entre otros, cerquita de las casas nuevas de Moctezuma y luego de Cortรฉs y de la iglesia mayor sin bรณvedas que รฉste mandรณ a construir y que con el tiempo se convirtiรณ en catedral primera, hรบmeda y frรญa. En la esquina norte poniente con Luis Gonzรกlez Obregรณn, breve vรญa con รกrboles, vive y colea el referido Salรณn Espaรฑa, en la cual uno puede toparse con los teรบles del rumbo, como el talentoso acuarelista Rafael Guรญzar o el que lleva un llavero de guantecito de box o el jubilado que camina casi diario por aquรญ "para no perder el ritmo del Centro". La cantina es roommate del Colegio Nacional y por lo tanto de La Enseรฑanza (¡quรฉ padre suena!): estรก en los bajos del edificio del XVIII y XIX que sepulta con sus tres niveles el templito en el que solรญa embodegarse a los รญdolos de las naciones conquistadas por los mexica, prรณximo al santuario de Cihuacรณatl (hogaรฑo ex iglesia de la Encarnaciรณn). Para mรกs seรฑas sobre Argentina, se recomienda hacerse de un ejemplar de Mi barrio (1950) de Miguel S. Macedo, leerlo y recorrer de sur a norte, de ceca en meca y de zoca en colodra hasta aguzar los รกnimos del curioso, mรกxime si se llega a los cruces misteriosos con Paraguay o Ecuador, por donde muchos toman autobuses que viajan hacia insรณlitos parajes.

Mรกs motivos para disfrutar la vida en el campan: la Cafeterรญa Rรญo, por las maรฑanas y de noche. Acรก cito, cafecito, a la gente que apenas voy a conocer. La dueรฑa se entera de todo, es imposible que no, por las dimensiones del local. Igualmente lo frecuento para la media orden de molletes crujientes, el americano y el vaso con agua, y ahora sรญ vรกmonos a comprar libros usados y al museo (la cafeterรญa en el 86 de Donceles/Cordobanes, para los libros se propone el 48). Caben los vecinos que no sospechan que lo somos; la seรฑora casi descalza que pide trabajo en espaรฑol y nรกhuatl, pero no hay, pero siรฉntese para que le invitemos un cafรฉ y un pan dulce, de veras; los seรฑores a todo dar que saludan, provecho, buenos dรญas, gracias; la fotรณgrafa francesa que vive en el bonito San Jorge, del arquitecto Segura. La foto de Carlos Slim y Guillermo Tovar en el espejo. Entonces la cuenta, la propina, hasta luego, solazo o lluvia, el Palacio de Heras Soto, los libros y finalmente el Museo Nacional de Arte, en el otrora barrio de San Andrรฉs Colhuacatonco. ¡Quรฉ frรญo en las salas! Y quรฉ locuaces los custodios, que silban y hasta cantan. Aquรญ en Cuepopan tambiรฉn Bellas Artes y el Mayer, sustitutos de Santa Isabel y San Juan de Dios. Cruzar con la imaginaciรณn la acequia de Mixcoatechialtitlan, visitar a cada rato ambos portentos, como quien hace un posgrado en historia del arte o hace historia en el arte de este Centro-Guerrero de microbuses ronronosos y policรญas que parece que cobran por hablar por telรฉfonos pobres como sus sueldos (¡pero trabajan mucho!).

Sin embargo la gran obra de arte del rumbo no es Accidente en la mina ni tampoco la Virgen del Apocalipsis de Cabrera, mucho menos la escultura ecuestre afuera del integรฉrrimo museo, los Quijotes del seรฑor Mayer o los pingรผes murales de Bellas Artes, sino, claro, el ingente mexicano universal que llamamos Catedral (desde la casa doblar en Palma, despuรฉs en Donceles y en Brasil y pasar por donde la doรฑa con lentes oscuros y en silla de ruedas que con su hijo vende fotografรญas erรณticas viejitas y veneno para ratas, y luego los albaรฑiles, electricistas y demรกs, y las memorias USB sรบper baratas que no conociรณ Toussaint, y por fin el atrio con sus ventanas arqueolรณgicas o jardines botรกnicos y abrazar ahรญ a Carlos Vega, seรฑor del buen despacho sin despacho que a continuaciรณn me enseรฑa la escena pentecostal de Josรฉ de Ibarra en la vetusta Sala Capitular: "El mejor cuadro de la Catedral") y que como aportaciรณn moderna tiene, ademรกs de los trabajos de restauraciรณn, los vilipendiados vitrales "a go go" de Goeritz, tan chulos ellos. Y tan suertudos nosotros, que podemos apreciarla terminada, a diferencia de harta gente durante los siglos virreinales. รšnicamente se lamenta que no existan ya los relieves tallados de la Cruz de Maรฑozca, que ahora da hacia Cuepopan, y ni hablar de la Virgen del Perdรณn de Pereyns y de otras pรฉrdidas que se perdonan cuando se pierde el tiempo en este do de pecho del Nuevo Mundo, para encontrarse a nadie y ver a todos. Aunque a la una no hay quien camine, aunque a las seis de la tarde no haya quien respire.

Mรกs tarde un pozole en Moctezuma 12; solo hay con puerco. O tocar el timbre en la Casa de la Covadonga para pensar en los vecinos ausentes como 'El Santo' o las mil criollas dieciochescas y del sigo siguiente. Y beber en La Esperanza y comer en La Dominica, como en presencia de algรบn marquรฉs de San Miguel de Aguayo. U olisquear los vestigios –haberlos, haylos– del convento concepcionista. Y otear la Plaza de Cuepopan, libro de la Ibero (de 2013) en mano. Caminar por el wild side de estacibdad de Temixtitlan Mexico, que no es ni se parece a Hang Shou, y comprar cafรฉ reciรฉn molido en el barrio de la Lagunilla y, por quรฉ no, un boleto para cualquier espectรกculo en el Blanquita (¿quรฉ tal grabar un Vine adentro?). Transitar la calle peatonal donde estuvo la Casa de la Misericordia. La Arena Coliseo. Las panaderรญas. Los hotelillos y el masajista holรญstico en la parte no empedrada que cierran a la circulaciรณn cuando un pez gordo visita la Asamblea. (El primer Prendes, los Salรณn Mรฉxico, El Submarino, la pierna del general Santa Anna, las dos casas de la Malinche, la de los mariscales de Castilla, la de Cuauhtemotzin y la que se construyรณ Tolsรก, y el segundo Estambul del que dejรณ constancia, cรณmo no, Armando Jimรฉnez.) Santa Catarina Virgen y Mรกrtir. Nuestra Seรฑora del Pilar. San Lorenzo Diรกcono Mรกrtir. ¡San Fernando y Santo Domingo! "La Catedral del Chile en Nogada." La casa donde naciรณ Gutiรฉrrez Nรกjera, en el 13 de Chile. El estudio en Leandro Valle del fraile Juliรกn Pablo, de bendita memoria. El cuento del padre 'Lanchitas'. Los San Lรกzaros los dรญas de San Juditas en el templo de San Hipรณlito; el perro y la mujer que se aparecen, adrede en la parte de atrรกs del claustro (se sabe que los organillos ahuyentan a los fantasmas). El brutalista Guelatao. El bazar antiguo de Allende 25. Los escribanos y dealers en los preciosos portales. Las secretos de las oficinas del SAT. Eso que no sale en Google. La frase de Carpentier en Los pasos perdidos (1953): En la multitud que me rodea y corre, a la vez desaforada y sometida, veo muchas caras y pocos destinos. La canciรณn de Juan Cirerol: Me encuentro otra vez hablando con papel. Asรญ que mejor le paro y salgo a caminar, velocidad de crucero, por la fresca noche de Belisario Domรญnguez, ya sin vรญrgula, para evocar al muchacho que camina (…) entre San Ildefonso y el Zรณcalo.

 

 

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Nacรญ y vivo en Mรฉxico, D.F. Esto no es grave.


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