Reflexión omniabarcadora

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Distinguido Sr. Director:
     Le agradecería que me permitiera reaccionar en tono crítico al artículo de Jorge I. Domínguez, "Cinco falacias sobre la democracia en América Latina" publicado en el último número de Letras Libres. Más allá de lo que considero un excesivo tono optimista del artículo, lo que en verdad me desagrada del mismo es el poco acierto del autor a la hora de sortear los muchos riesgos y obstáculos metodológicos que forzosamente surgen en el momento de reflexionar sobre América Latina de forma omniabarcadora. Una realidad tan rica y dispar como la de nuestro subcontinente —más allá de que, efectivamente, los países de la región comparten una misma matriz cultural e identitaria— siempre vuelve riesgosa la empresa de explicar con tesis simplistas la complejidad local o regional que adquieren en su desenvolvimiento ciertas dinámicas generales, como, en el caso que nos ocupa, la de la consolidación democrática en la región.
     Me gustaría ilustrar lo anterior apelando a un caso particular. Por ejemplo, sostiene el Sr. Domínguez que los empresarios no son enemigos de la democracia. En general, yo también concuerdo con dicha afirmación. Sin embargo, al examinarla a la luz de casos concretos, no siempre se vuelve una tesis defendible. Concretamente, me gustaría refutar la interpretación realizada por Domínguez del papel que desempeñó el empresariado salvadoreño en el proceso de pacificación e instauración democrática de ese país centroamericano. Para el autor, "el empresario salvadoreño se convirtió en coarquitecto de la pacificación y democratización del país". En mi opinión, tal afirmación es excesiva, toda vez que el peso de la actitud pragmática adoptada por dichos empresarios se explica claramente por el cambio dramático del contexto internacional que volvía inviable la derrota del enemigo (los insurgentes del fmln). Todavía en el último momento de las negociaciones de paz, es factible documentar cómo la presión norteamericana —a la que claramente se sumaron los gobiernos de México y de Venezuela— resultó decisiva para conjurar un peregrino golpe de Estado azuzado por "halcones" del ejército y del empresariado salvadoreño. En todo caso, ese pragmatismo de última hora no concede respetabilidad a un partido como arena, que no puede ocultar ni negar su origen fascista y totalitario.

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