Savater y México

Fernando Savater tiene una larga e intensa vinculación con México y sus escritores. Es el tema de esta conversación.
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Fernando Savater, uno de los intelectuales más importantes de la España de las últimas décadas, tiene una larga e intensa vinculación con México y sus escritores. Es el tema de esta conversación que mantuvimos por teléfono.

Quería preguntarte por tu relación con México y con la literatura mexicana. Uno de los escritores mexicanos más importantes para ti fue Octavio Paz.

He pasado mucho tiempo allí, he ido con mucha frecuencia. Fui por primera vez muy joven. Tenía un amigo mexicano, hijo de españoles, que conocí aquí en Madrid, Héctor Subirats, y me convenció para que fuera allí a dar un curso en el tecnológico de Acatlán. Me fui sobre todo por conocer el país. Estuve dando clases. En ese tiempo recibí una carta de Octavio Paz, al cual yo no conocía personalmente. Había leído creo que La tarea del héroe y me escribió una carta muy cariñosa, que fue para mí como si me hubiera escrito el Espíritu Santo. Entonces convencí a El País para que me pagara un viaje para hacer una entrevista larga a Paz.

Estuve varios días con él, nos hicimos muy amigos, dentro de la diferencia de edad y de mérito de los dos. Fue muy cariñoso conmigo, hicimos una entrevista larguísima, supuestamente grabada, y cuando llegué a Madrid vi que no había grabado absolutamente nada. Entonces me inventé toda la entrevista, a partir de lo que yo me acordaba, y le encantó. En un libro que reúne sus mejores entrevistas, Pasión crítica, incluyó la mía. Me dijo: “Bueno, en algunas cosas he cambiado de opinión, por ejemplo, en eso que te dije de la otan…” Yo pensaba: “No, no has cambiado de opinión, es que la opinión era la mía.” Pero, en fin, nunca se lo confesé. Fuimos muy amigos, cuando él venía a España también estábamos juntos, yo tenía una enorme admiración por él, aprendí muchísimas cosas de él y de lo que escribió. De modo que sí, esa ha sido la mayor influencia que he tenido en México.

¿Y Alejandro Rossi?

Oh, yo tenía mucho cariño por Alejandro Rossi, y cierta complicidad. Y admiración, naturalmente, hacia Manual del distraído y su obra. Hace un tiempo, se conmemoraba un aniversario de Ortega y leí un texto de Rossi sobre él. Es realmente bueno, una de las cosas más clarividentes que he leído sobre Ortega. Éramos amigos, incluso viajamos juntos un año que iba a Florencia a buscar sus raíces. Yo también iba a Italia entonces e hicimos el trayecto juntos. Estuve muchísimas veces con él. Hemos reído mucho juntos. Lo visité unos días antes de su muerte. Era una despedida, porque era perfectamente consciente de su situación. Lo recuerdo con mucha nostalgia.

Con Enrique Krauze también tienes relación.

Sí. Además, tenemos la misma edad. Hemos vivido muchas cosas juntos, sobre todo políticas e ideológicas. Me parece un hombre muy competente, muy inteligente, que conoce bien no solamente la política de México, sino también la de España. Somos muy amigos. Alguna vez nos hemos apoyado el uno al otro frente a enemigos comunes. Tengo de él la mejor opinión.

¿Has conocido a Gabriel Zaid?

No. Me movía en un círculo en que todo el mundo lo conocía y era amigo suyo. Y todo el mundo me hablaba de él, pero no lo he llegado a tratar.

A Carlos Monsiváis sí.

Mucho. Estuvimos juntos en Guadalajara, en la FIL, en muchos sitios. Además teníamos una amiga común y muchas veces nos juntábamos a comer, a cualquier cosa. Ahora mismo la amiga que te digo, que es un poco la que ha ejercido de mánager mía en México, me acaba de mandar el altar de muertos que hace todos los años. En el altar siempre pone una fotografía de mi mujer Sara Torres. Y justo detrás de la de Sara estaba la de Monsiváis. Una vez me publicaron un libro sobre caballos y le pedí a Monsiváis que me lo presentara. Resulta que nunca había estado en un hipódromo, la primera vez fue para presentar mi libro.

¿A Jorge Ibargüengoitia lo llegaste a conocer?

No, pero le he seguido mucho, me he reído mucho con él. Iba en el avión en el que tenía que haberme matado yo.

El de Avianca que se estrelló en Mejorada del Campo en 1983.

Sí, se estrelló al poco de salir. Murieron casi doscientas personas, entre ellos Ibargüengoitia y bastantes escritores. Yo tenía que haber ido en ese avión, porque luego iba a México. Pero me marché un par de días antes y resulta que ya estaba en México cuando me enteré. Mi nombre figuraba en la lista. Y había una Rosa Sabater, música, que viajaba. Se corrió el rumor de que yo me había matado en el accidente. Con lo cual estaba yo tranquilamente en casa de mi amigo, en México, libando tequila y de pronto llaman por teléfono: “Nos hemos enterado, pobre Fernando, lo que le ha pasado.” Y, bueno, en ese viaje murió Ibargüengoitia. Le he leído mucho, me encantan su humor, su ironía. Revolución en el jardín es una de las mejores cosas que he leído en mi vida.

¿Hay otros escritores cercanos?

Soy muy amigo de Christopher Domínguez Michael. Empezamos juntos, escribíamos en Vuelta. Le tengo mucho afecto y mucha admiración. Es un gran conocedor de Paz. Es la persona que más sabe de todo. No hay manera de sacarle un tema literario que no sepa más que tú.

Otro gran conocedor de Paz es Guillermo Sheridan.

Tuve una entrevista desde la Casa de México de Madrid. Hablamos de todas estas cosas de los recuerdos, escritores y de Paz. También he sido y soy amigo de Ricardo Cayuela. Escribimos en The Objective y no me pierdo ningún artículo suyo. He tenido muchos amigos en México, y me molestaría dejarme a alguno injustamente. Han sido enormemente generosos conmigo y guardo la mejor impresión. ~

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