Señor director:
He leído con interés el número de este mes de su revista, sobre los traumas de la historia mexicana. Me hizo falta, sin embargo, informarme sobre el tema de las llamadas leyes históricas, o el de la preocupación sociológica: en la alta discusión de los entendidos, y en la llana conversación de nosotros los aficionados, creo que no deja de aludirse a esa aparente y vieja contradicción: si la conducta de las sociedades sigue alguna regularidad, o si los hechos de la historia son siempre únicos y del todo irrepetibles. Tengo entendido que existen sabias respuestas intermedias, y también contestaciones radicales, lo mismo que escuelas ilustres en uno y otro sentido, e incluso se llega a oír que la sociología parece últimamente una disciplina en decadencia y hasta por desaparecer.
Si la historia ha de desempeñarse como “maestra de la vida”, según me dijeron en la preparatoria que Cicerón quería, una mínima posibilidad de compartimentar por decir así los hechos y las conductas colectivas parecería necesaria. Ignoro si esta preocupación tiene ahora mucho brío y relevancia en los círculos académicos de nuestro país y del extranjero; si así fuera, el número de septiembre habría sido una buena oportunidad de ventilarla mínimamente. Claro que nunca es tarde para satisfacer la curiosidad de sus lectores, que sospecho no somos pocos, aparte de las gratas sorpresas con que frecuentemente topamos en sus páginas.
Lo felicito por el gusto que casi siempre me da con Letras Libres. ~
Jorge Roura y Ferrerons