A nadie le gusta aceptar el fin del sueรฑo noble, llรกmese “Ciudad del sol”, “Ciudad de Dios”, “Nueva Jerusalรฉn”, “Reino de la libertad”. Esta dificultad en aceptar la dura realidad de que ese mundo sublunar no es ni puede ser el Jardรญn del Paraรญso, explica el eco prodigioso que despertรณ la ciberguerrilla de Marcos y el EZLN.
Resucitaron de repente los mensajes aparentemente olvidados de Robin Hood y de Heraclio Bernal, de Las Casas y de Zapata, de Cuauhtรฉmoc y del Che Guevara, de Cochise, Jerรณnimo y Fidel Castro. Tanto en Mรฉxico como en Europa despertaron las esperanzas milenaristas de un “fin de la historia” que no fuese el triunfo del “neoliberalismo y de la globalizaciรณn”, sino el advenimiento del Reino. ยฟCuรกl reino? El de la libertad, la igualdad, la fraternidad. No pidan mรกs precisiones: cada quien es libre de soรฑar su utopรญa. Cristiana o comunista, anarquista o autoritaria, horizontal o vertical, eso es lo de menos. La dimensiรณn indigenista o indianista ausente en el programa inicial del EZLN, apareciรณ tan pronto como Marcos tomรณ la medida de su importancia en la esperanza reencontrada en Mรฉxico y mรกs aรบn en Europa, especialmente en la Europa catรณlica y latina: Francia, Italia, Espaรฑa. Para mucha gente, jรณvenes y no tan jรณvenes, a travรฉs de los Chiapas mexicanos, Amรฉrica volviรณ a ser el Nuevo Mundo y Marcos el Caballero Esperanza. Asรญ que tenemos dos personajes, dos fantasmas que recorren a Europa, el Indio y la Revoluciรณn.
ย ย ย ย ย Leszek Kolakowski me enseรฑรณ que Marx era un profeta del Antiguo Testamento y un filรณsofo alemรกn, cuya “fantasรญa” (utopรญa) de la emancipaciรณn total de la humanidad a travรฉs de la lucha de clases, seguida al pie de la letra como en el caso de Lenin, llevaba no a la liberaciรณn, sino a la subyugaciรณn social absoluta. Antes de Marx la Revoluciรณn Francesa, por lo menos en su punta de lanza jacobina, ultrajacobina (la de Gracchus Baboeuf; llamarse Graco: ยกtodo un programa revolucionario viejo de dos mil aรฑos!), habรญa demostrado cรณmo el camino de la generosa utopรญa libertadora conducรญa al Reino del Terror. Tardรฉ unos aรฑos en aceptar la lecciรณn.
ย ย ย ย ย Por eso ahora no me hacen vibrar los mensajes neozapatistas: he aprendido algo de la historia y de la frecuentaciรณn de ciertos buenos, y no tengo los 16 o 20 aรฑos que amplifican las vibraciones. Sin embargo, Alain Touraine es mayor que yo y lo de Chiapas lo ha rejuvenecido de una manera extraordinaria. En 1992 รฉl no dudaba en proclamar que “la รฉpoca de las revoluciones ha terminado, la racionalidad econรณmica es el signo de la modernidad actual (…) Como consecuencia del fracaso de los regรญmenes totalitarios, nuestra visiรณn cambiรณ radicalmente. Despuรฉs de haber pensado que la revoluciรณn era el mejor camino para crear la modernidad, 30 o 50 aรฑos despuรฉs, llegamos a la conclusiรณn histรณrica โno teรณricaโ de que esta politizaciรณn de la economรญa, esta mezcla de todo, llevaba a la ruina”.1
ย ย ย ย ย Entre los peregrinos cรฉlebres que fueron al Chiapas “revolucionario” estรก Alain Touraine, quien participรณ en el Encuentro Internacional por la Humanidad y contra el Neoliberalismo. Manifestรณ su entusiasmo frente a Marcos, el “demรณcrata armado”. “La historia retendrรก el coraje fรญsico, polรญtico e intelectual del subcomandante Marcos, sociรณlogo a caballo, mestizo entre los indรญgenas, patriota mexicano y militante revolucionario mundial, que arriesga su vida para unir de nuevo, en Amรฉrica Latina y en otras partes, la lucha revolucionaria y la libertad polรญtica”.2
ย ย ย ย ย Regis Debray en varias ocasiones habรญa hecho la autocrรญtica de su pasado revolucionario y de su apologรญa de la vรญa armada en Revoluciรณn en la Revoluciรณn; se habรญa distanciado de la Revoluciรณn cubana y de las otras revoluciones, hasta de las figuras un tiempo tutelares de Fidel y del Che; pero se recalentรณ al calor de la fogata
de Marcos.
ย ย ย ย ย Muy sensible desde hace tiempo a los “medios de fascinaciรณn”, Debray admirรณ en Marcos, posiblemente, mรกs al genio de la comunicaciรณn que al guerrillero. Reconociรณ tambiรฉn, sin duda, al colega universitario experto en Internet, quien con unos dรญas de disparos consiguiรณ una cobertura informativa mundial que las guerrillas guatemaltecas o colombianas no lograron en 30 aรฑos (Gabriel Zaid dixit).
ย ย ย ย ย Dejemos a un lado a Regis Debray, quien no tardรณ en volver a su escepticismo permanente: ahรญ estรกn los miles de jรณvenes y no tan jรณvenes que conforman la red internacional de ยกYa basta! con todos sus comitรฉs de apoyo, catรณlicos, protestantes, socialistas, comunistas: en dos palabras, cristianos y/o de izquierda. Nos dicen que la esperanza revolucionaria, milenarista, religiosa (cristiana o anticristiana) no ha muerto. Esa esperanza mueve a gran parte de las ong y de las iglesias que siguen esperando el juicio de Dios en la Historia, bajo la forma de la Revoluciรณn, fuego purificador, espada (AK) del arcรกngel Miguel. La estrella de cinco puntas, la de los bolcheviques y de Mao, estรก presente, y la cruz tambiรฉn, con la Virgen de Guadalupe. La revoluciรณn marxista y la revoluciรณn cristiana.
ย ย ย ย ย Por eso vienen en peregrinaciรณn las abadesas, las madres superioras, los reverendos padres y tambiรฉn los dirigentes del Partido Comunista Italiano, y quien fue la esposa de un presidente francรฉs, sin hablar de tantos jรณvenes atraรญdos por la personalidad de Marcos y sus alusiones tanto teรณricas como sexuales. Hablar de ese nuevo alto a la personalidad de un enmascarado (el caballero inexistente) nos llevarรญa demasiado lejos, pero no es separable de la idea revolucionaria. Digo “idea”, pero la palabra no es buena, habrรญa que decir “idea-pasiรณn”. La idea-pasiรณn mรกs poderosa del siglo XX, mรกs fuerte aรบn porque redoblaba la apuesta aparentemente perdida en el siglo XIX, es, no cabe duda, la idea de la revoluciรณn, roja, parda o negra. La caรญda del muro de Berlรญn y de la URSS, en 1989-1991, fue, para muchos, algo como la muerte de los dioses en tiempo de politeรญsmo, o la muerte de Dios, en tiempo de Nietzsche y de nosotros tambiรฉn. Dejรณ a los creyentes huรฉrfanos. Hasta el aรฑo nuevo de 1994 cuando Marcos volviรณ a predicar la buena noticia, con algo de fondo sonoro senderista, referencia que no pasรณ inadvertida para todos.
ย ย ย ย ย Se entiende el eco de la prรฉdica en Mรฉxico: la izquierda perdรญa toda esperanza frente a los รฉxitos acumulados de un joven Carlos Salinas de Gortari que aparecรญa invencible: habrรญa pri hasta 2012 o 2018, decรญan los menos pesimistas. Como escribieron Bertrand de la Grange y Maite Rico: “Marcos, como el niรฑo del cuento, se habรญa atrevido a seรฑalar que el emperador iba en realidad desnudo”.3 Y un rรฉgimen como el mexicano, que funda su legitimidad, desde 1914, sobre la Revoluciรณn, que habรญa hecho de la figura de Emiliano Zapata un รญdolo revolucionario, tenรญa que ser muy sensible a dicha prรฉdica. El mismo presidente Salinas, sincero enamorado de la figura de Zapata, sufriรณ una ruda sacudida.
ย ย ย ย ย Si la palabra “revoluciรณn” pertenece al nacionalismo y al civismo mexicanos, la Revoluciรณn Cubana fue y sigue siendo para las generaciones mรกs recientes el Octubre de Amรฉrica Latina. Si Europa vibra todavรญa pensando en Octubre, Mรฉxico y Amรฉrica Latina cuรกnto mรกs pensando en la Moncada, en Fidel, en el Che… y en Marcos, su reencarnaciรณn รบltima. Cuba fue para una generaciรณn europea “la fiesta cubana”; para una generaciรณn latinoamericana, “el primer territorio libre de Amรฉrica”. Por eso, hasta la fecha, Fidel sigue prรกcticamente intocable para cierta izquierda, la que nunca pudo renunciar a la patria socialista y a la violencia revolucionaria. Si algunos “intelectuales de izquierda” han rectificado despuรฉs de 1989-1991, pocos reconocieron pรบblicamente su error. Muchos se habรญan quedado silenciosos, estupefactos, consternados, hasta que en enero de 1994 Marcos les trajo un estupendo regalo: la utopรญa no habรญa muerto, existรญa un nuevo territorio libre en Amรฉrica, en Mรฉxico,
en Chiapas.
ย ย ย ย ย Pablo Gonzรกlez Casanova no habรญa perdido la fe; en 1992 escribiรณ: “Tal vez desde Montesquieu no se ha pensado en un equilibrio de poderes, soberanรญas y autonomรญas populares y democrรกticas tan eficiente y posible como el cubano”.4 Fue de los primeros en celebrar la buena noticia anunciada por Marcos: otra vez era posible la redenciรณn colectiva a travรฉs de la derrota del liberalismo, en una feliz aleaciรณn de marxismo, cristianismo e indianismo. ยฟNo habรญa escrito ya el mismo autor?: “Si las clases dominantes hacen de la religiรณn el opio del pueblo, las revoluciones reclaman su carรกcter libertador. Viven la fe y la lucha por la liberaciรณn como un solo compromiso…, la eucaristรญa se liga al acontecimiento liberador y pascual que se ha vivido en carne propia. Se elabora el anรกlisis polรญtico antes y despuรฉs de la misa. El atrio es tambiรฉn el รกgora”.5
ย ย ย ย ย La revoluciรณn como utopรญa milenarista, y la teologรญa de la liberaciรณn, no menos utรณpica, no menos milenarista, se encontraron en Chiapas para crear, una vez mรกs, el “nuevo mundo”, la Amรฉrica. Una vez mรกs, por lo menos para los catรณlicos, porque para los revolucionarios eso es algo nuevo, el “indio” recuperaba su calidad de “buen salvaje”, limpio de todos los pecados del viejo mundo individualista, burguรฉs, liberal. Ademรกs el buen salvaje, el antiguo gens angelicum (la gente, el pueblo, la naciรณn angelical, celestial) de los franciscanos del siglo XVII, se habรญa transformado en el “buen revolucionario”.6 Al pelearse el “indio”, el subcomandante Marcos y el obispo Samuel retomaban, quizรก sin saberlo, un viejo pleito de la Nueva Espaรฑa entre criollos, hacendados, mineros, capitanes por un lado, eclesiรกsticos por el otro.
ย ย ย ย ย Ese nuevo episodio le hubiera interesado mucho a Carlos Rangel porque viene a darle la razรณn en cuanto a su tesis sobre la cruza entre los errores de los latinoamericanos sobre sรญ mismos y los errores de los europeos sobre Amรฉrica Latina. La persistencia de ambas equivocaciones explica la audiencia de Marcos. Las aberraciones y las ilusiones de los latinoamericanos han sido siempre alentadas por las proyecciones narcisistas de los europeos. Eso es obvio cuando se trata del entusiasmo europeo para cierta novela o para cierta pintura latinoamericana, pero pasa lo mismo en ciencias sociales y en polรญtica.
ย ย ย ย ย Jean Franรงois Revel, tan duro para Mรฉxico (con toda razรณn) en 1952, tan severo (con toda razรณn) para La tentaciรณn totalitaria (1975), dijo que la ideologรญa es la hermana gemela de la patologรญa. Dijo tambiรฉn que para los europeos
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ย ย ย ย ย “Amรฉrica es como el espejo de sus propias obsesiones, repulsivas en el caso de Amรฉrica del Norte, onรญricas en el caso de Amรฉrica del Sur. Asรญ, poco despuรฉs de la ruina de la “revoluciรณn” imaginaria de 1968, los europeos buscaron la realizaciรณn de sus sueรฑos entre los guerrilleros: Tupamaros, Montoneros, Guevaristas y luego Senderismo peruano o totalitarismo sandinista inspirado y sostenido por el de Castro […] La izquierda europea esperaba de Amรฉrica Latina, y del Tercer Mundo en general, la revoluciรณn de la cual habรญa sido frustrada […] encontrรณ un nuevo soporte a sus sueรฑos insurgentes en 1994, en Mรฉxico, en el EZLN del subcomandante Marcos.”7
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ย ย ย ย ย ยฟCuรกntos jรณvenes europeos que, el 1 de enero de 1994, ignoraban todo de Mรฉxico, y de Chiapas hasta el nombre, no tardarรญan en embriagarse en el nuevo gรฉnero literario creado por Marcos? “ยกYa basta!” Con entusiasmo y generosidad retomaron su grito. Y sus hermanos mexicanos tambiรฉn, los de su edad, y los veteranos de las generaciones izquierdistas anteriores, y un tiempo hasta la gran mayorรญa de la sociedad mexicana, o por lo menos de la sociedad urbana de la megalรณpolis, tan es cierto que existe, latente, la mala conciencia de las clases medias frente a los pobres. De repente se le presentaba la imagen lejana del pobre por excelencia, de un pobre revestido de todas las virtudes, de un pobre potencialmente mesiรกnico, el indio, raรญz de nuestra nacionalidad, el indio como un casi-Cristo, presentado al mundo por un Robin Hood y por un Las Casas no menos mediรกtico que su rival y alter ego, el del pasamontaรฑa y de la pipa.
ย ย ย ย ย Mรฉxico, Francia, Italia, Espaรฑa son paรญses catรณlicos que han podido encontrar en el espรญritu revolucionario la misma pasiรณn que animaba a Marx y Engels, siglos despuรฉs de haber animado a Joaquรญn de Fiore: el viejo milenarismo apocalรญptico cristiano. Esa antigua pulsiรณn utรณpica, rejuvenecida periรณdicamente en Amรฉrica, “continente de revoluciones”, en Mรฉxico, “tierra de volcanes”, la vuelven a compartir cristianos y no cristianos, hombres jรณvenes โy no tantoโ, impacientes de poner fin al reino del mal. Comparten la idea de que el mundo presente es malo y de que la salvaciรณn serรก total o no serรก. El viejo mundo no puede remendarse, hay que acabar con รฉl para llegar al nuevo mundo. ยฟQuiรฉn, si no el habitante original, el que tiene sus raรญces en Amรฉrica (“el nuevo mundo”) estรก llamado a redimir a la humanidad?
ย ย ย ย ย De repente, el “indio” se encuentra promovido a la dignidad de agente revolucionario y es el nuevo “proletariado”. La iglesia catรณlica mexicana e internacional retoma asรญ un sendero que siguiรณ hace siglos y los mesianistas de izquierda la siguen en esa vereda, nueva para ellos. Tanto cierto nacionalismo mexicano, como cierto internacionalismo europeo, comulgan en esa nueva empresa muy antigua: “ยกa redimir indios!”, una vez mรกs.
ย ย ย ย ย Un viejo sueรฑo europeo, que nunca tuvo que ver con la realidad americana, ha sido reactivado en Chiapas por un obispo que, en principio, no soรฑaba con ninguna revoluciรณn pero sรญ en cerrarles el paso a los protestantes, y por un guerrillero que, en principio, no manejaba ningรบn indianismo, sino buscaba “el eslabรณn mรกs dรฉbil”. La teologรญa de la liberaciรณn acercรณ al obispo al guerrillero y los catequistas indรญgenas acercaron al guerrillero al obispo. Ambos eran rivales incompatibles, pero el entusiasmo de sus partidarios europeos y mexicanos les prohibiรณ cualquier ruptura aparente. Esos partidarios encuentran en Marcos y don Samuel una mitologรญa histรณrica en acciรณn; con ellos reviven los que Alfonso Reyes llamรณ “los padres izquierdistas de Amรฉrica” (en el siglo XVI), los hombres de More, Campanella, Erasmo, Vives y Valdรฉs. Vuelven a sonar las palabras de Vasco de Quiroga:
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ย ย ย ย ย “Porque no en vano, sino con mucha causa y razรณn; รฉste de acรก se llama Nuevo Mundo y es Nuevo Mundo, no porque se hallรณ de nuevo, sino porque es en gentes y cuasi en todo como fue aquel de la edad primera y de oro […] la edad primera y de oro, por nuestra malicia y gran codicia de nuestra naciรณn; ha venido a ser de hierro y peor.”~
ย ย ย ย ย ย ยฉ CIDE