El hilo que nos lleva

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Esta apacible quietud es fugaz postureo, pues en cuanto acabe esta lĆ­nea aflojo el muelle y saltan las piernas. Esta calma es tan fingida que resulta inverosĆ­mil hasta para el que la ejerce. Es un zen de rebajas, aunque a vecesā€¦ sĆ­, funcionaā€¦ QuizĆ” es el tĆ­pico pensamiento mĆ”gico (aunque todo pensamiento, fragor de bacterias, determinismo cuĆ”ntico, lo es). El caso es que la paz funciona en este instante: ahora mismo no hay nadie en el universo, queda un hilo entre usted y yo (o viceversa), un hilo que atraviesa este juego de fractales incluyendo el papel y el cristal, el tiempo o los tiempos y las densas capas de nadasā€¦

Y eso lo puede hacer porque es un hilo vacĆ­o sin mensaje ni masa ni contenido, es solo Ć©l mismo, el concepto vacĆ­o que una vez nombrado o pensado (fragor de bacterias) ya se puede desvanecer sin dejar de ser eterno pues el hilo neutral es tan econĆ³mico que al no ser nada y no hacer gasto ni siquiera necesita a nadie en los extremos: usted y yo podrĆ­amos no estar: seguro que usted se ha ido hace ratoā€¦ y yo, como se ve, he dejado a los dedos solos. Usted deja a los ojos solos yo dejo a los dedos solos. El universo en un hilo que depende de nuestras ausencias. La ia no sabe cĆ³mo hace lo que hace: la inteligencia natural, si lo es, tampoco.

Hemos dejado el hilo solo, y no existe.

Si no hay nadie o hay alguien que no le presta atenciĆ³n el hilo inane quizĆ” sea un punto o el simple hueco que deja esta memoria en el aire. Si usted y yo no existimos por fin o nos hemos distraĆ­do o simplemente nunca estuvimos aquĆ­ el hilo vacĆ­o nos crea porque algo o alguien ha de sostener y tensar sus puntas o quizĆ” no tiene puntas y solo da la vuelta al universo o traza el lazo del infinito a lo ancho: hemos detectado el hilo que sujeta idealmente el mundo y, por decirlo todo, que atraviesa los corazones, etc. Solo con vibrar un poco el hilo nos ha imaginado o viceversa.

Mientras usted siga ahĆ­ el hilo vibra y el mundo existe, ya que nadie mĆ”s ha oĆ­do hablar de Ć©l (ni de nosotros en esta aventura) porque esta noticia es una exclusiva que, ademĆ”s, por su propia inconsistencia y falta de sustancia (materia) desaparecerĆ” en cuanto usted la olvide y yo nunca la supe: mis dedos que transcriben o traducen estas letrillas no tienen memoria, y si la tuvieran simplemente estarĆ­an repitiendo este texto, que es, seguramente, lo que hacen una y otra vez. Pues si la ia obra prodigios de cĆ”lculo ā€“predice el plegado de proteĆ­nasā€“, sin que sepamos cĆ³mo lo hace, tampoco los humanos, en su tenaz perseverar, sabemos cĆ³mo lo hacemos: ergo la ia es, a su manera, hermĆ©tica y natural).

Al ser imaginario y/o cuĆ”ntico el hilo envuelve y sujeta el universo sin que le afecte el tiempo-espacio, pues basta citarlo para que exista y eso nos ahorra el oprobio del tope de la velocidad de la luz prescrito por Einstein y mantenido como dogma: esta regla o ley agobia mĆ”s que las teologĆ­as tradicionales que al ser tan complicadas siempre dejaban algĆŗn resquicio para el desliz e incluso, algunas, para cierta libertad, libre albedrĆ­o y otros consuelos que, sin incurrir en herejĆ­a ni manga ancha, daban un respiro, ciertamente efĆ­mero a la vista de los hallazgos neurolĆ³gicos que, con sus experimentos, hasta lo bailado nos han quitado.

Pero nos queda el hilo imaginario para seguir enredando y tener un tema que nos permita jugar y departir al margen de los azares, doloraciones y amargorios, prescindiendo de reglas y dogmas que a fuerza de repetirlos y acatarlos nos abruman y nos dejan en nada. Nada sĆ­, pero a mala gana. La rebeldĆ­a es un imperativo de la evoluciĆ³n: si mis dedos teclean este sinsentido mientras yo cambio la cuerda de la persiana por algo serĆ”.

Y si usted sigue ahƭ el universo aguanta un ciclo mƔs. No afloje que ya queda poco, o sea, todo. Y si ha perdido el hilo es buena seƱal: quiere decir que ha abierto otro, lo que engendra al instante un nuevo mundo.

Este hilo reciƩn creado sin tiempo ni espacio ni materia es una onda que puede envolver el universo, sea finito, ilimitado o ambos (hay en Netflix un documental sobre el infinito), pero tambiƩn tiene otras propiedades como, por ejemplo, cualesquiera que usted quiera adjudicarle. Asƭ, lo mƔs obvio y lo mƔs fƔcil: igual que puede ceƱir el improbable perƭmetro del mundo o tejerle un sudario nuestro hilo, si lo tensamos y/o destensamos bien, puede jugar a la comba con todo lo que haya y, ojo, con lo que hubo y/o habrƔ. Si en ausencia de alcohol esto no es un vƭnculo entre usted y yo nada podrƔ unirnos.

Con estos superpoderes el hilo puede ir sin demora ā€“Ā”sin demora!ā€“ al famoso Big Bang y verificar si fue para tanto como decimos y creemos con la antigua fe que ya no sabe dĆ³nde ponerse. El fabuloso telescopio James Webb (jwst) llega hasta donde llega y mĆ”s atrĆ”s ā€“antesā€“ no vemos nada. Pues el hilo nos lleva mĆ”s atrĆ”s con la sola condiciĆ³n de imaginar ā€“no se puede imaginar lo que no existe o viceversaā€“ lo que hubo. Esto sĆ­ que une.

Escribe Antonio Damasio en El extraƱo orden de las cosas que ā€œel origen de los sentimientos es la vida en la cuerda floja haciendo equilibrios entre la prosperidad y la muerteā€. Y tambiĆ©n que: ā€œLa actividad cultural comenzĆ³ unida a los sentimientos y esta uniĆ³n ha permanecido intacta.ā€

La cuerda floja de Damasio es el hilo que nos lleva. El sentimiento que nos une sujeta el hilo que no existe. El hilo de la cultura. Lo que imaginas existe. Gracias. Ya puede soltar. O no. ~

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(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la pƔgina gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).


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