Entrevista con Russell Banks

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Con el propósito de brindar protección a escritores perseguidos, el 27 de junio de 1994 nace el Parlamento Internacional de Escritores, que elige como su primer presidente a Salman Rushdie. Empieza a formarse una red de casas refugio, compuesta actualmente por cerca de treinta ciudades. Se ha podido dar asilo a escritores de Argelia, Cuba, Irak, Irán, Kosovo y otros lugares. En marzo del 98, se estableció en la Ciudad de México la Casa Refugio Citlaltépetl, que funciona también como centro cultural. Se tiene el proyecto de organizar aquí, en marzo de 2002, un congreso internacional de escritores. Durante una semana, la Ciudad de México será "la capital del pensamiento". Entrevistamos al novelista estadounidense Russell Banks, actual presidente del Parlamento, de visita en nuestro país.
      
     ¿Qué distingue a este congreso de otros encuentros de escritores?
     Sobre todo dos cosas. Una, nos enfocaremos a una sola cuestión, muy seria y sencilla. Dos, la naturaleza de esa cuestión: ¿cuál es la apropiada y quizá necesaria respuesta de los artistas de todo el mundo a la globalización de la economía y las culturas? Trayendo a escritores de todas partes, obtendremos mucha información sobre el impacto de la globalización en la cultura, en los lenguajes, en las literaturas. La segunda parte de esto consiste en preguntarnos: si tal es la realidad, ¿qué podemos hacer? ¿Nada? ¿O podemos responder de una manera creativa, artística? En mi opinión, será una oportunidad única que se establezca este congreso —prefiero la palabra "convocatoria"— aquí, en la Ciudad de México, que es una ciudad internacional y, también, del nuevo mundo: es al mismo tiempo parte de la globalización y víctima de ella. La resistencia a este fenómeno está ocurriendo aquí en su forma más dramática. Por ejemplo, Chiapas es una respuesta a esa globalización de la economía y la cultura.
      
     ¿En qué formas protege el Parlamento a un autor perseguido?
     Hay dos aspectos ligados entre sí. El primero consiste en proveer seguridad física al escritor, ponerlo fuera de peligro. Es muy importante tener un lugar a donde puedes ir y donde tus enemigos no te pueden alcanzar. El Parlamento efectúa los trámites para que el escritor se traslade a un lugar como la Ciudad de México. Es difícil imaginar las dificultades por las que atraviesa un autor que llega a otro país con su esposa y sus hijos, sin hablar el idioma, sin conocer a nadie. El programa le ofrece una residencia por dos años. En esos dos años puede estar en una casa refugio, puede escribir, relacionarse con editores y traductores. Tal vez encontrará un nuevo medio de vida, una residencia permanente.
      
     ¿Qué tipo de financiamiento reciben las casas refugio?
     El financiamiento viene casi por completo de la municipalidad. No es muy caro, realmente. En algunas ciudades, es parte del programa anual. En otras debe haber un colegio o convenios con fundaciones filantrópicas y universidades. La casa refugio de la Ciudad de México es ideal: recibe financiamiento del gobierno de la ciudad, que deja las manos fuera y permite que sea el Parlamento, en coordinación con la casa, el que diseñe el programa.
      
     ¿Piensan abrir en el corto o mediano plazo más casas refugio?
     Claro que sí. México es la primera ciudad refugio en Norteamérica. Trataremos de extendernos a ciudades como Miami, Mineápolis, Seattle, Toronto. También creemos firmemente que debemos movernos en el Tercer Mundo. Trataremos de instalar un refugio en Sudáfrica. Me gustaría también instalar refugios en Latinoamérica.
      
     Muchos escritores han sido asesinados, perseguidos o encarcelados por sus ideas, por sus libros. Tenemos los casos recientes de Salman Rushdie o Reinaldo Arenas. ¿Por qué la literatura es tan subversiva, tan peligrosa?
     Supongo que se debe al poder de la palabra escrita, que una vez diseminada por el mundo puede ser llevada a casa por cualquiera. Las mentes son transformadas por la palabra escrita. El hecho de que un libro puede cambiar tu vida —logra que te dé coraje cuando antes tenías miedo— es lo que hace a los escritores tan peligrosos para aquellos que tratan de controlar a la sociedad.
      
     ¿Qué tan conscientes son los escritores de los Estados Unidos de los problemas de persecución que sufren los escritores de otros países?
     Tristemente, no tan conscientes como deberían. Estamos muy aislados por el poder, por los medios. Falta compromiso social. Nosotros no leemos a escritores de otras partes del mundo. Tenemos que ser conscientes de otros grupos lingüísticos y, por tanto, de otras literaturas. Una de las consecuencias positivas del Parlamento es que si empieza a operar en Estados Unidos y Canadá, los escritores de estos países se volverán más comprometidos. Ya está sucediendo, de hecho, con los escritores de mi generación, como Don DeLillo y Toni Morrison. Creo que la literatura que aparecerá en las próximas décadas en los Estados Unidos será diferente, más activista, más socialmente crítica. –

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