Literatura destilada

Degenerado / Trilogรญa de la pasiรณn

Ariana Harwicz

Anagrama

Barcelona, 2019 / 2022, 124 pp. / 312 pp.

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Las tres primeras novelas de Ariana Harwicz (Buenos Aires, 1977) circularon en pequeรฑas editoriales espaรฑolas y latinoamericanas entre, mรกs o menos, 2012 y 2016, mientras la autora, que se hacรญa un nombre en ferias del libro y festivales culturales con adaptaciones teatrales de sus textos y una descomunal capacidad retรณrica, iba y volvรญa desde su casa en Francia a Latinoamรฉrica, bien custodiada, ademรกs, por el relativo consenso que la ubicaba como la nueva sorpresa literaria del continente. Su primera obra, Matate, amor, fue adaptada al teatro en diferentes lenguas (en esa primera Harwicz todavรญa es posible una pequeรฑa disecciรณn de los eventos que se suceden), y el aรฑo pasado fue cedida para que Scorsese produzca una versiรณn en largometraje.

En 2014 apareciรณ La dรฉbil mental, acaso su ejercicio mรกs radical: pรกginas en que se adivina la relaciรณn insolente e incestuosa entre una hija viciada y su madre que no lo estรก menos. La lengua de la que echa mano la autora provoca una suspensiรณn del aparato argumentativo y parece acaparar toda ilaciรณn lectora. Asรญ tambiรฉn ocurriรณ con Precoz, publicada primero en Argentina y luego en Espaรฑa, que puede leerse como una suerte de exploraciรณn del vรญnculo entre un hijo las mรกs de las veces normal y su madre alucinada. En 2019 Anagrama editรณ Degenerado, que narra, si en Harwicz es posible que ocurra ese verbo, las vicisitudes que debe encarar un hombre supuestamente pedรณfilo. Finalmente, hace algunos meses, y bajo el tรญtulo de Trilogรญa de la pasiรณn, la misma editorial imprimiรณ sus tres primeras novelas, que circulaban dentro y fuera de su paรญs de nacimiento con la cautela de quien tiene un secreto y desea compartirlo solamente con elegidos.

Hay una pequeรฑa similitud entre los textos de Harwicz y su suerte editorial. Parece que han transitado caminos pequeรฑos, rutas y poรฉticas menores, pero han terminado su marcha de una forma mรกs bien venturosa: con la legitimaciรณn que tiene lo alternativo y lo dificultoso, aunque con un cauce mรกs amplio, ese que le brinda la gestiรณn de su obra desde Espaรฑa y que se proyecta a toda Amรฉrica Latina. Difรญcil creer que la autora se fabricรณ la buena suerte de sus libros. Mรกs bien es el asombro general por un proyecto a contrapelo de sus coetรกneos, o la manifestaciรณn de que es posible una divergencia radical en el campo literario en espaรฑol. Sin ser tiempos de vanguardia, al menos se puede aspirar a ser una pequeรฑa revoluciรณn.

Aquรญ tres hipรณtesis sobre la literatura de Harwicz: a) su prosa, heredera dรญscola de las escrituras de Alejandra Pizarnik y de Osvaldo Lamborghini, reacciona ante el pacto de lectura diรกfana de los autores de su generaciรณn con textos en que mucho menos importa el argumento que la experimentaciรณn del lenguaje; de ahรญ que su enorme lรฉxico relate principalmente la historia misma del lenguaje en lugar de una historia en particular. Es mรกs, si de resumir sus obras se tratara, no se requiere de mรกs de cuatro lรญneas para producir una sรญntesis honrosa y cabal de lo que ha escrito; b) sus mรญnimos argumentos, que se recapitulan en relaciones tormentosas y equรญvocas entre madres e hijos, parejas reciรฉn juntadas, o en un viejo hombre acusado de pedofilia, se amplรญan en esa bรบsqueda de lenguaje rรญtmico y por momentos preciosista de modo tal que, si bien son pretextos para desplegar la escritura, son tambiรฉn respuestas a las novelas biempensantes, las novelas de las mujeres emancipadas, de los hombres deconstruidos y de una cierta sordidez. Aquรญ no hay matices: Harwicz apuesta por ella con brรญo salvaje y lo que queda, despuรฉs de angustiosas horas de lectura, son pistas de lo que pudo haber ocurrido con una literatura independiente durante los aรฑos en que se privilegiรณ la entereza y la ejemplaridad de la narraciรณn perfecta, plana, frugal; c) las tรฉcnicas de escritura de Harwicz se repiten y repiten en imรกgenes borrosas (โ€œTodos estรกn cargados de vino. Las bocas cloacasโ€, Trilogรญa) desafiando, nuevamente, el realismo de sus pares, el jueguito hoy inocente de las literaturas fantรกsticas contemporรกneas, el tropicalismo de las aventuras sexuales de personajes cuyo mayor refilรณn polรญtico constituye la colecciรณn de veces que viven o relatan un coito.

El crรญtico no estรก seguro de que el sexo sea el brรญo necesario con que continรบan las novelas de la novelista argentina. Lo que sucede es que el sexo, esa emancipaciรณn forzosa de los cuerpos y del decir, tambiรฉn estรก constreรฑido a la calibraciรณn de una lengua tempestuosa. Harwicz escribe asรญ y es muy posible que continรบe haciรฉndolo. Por eso sus relatos son continuidades deformes de lo que puede pasar en un mismo lugar, donde parece haber estado y que, en todo caso, la condujeron a la escritura: las afueras campesinas de un paรญs desarrollado, muy posiblemente Francia. Por eso, tambiรฉn, se abre la pregunta de si la escritura ha de ser un florilegio de investigaciones estancas o de si ha de ser como un remolino que se ahoga en sus propias aguas. El escritor escrutador o el escritor que repasa la misma fรณrmula hasta extraer de ella la ecuaciรณn perfecta, ya simplificada: la literatura que cuenta el mundo y la que se resigna a contar sobre sรญ misma, sobre su imposible margen de acciรณn. El destilado de la lengua no es la tradiciรณn, las obras perfectas que se comunican con las siguientes, como parecen pensar los inadvertidos. No: la savia misma de la literatura es condensarse hasta que el sentido sea relegado por su poรฉtica, es decir, por lo que no se consigue decir.

La casa estรก llena de ronquidos y solo somos dos. Soy un espectro, camino con la panza apretujada, con el demonio en la panza, cae a mis pies, me muevo entre habitaciones. No hay nada, tampoco dirรญa dolor, no es ni eso, son mรกs bien azulejos frรญos, si no sirve meter la cabeza en el tigre, para quรฉ dรญas. Busco por la casa algo y no sรฉ quรฉ. Deambulo, veo a mamรก sin contornos lavarse, rayarse. Me meto en la cama, no la despierto, me subo a ella y la abrazo, estoy perdiendo consistencia y solo soy una especie de idea (Trilogรญa).

La autora pertenece al segundo grupo y obtiene con su literatura resultados raros y excepcionales. Quizรก sea mรกs preciso anotar que lo que queda de sus textos tan pulidos y sofocantes es la negativa a dialogar con ese lugar comรบn que dicta que lo sustancial que hace la novela es relatar. Harwicz se obceca en poner la narraciรณn en crisis: la ahoga hasta el punto en que de ella solamente quedan pistas. El crรญtico se imagina que de estas pistas surge erotismo sin territorio, acaso una franja de deseo que pulula libremente por esa lengua suspendida en el limbo. El sentido, su elaboraciรณn, piensa el crรญtico, es la tarea del lector atento. ~

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es crรญtico literario en Letras Libres e investigador posdoctoral.


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