Lina Ghotmeh: espacios que invitan al diálogo

La arquitecta libanesa, diseñadora del Serpentine Pavilion 2023, habla sobre su formación y el proceso que sigue para el diseño.
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Este año la arquitecta Lina Ghotmeh (Beirut, 1980) diseñó el Serpentine Pavilion 2023, una iniciativa anual organizada por Serpentine Galleries en Londres en la que se elige una práctica arquitectónica o artística para construir una estructura temporal en Kensington Gardens abierta al público durante los meses de verano. Su propuesta titulada À table se presentó como un espacio cuyo interior estaba compuesto por un anillo de mesas que invitaban a la conversaciónEl exterior se fundía con el ambiente natural. En general, las propuestas arquitectónicas de Ghotmeh buscan la creación de una comunidad y el cuidado del medioambiente.

Me gustaría que me hablaras de tus influencias. ¿Cómo te has nutrido de tu entorno?

Soy alguien a quien le gusta la convivencia, a quien le gusta pensar en el espacio como una forma de reunir a la gente. Crecí en Beirut, así que eso tuvo mucho que ver con lo que soy hoy. Beirut es una ciudad cosmopolita caracterizada por su diversidad de culturas, religiones y creencias. He vivido entre la ciudad y un pueblo. Crecí rodeada de canteros y de gente que construía sus propias casas cortando la piedra, trabajando con la naturaleza. Al mismo tiempo, me relacioné con la ciudad, la guerra, la violencia.

A pesar del caos de Beirut, hay una sensación de libertad en mi mente. En mi juventud, la ausencia de un gobierno y de una entidad pública también hizo que fuera más proactiva a nivel individual. Eso me llevó a tomar riesgos en mi vida, sin miedo de seguir adelante. Es importante preguntarse cómo nos posicionamos, cómo intentamos construir un entorno positivo, cómo nos relacionamos con la naturaleza.

Sueles definir tus diseños como una “arqueología del futuro”. ¿Esto se relaciona con tu atracción por la arqueología desde que estudiabas arquitectura?

Mis estudios en la American University of Beirut influyeron mucho, porque entonces estudiaba arquitectura, pero también estaba expuesta a otros programas y cursos como política, antropología, género, biología o ingeniería. Así que de alguna manera pensaba en la arquitectura a través de otros lentes. En la arquitectura, veo la misma continuidad de la narrativa que uno está construyendo. Por supuesto, hay algo intuitivo que viene de ser una arquitecta, pero no es suficiente; se debe buscar cómo darle profundidad y sustento en otras disciplinas.

A veces la gente me pregunta qué fue lo que me inspiró a realizar el pabellón u otros proyectos, pero nunca se trata de una única inspiración: la arquitectura es un acto tan complejo que de alguna manera incorpora esa complejidad intrínseca y la hace fácil de comprender a través del espacio. Se trata de entender y aceptar la complejidad. Esto también tiene mucho que ver con el contexto en el que crecí: me enseñó que la vida está llena de contradicciones. Por ello pienso que la arquitectura consiste en la síntesis de la complejidad y eso es lo que intento transmitir.

¿Cómo es que tu proceso de diseño basado en la investigación histórica te permite constituir una práctica comprometida con un futuro justo y sostenible?

A mi proceso de investigación lo llamo proceso arqueológico. Consiste en formular preguntas antes de iniciar un proyecto. En el caso del pabellón hice muchas preguntas sobre el lugar, la historia del contexto, nuestra relación con este entorno o las maneras de lograr la menor huella de carbono posible. Me interesaba saber cómo se pueden unir todas esas reflexiones para crear una memoria diversa y profunda del lugar. Cuando se logra fusionar esa diversidad, la memoria de la gente se activa. Se ve que cada persona que asistió recordaba algo diferente, pues intento que todo resulte significativo. El hecho de tener una mesa en donde todos se sientan de forma horizontal aporta cierta igualdad y justicia. Fueras quien fueras, al entrar al pabellón, te sentabas y sentías libre, porque sabías que eras igual que cualquier otra persona. No había jerarquías en este espacio, eras parte de esta comunidad que estamos construyendo juntos. También decidimos hacer una construcción ecológica, el material con el que fue construido intenta ser sostenible. Por ello, es un pabellón de bajo impacto que puede ser reutilizado sin tirar nada del material.

¿Por qué crees que sigue siendo relevante diseñar y construir un pabellón hoy en día?

Diseñarlo y construirlo es más que importante, porque ofrece espacios no programados: lugares de libertad y donde la gente pueda estar sin condiciones. Te puedes apropiar de él de la forma que quieras. Además, cuando entras en un espacio así, te encuentras en un tiempo aparte, suspendido fuera de tu vida cotidiana. También, su estructura polimorfa puede albergar diferentes actividades: un concierto, una conferencia, una exposición artística o, incluso, tomar un café. Eso es esencial.

Más allá de ser un lugar de encuentro, no deja de ser un elemento temporal que activa ciertas cosas y luego se desvanece.

En ese sentido, podemos remontarnos a la etimología de la palabra pabellón, que en latín es papilio y en francés papillon, que significa mariposa. Se trata de una estructura efímera, un techo plisado que descansa sobre columnas muy finas. Esta idea de fugacidad también es muy poderosa. La sensación de tener un lugar que va a desaparecer aporta una experiencia diferente al lugar y a su apropiación.

Tú has dicho a menudo que ves la arquitectura “como una herramienta de resistencia, una manifestación de unión”. ¿Cómo es que À table logró esto?

La arquitectura del pabellón daba la sensación de que era una estructura que no intentaba ser demasiado ruidosa desde el exterior. Buscaba la serenidad, la interioridad. Trataba de desacelerar el tiempo. Nos permitió alejarnos un momento de lo que rige nuestra producción y nuestra vida cotidiana hoy en día. Ese consumo frenético del espacio que en realidad nos ha llevado al cambio climático, a la extracción, al desecho. Fue una especie de resistencia a los sistemas actuales que pretendía aportar una forma distinta de hacer arquitectura. Hay que crear lugares accesibles para todos, que sean hermosos y que faciliten un sentido del ser. Sobre todo, hacer lugares para las personas, pero con respeto por todo lo vivo y por la naturaleza.

¿Qué me puedes decir sobre la materialidad y su relación con su contexto y entorno?

La madera que se utilizó en el pabellón subraya, por un lado, la relación con los Kensington Gardens y los árboles que lo rodean. Ha entrado en un ciclo ecosistémico, pero de una forma más vivencial. Trató de dar continuidad a los propios recursos del parque. También hizo eco de la función del pabellón, que es una estructura ligera con los cimientos más pequeños posibles para ser fácil de montar y desmontar. La madera es un material ligero que permite este tipo de intervención en el sitio sin requerir mucha excavación, ni movimientos de tierra.

También estuvieron presentes el sentido de la forma y el sentido de la tactilidad. La tactilidad está relacionada de algún modo no solo con el material en sí, en este caso, sino también con la luz. La luz aporta un tejido diferente al espacio. Pienso que la tactilidad de este pabellón no consistió necesariamente en tocar el material, sino también en su inmaterialidad, en cómo reaccionaba al sol, por ejemplo. Cuando todo el patrón estaba a la sombra en el espacio, se tenía una sensación de entramado, como si fuera un tejido o una especie de alfombra que empezaba a aparecer.

¿Qué impacto esperas que este pabellón haya tenido en los visitantes, sobre todo en relación con la sostenibilidad y nuestra conexión con el mundo natural?

En primer lugar, espero que la gente haya sentido lo esencial de la arquitectura en nuestras vidas y lo crucial que es escuchar a la naturaleza y construir a partir de ella. En segundo lugar, que reflexionaran en lo fundamental que es pensar acerca de nuestros espacios y ocuparnos de cuidar lo que construimos. Espero que de verdad estas ideas nos lleven a una búsqueda por la belleza, pero también a una serenidad en nuestra relación con la naturaleza, con nuestro entorno. ~

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Es arquitecto, editor y escritor


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