Zaid lector

Atento a las palabras y las cosas, Zaid ha puesto su original mirada sobre los temas más disímbolos: la cultura católica, la vida económica de México, la promesa del progreso, la poesía de los grupos indígenas. El ingeniero que aprendió a leer procesos industriales para hacerlos productivos nos ha dado una lectura original de la realidad para conocerla, valorarla, criticarla.
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“Si Reyes es un grupo de escritores, su obra es una literatura”, afirmó Octavio Paz en El laberinto de la soledad. Lo mismo cabe decir de Octavio Paz. Y lo mismo, también, del joven poeta que Paz conoció a mediados de los años cincuenta en Monterrey –la patria chica de Reyes– y a quien inmediatamente identificó como un talento notable y promisorio. Ese joven era y es, a sus noventa años, Gabriel Zaid.

El estudiante que al entrar a la biblioteca del Instituto Tecnológico de Monterrey ambicionó leer todos los libros, ha escrito libros para leer el mundo. El ingeniero que aprendió a leer procesos industriales para hacerlos productivos, nos ha dado una lectura original de la realidad para conocerla, valorarla, criticarla. Para imprimirle claridad, para hacerla libre y plena.

Los territorios de su literatura son inmensos. Nos ha dado claves para leer las fuentes misteriosas de la inspiración. Nos ha enseñado a leer poesía. Leyó a la cultura no solo en sus propios términos sino en los del aparato material que la enmarca, la hace posible y también a menudo la empobrece. Leyó al Estado mexicano en clave sociológica y al hacerlo desmontó críticamente su funcionamiento, dando pie a su reforma. Leyó la vida económica de México (y, por extensión, de los países “en vías de desarrollo”) con un enfoque comprensivo muy distinto al de los economistas académicos, y acompañó su análisis con propuestas prácticas para mejorar (no para redimir) la vida de los pobres. Leyó sin idealismo, con categorías propias, a la institución universitaria, advirtió sus disfunciones para el saber y sus funciones para el poder. Leyó el fraude inherente al sistema político mexicano y antes que nadie en el ámbito intelectual propuso la reforma más eficaz y sencilla: contar los votos. Leyó la guerrilla marxista sin justificaciones historicistas, trazó su genealogía religiosa y reveló sus mecanismos de ambición, poder y dinero. Leyó la historia intelectual y literaria de México celebrando sus excelencias pero señalando también sus complicidades y mezquindades. Leyó con amoroso cuidado la obra de tres poetas católicos (Carlos Pellicer, Ramón López Velarde, Manuel Ponce), reivindicando asimismo la cultura católica, desdeñada por los liberales. Leyó el legado de los liberales y aun de los libertarios, como una alternativa vigente, frustrada mil veces. Leyó cientos de palabras con curiosidad de arqueólogo. Leyó las vanas promesas del progreso como una reminiscencia autoritaria de la tradición platónica, como un anacronismo de la vida monacal. Leyó los avances fragmentarios, los inventos útiles, las obras primigenias de la historia universal y enumeró todo ello en una esperanzadora Cronología del progreso. Leyó el secreto de la fama y encontró que es el vacío. Leyó el milagro de la creatividad y encontró que es la gloria. No leyó todos los libros pero leyó creativamente esa imposibilidad en un homenaje al libro titulado Los demasiados libros. Hoy lee la poesía perdida de los grupos indígenas del norte de México y sur de Estados Unidos, y la incorpora a su Ómnibus de poesía mexicana, vehículo de lectura en el que cabe la poesía metafísica y la del arrabal, los arrullos y las adivinanzas. Hoy lee las miserias de la política nacional y señala sin inquina vías concretas para corregirla. Hoy lee la vida cotidiana en lo que tiene de fugaz y milagroso, lo registra, lo recrea.

Lector del mundo, Zaid ha propiciado la multiplicación de las lecturas en empresas independientes que vinculan la imprenta y la vida pública. Siglo XXI Editores se fundó bajo su diseño y vigilancia. Plural nació por su capacidad de persuasión: era mejor para Octavio Paz crear una revista que encabezar un partido. Vuelta se nutrió mes a mes, por veintitrés años, de su trabajo desinteresado, su colaboración y consejo. Letras Libres no existiría sin él.

Zaid leyó a todo Reyes y fue, por medio siglo, el gran amigo lector de Paz. Tres generaciones, tres poetas, tres ensayistas. México se lee a sí mismo, gracias a ellos. El mundo es mejor gracias a ellos. ~

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clío.


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