Longotoma

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Cuando Panchito contรณ que lo habรญan ascendido a subgerente, la Mayita, su madre, y su tรญa Juanita, la hermana menor de su madre, se lo comieron a besos.
ย ย ย ย ย โ€”Estamos orgullosas de ti โ€”declarรณ, levantando la frente, la Juanita, que sabรญa adoptar un tono de solemnidad en las ocasiones que lo merecรญan, y su madre no dijo nada, por pudor, pero el brillo de sus ojos indicรณ que las palabras y sobre todo el ademรกn de su hermana la interpretaban de una manera perfecta.
ย ย ย ย ย โ€”Contigo โ€”prosiguiรณ la tรญa Juanitaโ€” vamos a recuperar todo lo que perdimos.
ย ย ย ย ย โ€”ยกDios te oiga! โ€”exclamรณ su madre.
ย ย ย ย ย โ€”Hasta la รบltima hectรกrea โ€”sentenciรณ la tรญa Juanita, con aire serio, con el mismo aire serio con que solรญa contar lo que le pronosticaban las adivinasโ€”. ยกHasta el ultimรญsimo metro cuadrado!
ย ย ย ย ย La mujer de Panchito, Camila, llegรณ mรกs tarde, casi a la hora de comida, y reaccionรณ, como de costumbre, con mucho menos entusiasmo.
ย ย ย ย ย โ€”ยกQuรฉ tipa mรกs pesada! โ€”rezongรณ la tรญa Juanita entre dientesโ€”. ยกQuรฉ poco estรญmulo recibe el pobre Pancho en su vida! โ€”y pareciรณ que la vida de Pancho era importante, y que no recibรญa el aplauso que merecรญa.
ย ย ย ย ย Camila, claro estรก, sabรญa que el famoso ascenso, en plata, en el cheque de fin de mes, significaba poca cosa. Lo sabรญa mucho mejor que la tontona, la intrusa de la Juanita. Y estaba hasta la coronilla de pedirle ayuda a su padre para los doctores, para los zapatos de los niรฑos, para los materiales escolares, que costaban fortunas, y los profesores no se cansaban de inventar nuevos embelecos, nuevas excursiones, ยกcomo era un colegio de niรฑos ricos!
ย ย ย ย ย โ€”Ricos los demรกs โ€”aclaraba la insoportable Camilaโ€”. Ustedes, no. Ustedes, pobres como la rata โ€”y miraba a los niรฑos, los hijos de ella y de Pancho, ยกel subgerente!, con cara de lรกstima. El papรก de Camila era un abogado ricachรณn, y habrรญa podido sostenerse, ademรกs, que era un padre mรกs bien generoso, pero nunca metรญa su mano rechoncha, de dedos peludos, de uรฑas barnizadas, de anillo de oro y piedra verde, a la cartera, sin aรฑadir alguna broma, alguna pesadez. Era el peaje que habรญa que pagar. Era la carga que habรญa que padecer.
ย ย ย ย ย โ€”Y ese marido tuyo โ€”preguntaba, por ejemploโ€”, ยฟes de totora?
ย ย ย ย ย โ€”Sรญ, papรก โ€”contestaba Camila, con aire de resignaciรณn, mientras seguรญa con la mano estiradaโ€”. De totora. De pura totora.
ย ย ย ย ย โ€”Tuvo mala suerte el pobre Panchito โ€”se lamentaba, por su lado, la tรญa Juanita, cuyo marido propio se habรญa hecho humo despuรฉs de tres semanas de matrimonio, nadie sabรญa exactamente por quรฉ, y el papรก de Camila, mal hablado, groserote, alegaba que el marido de su hija era mรกs huevรณn que los perros nuevos, y, encima de eso, creรญdo, convencido de que tenรญa sangre azul, o poco menos.
ย ย ย ย ย โ€”ยกPor supuesto! โ€”vociferaba la tรญa Juanita, roja de convicciรณn y de furiaโ€”. Los Valderrama llegamos a Lima a fines del siglo xvi, y traรญamos escudos de armas, y blasones, y pergaminos de Castilla, y despuรฉs, para ayudar en la guerra contra los indios araucanos, bajamos a Chile. Tu suegro, en cambio, con sus millones mal habidos, quiรฉn es: un don nadie, un siuticรณn, ยกun roto de pata rajada!
ย ย ย ย ย โ€”ยกVieja pelotuda! โ€”respondรญa Camila, que no tenรญa pelos en la lengua, y la Mayita intervenรญa entonces para apaciguar los รกnimos, para evitar que la sangre llegara al rรญo.
ย ย ย ย ย Junto con anunciar su ascenso, Pancho, a quien su tรญa Juanita y su madre insistรญan en llamar Panchito, a pesar de que ya habรญa pasado de los cuarenta, pero lo hacรญan, sin duda, para diferenciarlo del otro Pancho, el tรญo abuelo apestoso, que habรญa muerto hacรญa tiempo en su ley, podrido por dentro, informรณ que a la maรฑana siguiente visitaba la empresa el accionista principal, el dueรฑo de mรกs del sesenta por ciento de las acciones. Todos se preparaban con gran entusiasmo, como era natural, comentรณ, para recibirlo, y a รฉl, por el hecho de haber ascendido a subgerente, le tocarรญa un papel destacado en la ceremonia.
ย ย ย ย ย โ€”Si no hubiera ascendido a tiempo โ€”se preocupรณ de explicarlesโ€”, a lo mรกs habrรญa tenido ocasiรณn de darle la mano, pero no habrรญa participado en la Comisiรณn de Pรณrtico, y jamรกs habrรญa estado invitado al cรณctel en la sala de la gerencia.
ย ย ย ย ย โ€”El aumento de sueldo โ€”dijo Camila, que tenรญa, no cabรญa duda, una lengua รกspera, forrada en papel de lijaโ€” te alcanzarรก para comprarte una camisa nueva.
ย ย ย ย ย โ€”ยกQuรฉ mujer mรกs odiosa! โ€”musitรณ Juanita, frunciendo los labios para beber un sorbo de vino rancio.
ย ย ย ย ย La Mayita, con su reconocido buen carรกcter, hizo un llamado a la calma, un gesto con las palmas de las manos hacia abajo, parecido al que se hace para pedir que los autos disminuyan de velocidad. Porque la Juanita, su hermana, se aceleraba fรกcilmente, sobre todo si habรญa tomado un par de pisco sauers antes del almuerzo, y si llegaba a enganchar con la Camila, ยกDios nos libre! Ella, la Mayita, veรญa a su hermana tiesa como una estaca, con los ojos colorados y dos chapas rojas en las mejillas, y temblaba de susto. ยกLa tempestad podรญa estallar en cualquier instante!
ย ย ย ย ย โ€”Lo curioso โ€”afirmรณ Panchitoโ€” es que el accionista principal se llama Valderrama. A lo mejor es pariente nuestro.
ย ย ย ย ย โ€”Los Valderrama buenos son contados con los dedos de la mano โ€”sentenciรณ la tรญa Juanita, mirando de reojo, con franco desprecio, a Camilaโ€”. Tu famoso accionista principal debe de ser Valderrama por la mano izquierda.
ย ย ย ย ย โ€”Que te nombre gerente general โ€”dijo su madreโ€”. ยกPor cualquiera de las manos!
ย ย ย ย ย Ellos eran Valderrama por la lรญnea materna, por misiรก Elvira, mamรก de la Mayita y la Juanita, y abuela, por lo tanto, de Panchito. Misiรก Elvira habรญa muerto a fines de la dรฉcada de los setenta, cuando la familia, con todos sus pergaminos y sus historias, llevaba siglos de vivir en la cuerera casi absoluta. Habรญa tenido un solo hermano, Francisco Valderrama, el tristemente famoso tรญo Pancho, fallecido aรฑos atrรกs, en vรญsperas del gobierno de Allende, a pesar de que era bastante menor que ella. Valderrama de los buenos, sin la menor duda, pero un desastre, una piltrafa humana.
ย ย ย ย ย โ€”Es raro, mamรก โ€”dijo รฉlโ€”, que me hayas bautizado con su nombre. Es como si hubieras querido condenarme โ€”y ella confesรณ que habรญa sido una cuestiรณn sentimental. El tรญo Pancho, antes de que รฉl naciera, habรญa sido tan simpรกtico, y tan buen mozo. Pero cuando el lo conociรณ, ya tenรญa las facciones deformadas. El vicio se lo habรญa tragado.
ย ย ย ย ย Los recuerdos de Panchito eran mรกs bien confusos, ademรกs de sombrรญos. Se acordaba de un rostro pรกlido, tirando a grueso, fofo, rasmillado, herido en diferentes partes, la mayorรญa de las veces con un ojo en tinta, con sectores de la piel morados y hasta verdosos. Una cara que subรญa las escaleras, cuando el ascensor del edificio estaba en pana, percance que se repetรญa con mayor frecuencia, acezando, cubierta la frente no por sudor sino por algo asรญ como una pasta frรญa, una exudaciรณn seca. Recordaba esa cara, esa figura, en diversos momentos, pero siempre en una penumbra, en una caja de escalera con la ampolleta quemada, o en una pieza donde la ventana estaba abierta, porque habรญa hecho mรกs de treinta y cuatro grados de calor y ahora caรญa la tarde, el cielo tomaba un color anaranjado oscuro, y recordaba tambiรฉn unas manos gruesas, exangรผes, que temblaban, y una voz cascada que subรญa de inmediato a un estado de crispaciรณn, que protestaba con furia y exigรญa algo, a pesar de que no tenรญa derecho a exigir nada, ningรบn derecho. Su abuela, misiรก Elvira, acababa de pronunciar un no rotundo, y el tรญo Pancho, hermano รบnico de ella y administrado por ella, interdicto, se levantaba, “ยกรndate a la mierda, entonces!”, aullaba, ante el terror suyo, y parecรญa que la mano gruesa, lรญvida, tembleque, se iba a levantar y la iba a golpear, pero al final seguรญa en su sitio, sufriendo sacudones, descargas internas, y el tรญo Pancho emprendรญa, entonces, la retirada, moviendo las piernas con dificultad, chocando con los muebles en la luz del anochecer, mascullando. Aunque se hubiera farreado, aunque se hubiera tomado las dos terceras partes del fundo, discutรญa, agitando el รญndice frente a la sombra, habรญa invertido el resto con muy buen ojo. ยกNadie tenรญa derecho a decidir por รฉl, a usurpar sus poderes, como si fuera un pobre baboso! En ese momento se golpeaba una rodilla contra el canto de una mesa y lanzaba un alarido. ยกCarajo!, aullaba, con su voz aguardentosa: ยกChuchas!
ย ย ย ย ย ร‰l recordaba, en seguida, algo mรกs: recordaba a un niรฑo un poco mayor que รฉl, mรกs alto y corpulento, que miraba al suelo, mal vestido, y que esperaba largo rato junto a la puerta de calle, sin que lo hicieran entrar, a pesar de que era hijo del tรญo Pancho. Hijo, sรญ, susurraba la tรญa Juanita, un hijo tardรญo, que vendrรญa a ser primo hermano de nosotras, pero… y hacรญa toda clase de gestos de duda. Llegaba siempre solo, sin su padre, y misiรก Elvira, tรญa carnal de ese niรฑo, le entregaba el cheque para pagar el colegio, o le daba plata para que se comprara un poco de ropa, en almacenes baratos.
ย ย ย ย ย โ€”Tiene un aire de familia inconfundible โ€”comentรณ una vez, de buen humor, misiรก Elviraโ€”, pero ese remolino de pelo tieso en el occipucio debe de venirle por la madre, de la Araucanรญa profunda. De todas maneras โ€”concluรญaโ€”, va a ser regio de buenmozo.
ย ย ย ย ย Eso sรญ, รฉl sรณlo recordaba tres o cuatro de aquellas apariciones: el niรฑo grandote, avergonzado, pegado al muro. Una vez divisรณ en la esquina a una mujer mรกs bien gorda, que agarraba su cartera con las dos manos, y se imaginรณ que era la mamรก del niรฑo, que lo habรญa acompaรฑado hasta la puerta del edificio y que lo estaba esperando. Despuรฉs, dos o tres aรฑos mรกs tarde, el hijo del tรญo Pancho dejรณ de venir a la casa y nunca mรกs se supo una palabra de รฉl. Desde aquellos tiempos, desde que habรญa visto al niรฑo grandote, primo hermano de su madre y de su tรญa, pegado al muro, con cara de susto, con la nariz llena de mocos, habรญan sucedido demasiadas cosas.

Parecรญa una รฉpoca sumergida. Debajo de los puentes del Mapocho habรญa pasado mucha agua y mucho barro, mucha mercocha.

Largos aรฑos despuรฉs de aquella visita brusca del tรญo Pancho a misiรก Elvira y de aquel no rotundo, de aquel golpe en el canto de una mesa, seguido de un garabato que todavรญa recordaba, cuando ya habรญa empezado a trabajar, habรญa llegado en compaรฑรญa de su madre, la Mayita, a la Clรญnica Santa Marรญa. Entraron a una habitaciรณn que tenรญa la puerta abierta y vieron al tรญo Pancho muerto, con un trapo amarrado a la cabeza para que no se le abriera la mandรญbula. Una mezcla sanguinolenta, ยกotra pasta!, aunque mucho mรกs oscura, casi negra, le salรญa por la comisura de los labios, como si la vida se le hubiera transformado en esa substancia sucia, esa escoria.
ย ย ย ย ย โ€”Botรณ el hรญgado por la boca โ€”dijo la tรญa Juanita, que estaba de pie frente a la ventana, de espaldas al cerro San Cristรณbal, y que era gran aficionada a los detalles mรฉdicos macabros.
ย ย ย ย ย โ€”ยกQuรฉ mujer mรกs bruta! โ€”exclamรณ misiรก Elvira. Misiรก Elvira estaba sentada junto a la cabecera de su hermano difunto, con las manos nudosas (se le habรญan llenado de nudos y de manchas en los รบltimos tiempos) apoyadas en un bastรณn, y miraba el muro, pensativa, calculando, quizรกs, que a ella le faltaba poco.
ย ย ย ย ย El anuncio a las mujeres de la familia del ascenso a subgerente tuvo lugar un miรฉrcoles en la tarde, al regreso de Panchito de la oficina, a una hora en que la oscuridad del otoรฑo ya habรญa caรญdo sobre Santiago. La muy preparada visita a la empresa del accionista principal estaba programada para el dรญa siguiente, jueves. La maรฑana de aquel jueves fue helada, de pleno invierno, y Panchito, conocido en la firma como Francisco Tudela Gรณmez o como Pancho Tudela, se puso su pesado y algo deshilachado abrigo, una compra de hacรญa seis aรฑos, y bajรณ con cinco minutos de anticipaciรณn, en su condiciรณn de miembro de la Comisiรณn de Pรณrtico, a la puerta de calle. Comprobรณ con cierta molestia que los demรกs miembros de la Comisiรณn de Pรณrtico, asรญ bautizada por el gerente general, hombre aficionado a las planificaciones meticulosas y a los anuncios pomposos, no se habรญan puesto sus abrigos respectivos, detalle que les daba un aire mรกs juvenil, menos ingenuo y empaquetado que el suyo. Pensรณ en subir de una carrera y dejar el molesto y poco agraciado sobretodo en el colgador de su despacho, pero habrรญa sido mucho mรกs grave, sin la menor duda, no estar en el lugar que le correspondรญa cuando el accionista principal hiciera su entrada.
ย ย ย ย ย โ€”ยกHace frรญo! โ€”exclamรณ, golpeรกndose las manos, y los demรกs componentes de la Comisiรณn lo miraron de reojo, con expresiones de sorna.
ย ย ย ย ย Si no hubiรฉramos perdido Longotoma, pensรณ Panchito, otro gallo nos cantarรญa, pero quรฉ se sacaba con lamentarse por la leche derramada. La Mayita, su madre, habรญa declarado hacรญa muchos aรฑos que no toleraba que mencionaran en su presencia la palabra Longotoma. ยกLa sola palabra! No probaba una gota de alcohol, quizรกs porque habรญa quedado vacunada con el espectรกculo de tantos desastres, y no intervenรญa en conversaciones que podrรญamos llamar conjeturales. ร‰l, en cambio, asรญ como la tรญa Juanita, solรญa enredarse en alegaciones y en suposiciones inรบtiles, y volvรญa, a medianoche, cuando los programas de la televisiรณn se habรญan terminado, a darle vueltas a la manivela. Lo extraรฑo, lo enervante, era que el tรญo Pancho, en medio de su niebla, todo moreteado y malherido, hubiera tenido el buen ojo de vender antes de la Reforma Agraria. Contaban que se habรญa bebido el equivalente de unas trescientas hectรกreas, que el almacenero de la plaza principal de Longotoma se habรญa hecho rico a costa suya, pero habรญa colocado unas platas que le habรญan sobrado con la mayor astucia de este mundo.
ย ย ย ย ย โ€”ยกQuรฉ injusticia! โ€”habรญa chillado una noche, en sus รบltimos aรฑos de vida, con la voz cascada, misiรก Elvira, mesรกndose los cabellos.
ย ย ย ย ย โ€”Era el mรกs inteligente de la familia, ยกcurado y todo! โ€”habรญa dicho la Juanita, a sabiendas de que ese comentario era el que mรกs dolรญa.
ย ย ย ย ย Ese jueves en la maรฑana, durante la espera en la Comisiรณn de Pรณrtico, el detalle del abrigo le habรญa despertado estas memorias molestas, pero quizรกs no fuera para tanto. Alguien seรฑalรณ con un gesto hacia una de las esquinas, y vieron que un largo Mercedes Benz de color azul oscuro avanzaba, raudo, en direcciรณn a ellos, y se detenรญa en medio de un silencio casi sobrenatural. La puerta de atrรกs se abriรณ antes de que el chofer alcanzara a bajarse y saltรณ a la vereda un hombre mรกs bien alto, pocos aรฑos mayor que Panchito, de cara ancha, atlรฉtico, vestido con un impecable traje gris cruzado y que parecรญa reรญrse del frรญo, de las comisiones de pรณrtico, de los apestados que usaban abrigo y camiseta, de todo aquello. ร‰l comprendiรณ que sus compaรฑeros conocรญan de antemano al personaje y le habรญan ocultado la informaciรณn, felices de propinarle una primera zancadilla en las alturas a las que acababa de ser encumbrado. ยกPobre tรญa Juanita!, se dijo, y no se dijo, quizรกs por quรฉ, porque los veรญa, a lo mejor, en otro casillero, pobre Camila, pobres niรฑos, pobre รฉl mismo.
ย ย ย ย ย โ€”Es el nuevo subgerente โ€”dijo uno de los comisionados, cuando le tocรณ el turno de los saludos, y agregรณ su nombre completo.
ย ย ย ย ย โ€”ยกAh! โ€”dijo el accionista principalโ€” ยกMucho gusto! โ€”con una sonrisa amable, y รฉl, tontamente ruborizado, murmurรณ una salutaciรณn excesiva y confusa.
ย ย ย ย ย El gerente general bajรณ corriendo al primer piso, deshecho en sonrisas, consciente de que trotar por las escaleras formaba parte de la atmรณsfera de aquella jornada, mรกs que eso, de su necesidad, y el grupo se puso a recorrer los galpones de fabricaciรณn a paso de marcha. Panchito alcanzaba a ver, desde la รบltima fila, que el accionista principal hacรญa una que otra pregunta; husmeaba con fingida curiosidad en los tarros de pintura; observaba con supuesta atenciรณn los productos quรญmicos, a pesar de que no sabรญa, le habรญan dicho a รฉl, una sola palabra de quรญmica, de lo รบnico que sabรญa era de hacer buenos negocios; tocaba con un dedo las cintas transportadoras, como para juzgar su solidez, y les daba la mano, sobre todo, con afabilidad, con una mirada directa a los ojos, a las obreras y a los obreros. De cuando en cuando se acercaba a alguien y le preguntaba por la familia, por la seรฑora, por los niรฑos. Notable, pensaba รฉl, teniendo en cuenta que el personaje era dueรฑo de docenas de empresas, y se preparaba para contarle todo a su madre, a la Juanita, a la Camila, con lujo de detalles. Ya se habรญa sacado el fastidioso abrigo y habรญa conseguido colocarlo en un perchero, a la entrada de uno de los baรฑos del sector de producciรณn. Lo รบnico que falta es que me lo roben, murmurรณ, pero se suponรญa que en un dรญa asรญ no habrรญa robos. En todo caso, el bochorno del primer momento habรญa pasado.
ย ย ย ย ย El accionista principal atravesรณ despuรฉs por el sector de las oficinas, con el mismo paso de marcha, seguido por el gerente general y por los miembros mรกs conspicuos de la Comisiรณn de Pรณrtico. Reconocรญa a uno que otro empleado antiguo, se detenรญa, lo saludaba por su nombre y hasta le daba unas palmadas amables en el antebrazo. A mรญ, se decรญa รฉl, en su prรณxima visita, ya podrรญa empezar a reconocerme, y se propuso salir del รบltimo lugar del pelotรณn y hacerse notar de algรบn modo en la sala de la gerencia, quizรกs informarle, pero siempre que la cosa cayera por su propio peso, que รฉl tambiรฉn se llamaba Valderrama por el lado de su abuela materna. Con su traje de corte impecable, con sus espaldas fornidas, el personaje cruzaba en ese instante el umbral de la gerencia, esa lรญnea demarcatoria que alcanzaba caracteres mรญticos para todos los que figuraban en las hojas de pago, y รฉl tuvo, en ese momento preciso, una intuiciรณn sรบbita, absolutamente clara e irrebatible, que le cayรณ como un rayo y lo dejรณ paralizado, mudo, con las manos y las piernas de lana. ยกEra la misma espalda de su tรญo Pancho cuando bajaba, gruรฑendo, exasperado por la dureza de piedra de su hermana Elvira, su abuela materna, por la caja de la escalera sucia, semioscura, llena de rayas, de dibujos obscenos, de una que otra palabrota! No cabรญa ni la mรกs mรญnima duda. La de su tรญo Pancho, claro estรก, era una espalda vencida, desvencijada, cubierta por una chaqueta brillosa, con los pelos de la nuca mal cortados, con huellas de caspa, pero idรฉntica a la del personaje de esa maรฑana, con un aire, con una especie de curvatura, con un perfil inconfundibles.
ย ย ย ย ย Cuando al fin le tocรณ cruzar a รฉl la lรญnea de demarcaciรณn, con paso lento, medio atontado, el corazรณn le latรญa con tanta fuerza, que si el mismรญsimo accionista principal le hubiera hecho cualquier pregunta, por sencilla que fuera, habrรญa sido incapaz de contestarle. Decidiรณ arrebatar un pisco sauer de una bandeja cercana y bebรฉrselo de un trago. Se sintiรณ bastante mejor, pero tuvo miedo de que el corazรณn se le saliera por la boca. ยฟCuรกntas hectรกreas le habrรกn sobrado a mi tรญo Pancho, se preguntรณ, despuรฉs de haberse tomado las primeras trescientas?, y no sabรญa si admiraba, si sentรญa el mismo asombro, la misma fascinaciรณn, frente a su tรญo abuelo o frente al fabuloso primo de su mamรก y de la Juanita. La maรฑana adquirรญa una aureola, una magia, y รฉl no entendรญa cรณmo el alcohol, el exceso, la mugre de su tรญo Pancho, que una vez habรญa llegado con los pantalones rotos en las rodillas, podรญan conducir a situaciones de esa clase, a espacios decididamente superiores. Y uno, dijo en voz alta, a palos con el รกguila. Bebiรณ un segundo pisco y se sintiรณ mรกs tranquilo, aun cuando los ojos se le nublaron. Escogiรณ el tercero en una bandeja repleta, calculando que le darรญa el plus de confianza, como habรญa escuchado decir una vez, que todavรญa le faltaba, y mordiรณ un bonito canapรฉ de langostinos.

No se tratan nada de mal en la sala de la gerencia, mรกs allรก de la lรญnea invisible. El aumento de sueldo que habรญa conseguido podรญa ser poco, pero habรญa cambiado de pelo, de status, y eso era, en el fondo, lo รบnico que contaba. Bebiรณ, entonces, la mitad de un whisky, y se abriรณ camino con energรญa, sin vacilaciones, vaso en mano, en direcciรณn al grupo que rodeaba al accionista principal y al gerente general. Descubriรณ que el accionista principal, desde adentro del cรญrculo, a travรฉs del claro que dejaba un par de cabezas, lo miraba de reojo, y creyรณ percibir un vago llamado, un signo de aliento. El alto personaje tenรญa en la mano nerviosa, poderosa, de venas hinchadas, un sรณlido vaso de agua mineral con gas y con un par de cubos de hielo. Esa gente, se dijo Panchito, en esas alturas, no se molestaba en llevar abrigo. Siempre pasaba de un Mercedes calefaccionado a un recinto de lujo, y terminaba la jornada frente a una chimenea esplendorosa, crepitante, cerca de una mujer esplรฉndida vestida de pantera. Tampoco podรญan permitirse, pensรณ, quemar ni una sola neurona en alcoholes de ninguna clase, por muy escogida que fuera. Su divisa era el rigor obstinado, la vigilancia perpetua, y sus noches eran el reposo de los grandes vencedores. Abrumado, Panchito hizo, en ese instante, un gesto muy raro con la boca, como si le costara un triunfo sacar el habla, y pareciรณ que iba a reventar el vaso de whisky debido a la crispaciรณn de su mano izquierda. De todos modos, con algunos tropiezos, despuรฉs de asomar su cabeza acalorada entre dos hombros, consiguiรณ articular las siguientes palabras:

ย ย ย ย ย โ€”ยฟUsted, seรฑor, es hijo de uno de los Valderrama Montes?
ย ย ย ย ย โ€”Soy hijo del รบnico hombre de los Valderrama Montes, de Francisco.
ย ย ย ย ย โ€”Entonces, seรฑor โ€”dijo รฉl, con una sonrisa tan forzada, tan difรญcil, que parecรญa un gesto de dolor, y mientras el corazรณn le daba golpesโ€”, somos parientes muy cercanos. Porque yo soy nieto de misiรก Elvira Valderrama Montes, hijo de la Mayita, la mayor de las Gรณmez Valderrama.
ย ย ย ย ย โ€”Ya lo sabรญa โ€”dijo el accionista principal.
ย ย ย ย ย ร‰l se quedรณ boquiabierto. No supo si el accionista principal habรญa dicho lo que habรญa dicho con verdadera calma, o si lo habรญa dicho con rabia contenida, con espรญritu vengativo. Fuera como fuera, quedรณ impresionado, tembloroso, con miedo de caerse desmayado. Se acordaba del niรฑo detrรกs de la puerta, con el cuello de la camisa carcomido, mirando al suelo, y tenรญa una sensaciรณn de impotencia, de perplejidad abrumadora. Sentรญa que estaba obligado a dar explicaciones de alguna clase, pero comprendรญa al mismo tiempo que la idea era totalmente absurda, que no habรญa explicaciรณn posible. A todo esto, era notorio que el accionista principal, sin prestarle a รฉl la menor atenciรณn, ยฟpor venganza, por desprecio?, permitรญa que lo adularan, que le cambiaran el vaso de agua con ademanes serviles. Habrรญa sido muy capaz de mandarlo a รฉl a comprar cigarrillos al almacรฉn de la esquina, ยกy รฉl habrรญa obedecido!
ย ย ย ย ย โ€”ยฟUn poco mรกs de hielo? โ€”le preguntรณ uno de los gerentes.
ย ย ย ย ย โ€”Por favor โ€”dijo el accionista principal, y lo dijo con amabilidad, agradeciendo la deferencia, pero consciente de que sus asalariados no podรญan actuar de ningรบn otro modo. ยกCรณmo serรญa estar enfundado en ese traje, se dijo รฉl, adentro de ese pellejo, con el estado de situaciรณn ese!
ย ย ย ย ย ร‰l, pues, clavado en su sitio, miraba, de reojo, pero fascinado, la renovaciรณn del agua mineral con gas, la de los cubos de hielo, y esperaba. Pero el personaje no cesรณ de darle la espalda, la fornida y reconocible espalda, igual, en efecto, a la de su tรญo, el apestoso hermano menor de su abuela, y continuรณ su conversaciรณn con el gerente general.
ย ย ย ย ย ยกQuรฉ imbรฉcil soy!, se decรญa รฉl. Cรณmo se me pudo ocurrir que no sabรญa, cuando a estos tipos los informan de todo. Decidiรณ bajar a rescatar su abrigo, ya que habรญa quedado descolocado, en un hueco vacรญo de la sala de la gerencia. Lo hizo a pie, por la escalera, con pasos que vacilaban. Pensaba de nuevo en la cara pรกlida, fofa, llena de moretones y rasmilladuras, sumida en tinieblas pavorosas. Tenรญa ganas de llorar de humillaciรณn, pero aguantaba con firmeza. Y nosotros, se decรญa, que le habรญamos perdido la pista al hijo, los muy huevonsones. El otro habรญa salido de un salto de aquellas tinieblas y se habรญa colocado en otra parte, en una zona de poderes, de resplandores acerados. ยกCon razรณn perdimos el fundo!, se dijo, y se golpeรณ las manos con ira.
ย ย ย ย ย El abrigo, bolsudo y deshilachado, con un bolsillo descosido, colgaba todavรญa en su sitio. ร‰l se disponรญa a devolverlo a su oficina, pensando que habrรญa tiempo para zamparse otro whisky en la gerencia, cuando se abriรณ la puerta del ascensor y el accionista principal, el hijo de su tรญo Pancho, saliรณ al vestรญbulo. El personaje lo vio, le dio la mano, como si la frialdad de hace un rato sรณlo hubiera sido un gesto, una indicaciรณn a la familia, a la historia privada, y le preguntรณ en voz alta, frente a todos:
ย ย ย ย ย โ€”ยฟCรณmo estรก la Mayita?
ย ย ย ย ย ร‰l, a punto de reventar de satisfacciรณn, con la sangre agolpada en la piel de la cara, de un color parecido al de una berenjena, le contestรณ que estaba muy bien. Esperรณ alguna otra pregunta, embobado, pero el gran personaje ya cruzaba la vereda con paso aรฉreo, entraba al asiento trasero de su Mercedes Benz azul y emprendรญa el camino a las otras entrevistas y ceremonias del dรญa.
ย ย ย ย ย En quรฉ alturas se moverรก, pensรณ Panchito, en quรฉ aires enrarecidos. Se dijo que รฉl, en aquellos pinรกculos, ยกpara quรฉ estรกbamos con cuentos!, sufrirรญa de mareos, perderรญa la respiraciรณn. Hasta el uso de la palabra perderรญa, puesto que era, se dijo, pensando en teleseries norteamericanas, un perdedor perfecto. Despuรฉs de tantos aรฑos, al fin y al cabo, la rama suya de la familia, junto con las tierras, habรญa perdido hasta la costumbre.
ย ย ย ย ย ยกLongotoma!, suspirรณ. Los ojos se le nublaron, y le pareciรณ escuchar la voz ordinaria y odiosa de su mujer, Camila, con acumuladas reservas, con silbidos sibilinos: ยกPor pajarones! ยกPor huevones! ยกPor infelices!
ย ย ย ย ย ร‰l se dijo despuรฉs que la tรญa Juanita, cuando le contara el increรญble encuentro, se iba a caer de poto. ยกQuรฉ imbรฉciles fuimos!, repitiรณ, introduciendo una ligera variante en la exclamaciรณn. La tรญa Juanita, que estaba sentada en el salรณn mirando la tele y bebiendo un sorbito de pisco puro, escuchรณ su relato, en un comienzo con la mรกs absoluta incredulidad, y pidiรณ varias veces que le repitiera las cosas. En seguida lanzรณ alaridos, dijo y reiterรณ que el accionista principal era primo hermano suyo legรญtimo, por los cuatro costados, y cuando empezรณ a reponerse de la sorpresa, agregรณ que se llamaba Juan Francisco, que era Valderrama no sabรญa cuรกnto, y que รฉl, sin duda, porque todos los Valderrama tenรญan un gran espรญritu de familia, aunque no se les notara, habรญa dado la orden de que lo ascendieran.
ย ย ย ย ย โ€”ยกAsรญ! โ€”exclamรณ, haciendo chasquear los dedosโ€”: ยกDe un solo paraguazo!
ย ย ย ย ย โ€”No se me habรญa ocurrido โ€”dijo รฉlโ€”, pero es lo mรกs probable. Porque en esa empresa, la verdad, por mรฉrito no asciende nadie.
ย ย ย ย ย โ€”Y tรบ, menos โ€”dijo Camila, con su lengua de รกcido puro.
ย ย ย ย ย โ€”ยกQuรฉ yegua! โ€”suspirรณ la tรญa Juanita, sofocada, y anunciรณ que ahora, cuando se sabรญa que su primo hermano, el hijo del pobre tรญo Pancho, era el dueรฑo de todo, Camila y el ordinario de su padre tendrรญan que tener mucho cuidadito.
ย ย ย ย ย โ€”Ven ustedes โ€”intervino la Mayitaโ€”. Yo siempre dije que el tรญo Pancho, a pesar de lo curado, era un lince.
ย ย ย ย ย โ€”No, mija โ€”rectificรณ la tรญa Juanita, sobradoraโ€”. Eso lo decรญa yo. Mientras ustedes trataban a ese pobre niรฑo como si fuera una basura, un rotito de la calle.
ย ย ย ย ย โ€”Yo lo trataba muy bien โ€”insistiรณ la Mayitaโ€”. Mientras ustedes le golpeaban la puerta en las narices, al pobre, yo lo hacรญa pasar, lo hacรญa sentarse en el salรณn, hasta le ofrecรญa galletas.
ย ย ย ย ย โ€”ยกPobre niรฑo! โ€”remedรณ Panchito, que hasta se habรญa olvidado de su ascenso a la subgerencia. Habรญa continuado bebiendo toda la tarde, saliendo al cafรฉ de la esquina a servirse una pรญlsener, y a esas alturas del anochecer estaba con la lengua bastante trabadaโ€”. Si hubieran visto hoy al gerente general de mi firma, corriendo detrรกs de รฉl con la lengua afuera… ยกY si hubieran visto el Mercedes de dos kilรณmetros de largo!
ย ย ย ย ย Lo dijo, y se quedรณ con la boca abierta, con el oรญdo atento a vagas mรบsicas celestiales, olvidado de su frustraciรณn de hacรญa unas pocas horas, porque era un espรญritu acomodaticio, incapaz de grandes odios, a diferencia de Camila, y ahora, mientras fijaba los ojos en el vacรญo, se hacรญa el firme propรณsito de colaborar desde la subgerencia de su empresa, con toda su alma, en la defensa de los intereses de su poderoso pariente.
ย ย ย ย ย โ€”Dame un poco de pisco โ€”le pidiรณ a su tรญa Juanita.
ย ย ย ย ย โ€”No tomes tanto โ€”dijo ella.
ย ย ย ย ย ร‰l bebiรณ un vaso grande, entero, con los ojos cerrados, y despuรฉs sintiรณ que era incapaz de hablar y hasta de caminar.
ย ย ย ย ย โ€”El tรญo Pancho bebรญa como un loco โ€”dijo Juanita, con cierta solemnidad, con algo parecido al orgulloโ€”, pero tenรญa algo adentro de la cabeza. Y su hijo, al que despreciรกbamos tanto, lo heredรณ. ยกNo es el caso tuyo!
ย ย ย ย ย โ€”ยกEs lo que yo digo! โ€”chillรณ, desde el corredor oscuro, Camila.
ย ย ย ย ย Por una vez, ella y la tรญa Juanita se habรญan puesto de acuerdo. ยกEn contra suya! Mientras la sombra golpeada, atormentada, con las espaldas en ruinas, del viejo tรญo Pancho, pasaba por el fondo de aquel corredor. ร‰l no atinรณ mรกs que a beberse otro vaso entero de pisco puro. Y Camila lo tuvo que despertar a las siete de la maรฑana siguiente, para que fuera a hacerse cargo con el cuerpo estropeado, con temblores en las manos y en los mรบsculos de la cara, de la subgerencia famosa. –Santiago, febrero de 1999.

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(Santiago de Chile, 1931 - Madrid, 2023) fue escritor y diplomรกtico.


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