Carta a Luchino Visconti

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Luchino,
     estoy nerviosa por la obra.
     Perdona. Estoy nerviosa
     por cómo piensas dirigir mi obra.
      
     Me preocupa tu oscura
     lectura de mis simples personajes.
     Los hice secos
      
     —varas inertes y habituadas
     a evitar el fuego
     por miedo a la ignición.
      
     Y tú vas a infundirles un aliento.
     Retoñarán
     hojas y flores y sabrá qué más.
      
     Les vas a dar colores decadentes,
     deseos y una conciencia.
     Sus apetitos vastos y sus dientes negros.
      
     Luchino, tú amas los motivos.
     Mis personajes hablan desde el hueco
     de su alma, si es que tienen.
      
     Ellos son puros, en cierto sentido.
     En tu escenario lo corrupto explicará
     lo reticente. Y cada imperfección
      
     tendrá un significado.
     Pondrás en las mejillas cicatrices
     y torcerás, aunque infrecuentes, las sonrisas.
      
     Luchino, acepta de la acción su transparencia.
     A veces una pipa es una pipa.
     Por una sola vez deja de lado
      
     el símbolo ulcerante.
     Mi obra es indolente y es lacónica,
     su aliento está en la ausencia de propósito.
      
     Morirá si la asfixias con Sentido. –
      
      
      
     — Versión de Julio Trujillo

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