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Cuando un mundo vencido
     se impone como una vasta tristeza
     de gaitas que sollozan
            la bruma alrededor se cierne
     y baja
            para asir nuestra sombra
     Cargados velos de humedad se tienden
     y una mujer que canta
     nos recuerda que un dios o una diosa
     no tiene forma humana
            que la surgente danza
            es dicha en movimiento
     Y una lid de metales
     señala que el sonido
     se multiplica según vayan consintiéndolo
     nuestras expectativas de delicia
           Así —ya en Delfos—
           ¿cómo no reírse de su Apolo?
     No hay parangón posible
     El dios genuino insiste en ocultarse
     a la par que en mostrarse
     La música sinuosa
     o lacia apunta crótalos
     y un trazo de serpiente
     viva en las frescas sienes
            Hoy es el primero
            entre todos los días
           que se repite sólo cuando danzas. –

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(Tuxpan, Veracruz, 1950) es poeta y traductor, obtuvo en 2009 el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura.


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