A
un par de semanas de iniciado el sexenio de Felipe Calderรณn,
el gobierno federal anunciรณ un operativo en el estado de
Michoacรกn contra el crimen organizado, que despuรฉs se
reproducirรญa en otras entidades de la Repรบblica. Frente
a estas acciones del gobierno federal, se han presentado dos tipos de
reacciones. Por un lado estรกn quienes alaban sin cortapisas
estos operativos y que auguran ya una derrota del narco. Los que eso
dicen creen que esta guerra se puede ganar, aunque nunca acaban de
definir bien a bien quรฉ significa eso. Por otro lado estรกn
quienes desconfรญan profundamente del gobierno de Calderรณn,
que ven en los operativos pura propaganda con fines electoreros y que
estรกn convencidos que la guerra contra el narco estรก
perdida de antemano. Este grupo de personas piensa que la situaciรณn
no sรณlo no va a mejorar con los despliegues
policiacomilitares, sino que incluso es muy probable que aumenten las
violaciones a los derechos humanos. Desde luego que un elemento clave
para poder hacer una evaluaciรณn precisa de estos esfuerzos del
gobierno es la definiciรณn de sus objetivos.
Hay
quienes suponen que la meta final de estas acciones es acabar con el
narcotrรกfico, lo cual para muchos significarรญa que en
este paรญs no se produzca ni circule un gramo de droga ilรญcita.
Sin embargo, la verdad es que todas los indicios disponibles sugieren
que este objetivo es imposible. No hay ningรบn paรญs del
mundo que lo haya logrado y, despuรฉs de cien aรฑos de
vigencia del rรฉgimen punitivo contra las drogas, no se ve cรณmo
un despliegue militar pueda acabar con el trรกfico de drogas
ilรญcitas. Pero a pesar de la imposibilidad de acabar con el
narco, no se puede deducir que los operativos desarrollados por
Calderรณn en Michoacรกn y otros estados sean inรบtiles.
En realidad buscan bรกsicamente definir las reglas del juego
con los narcotraficantes. Esto es, definir quรฉ se vale y quรฉ
no se vale.
Y claramente, en esta definiciรณn lo que no se vale
es el grado y el tipo de violencia que hemos presenciado en los
รบltimos dos aรฑos en varios estados de la Repรบblica,
donde se ha registrado un aumento en las ejecuciones del crimen
organizado y una saรฑa peor, como lo sugieren las
decapitaciones que han proliferado en Michoacรกn. En otras
palabras, lo que buscan los operativos, como dijera el propio
secretario de la Defensa, Guillermo Galvรกn Galvรกn, al
referirse a la โOperaciรณn Conjunta Michoacรกnโ, es
โproporcionar niveles de seguridad que hagan viable la vida
ciudadanaโ.
La
meta no es acabar con el negocio del narcotrรกfico, lo cual, a
pesar de representar algo muy loable, es simplemente imposible. Se
busca sรณlo que haya un mรญnimo de orden, un mรญnimo
sentido de aplicaciรณn de la ley. Se trata de que la gente
pueda salir a la calle a hacer sus actividades normales sin
encontrarse sรบbitamente en medio de una balacera o toparse en
el camino con un cuerpo decapitado. Se trata de que los empresarios
hagan negocio sin sentirse amenazados. Se trata, en suma, de que
Mรฉxico no parezca un paรญs en guerra civil, donde la
violencia alcanza rasgos inaceptables.
Desde
esta perspectiva, es probable que los operativos lanzados por el
gobierno de Calderรณn tengan รฉxito. Finalmente, lo que
se busca es reducir los niveles de violencia โentre los propios
narcosโ al punto en que รฉstos no afecten la vida cotidiana
de la poblaciรณn. Desde luego que siempre se puede preguntar
cuรกles son esos niveles. Y la verdad es que no hay una
respuesta precisa.
Suponer que la violencia derivada del narcotrรกfico
va a desaparecer totalmente es tambiรฉn una ilusiรณn.
Dado el carรกcter ilegal que tiene esta actividad, la violencia
es consustancial a ella. Un traficante de drogas ilรญcitas no
puede demandar ante un tribunal a otro traficante por haber invadido
sus rutas. Tampoco puede acudir ante un juez para reclamar el pago de
un cargamento de cocaรญna. Lamentablemente para la sociedad, el
รบnico mecanismo que tienen los narcos para ajustar sus
diferencias con autoridades, clientes y competidores es la violencia.
De esta forma, siempre habrรก un grado de violencia en la
operaciรณn del negocio.
Sin
embargo, estรก claro que lo que hemos visto en los รบltimos
dos aรฑos es un incremento de la brutalidad que no responde al
manejo regular del narcotrรกfico, sino a una guerra entre
cรกrteles que ha venido escalando. Y รฉse es el mensaje
que mandan los operativos de inicio de sexenio. Mensaje que muy
probablemente serรก recibido. Por ello, aunque los operativos
se terminen, es factible esperar que los niveles de violencia que
hemos visto en los รบltimos dos aรฑos no regresen. Si
ello ocurre, el Estado mexicano volverรก a atacar con todas sus
fuerzas, porque simplemente no va a tolerar mรกs decapitados.
Asรญ
pues, como resultado de estas acciones contra el crimen organizado,
es probable que varios estados recuperen la tranquilidad necesaria
para que la poblaciรณn pueda realizar sus actividades
cotidianas. Ello no significa, desde luego, el fin del narcotrรกfico,
pero sรญ implica una diferencia sustancial en la vida de los
mexicanos. Y la verdad es que รฉse no es un logro menor. ~