Una extraรฑa sensaciรณn acompaรฑa los pasos de propios y turistas en territorio mexicano. Comenzรณ como levรญsima conciencia de la suela, siguiรณ como un discreto chasquido al doblar el zapato y despegarlo del piso, y terminรณ siendo una pegostiza de los mil diablos. El paรญs rezuma melcocha.
Y es que nos vamos a los extremos. Nuestra denodada y orgullosa aficiรณn al chile tiene una cruel venganza: la melcocha. Se pasa del picor mรกs ardiente al empalague en un instante. La melcocha no respeta edad ni posiciรณn social, profesiรณn o camino de la vida. Desde niรฑos se nos enseรฑa a venerarla, de festival en festival del dรญa de la madre, de San Valentรญn en San Valentรญn, de dรญa en dรญa del compadre.
Nuestra melcocha es hartas cosas.
Es el presidente Fox llamando a sus hijos en el momento histรณrico.
Es Martita Sahagรบn hablando de su vida o la secretaria Vรกzquez Mota tocando la lira.
Es Marcos bajo la lluvia en Ixmiquilpan.
Es la doble vela de…
Es la doble vela de las televisoras por la paz, con la llama de la caridad hacia los hermanos indรญgenas.
Es Juan Escutia lanzรกndose al abismo envuelto en la bandera. Es Cuauhtรฉmoc en el lecho del dolor. Es el Pรญpila.
Es Marga Lรณpez en Arrabalera, es Pepe el Toro, es el Cantinflas de El Seรฑor Profesor.
Es la rosa de Lolita Ayala, es la indignaciรณn permanente de Lili Tรฉllez.
Es el lema con que Lรณpez Obrador nos endulza el dรญa: Ciudad de la Esperanza.
Es al fin uno mismo: ¿no es melcocha pura esta trรกgica pasiรณn por la selecciรณn de futbol, las banderitas esperanzadas, el sufrimiento perpetuo, los golpes de despecho al final del partido?
Porque en las enormes diferencias de oficio y trascendencia, en las distancias histรณricas y de gรฉnero, los puntos de vista encontrados, las alianzas y enemistades, todos por igual aportamos a la boyante reserva del edulcorante nacional. Junto a ese chile serrano con que damos sazรณn a nuestras vidas, en oposiciรณn y a menudo por encima de ese sabor clรกsico, el paรญs rezuma melcocha.
Melcocha. La miel, concentrada y muy caliente, se avienta a la cocha, tanque de lavado secundario en el beneficio de metales, y al contacto con el agua frรญa queda flexible, correosa, pegajosa, empalagosa. Es difรญcil caminar en ella, pero ¡ah! cรณmo le gusta la melcocha al mexicano.-
