Concentrémonos en la cerradura

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Si te faltan las bisagras del labio
de arriba y del Monte de Venus,
          puerta eres.
Si te falla, por óxido y más óxido, el puño
de abajo, más allá de los entrepaños, loca
de amor por falta de oxígeno en la médula de las bisagras,
          puerta eres,
¿quién se atrevería a dudarlo?,
sin duda que puerta eres.
Si el renvalso pierde su equilibrio y se vuela
más allá del bastidor que ya no tiene soplo ni bastón,
          puerta eres.
Si la chapa metálica o de cristal no respira, como en los tiempos antiguos,
cuando ni el cristal ni el metal pertenecían
a la imaginación del Lobo Sapiens
transfigurándose en una chapa,
          puerta eres.
Si con inquietud parpadea el ojo de la antigua cerradura, más allá del fin,
donde lo real y lo irreal se abren y se cierran
          sin cerrarse nunca
entre el listón y el marco,
puerta eres.

Tú eres el portal, mi portalón, la portilla, mi poterna.
No eres más que el pórtico,
          la salida
que va y viene, la puerta secreta, la puerta falsa, la puerta de golpe.
Ven a mis brazos, de puerta a puerta, no dejes
de venir y echa las puertas abajo, si al fin te fallan
las bisagras del principio y del fin,
          la puerta
mía de casi todos, jamás olvides que con piropo y báculo
yo juego de portero y soy tu galán de bigote recortado,
          tu narcosexy
con brújula y un poco de fiebre, entusiasmo
secular, o sin brújula. ~

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