Nadie sabe de veras si en algรบn archivo, cajรณn, gaveta o caja fuerte se guardan o no las pรกginas de unas presuntas memorias o una autobiografรญa de Pere Gimferrer. De existir, yo matarรญa por leerlas porque Gimferrer es uno de esos raros ejemplares de la especie en los que la sofisticaciรณn mรกs elevada convive con el pragmatismo utilitario sin que nada frustre o estropee la alianza del barro y la rosa, la aurora y la cacerola. En Pere Gimferrer ha alentado siempre algo de ese hรญbrido monstruoso aunque hoy estรฉ desdibujado o amortiguado, o quizรก simplemente sepultado bajo el peso de su propio significado icรณnico.
La plenitud de este escritor se prolongรณ de forma asombrosa, rotunda y polivalente desde principios de los aรฑos sesenta hasta los aรฑos noventa en una especie de explosiva fรกbrica de creaciรณn literaria sin lรญmites de gรฉnero y con el don genialoide de una imaginaciรณn pasmosa, intimidatoria: un hรฉroe moderno en traje de dandi antiguo y friolero. A la altura de noviembre de 1972 un venenoso y perspicaz editor, Jaime Salinas, lo retrataba como un cruce entre Josep M. Castellet y Francisco Rico, โvoluminoso y eunucoide pequeรฑo monstruo de las letrasโ, sin llegar a saber del todo, todavรญa, โsi este extraรฑo ser estรก haciendo una labor seria o si es un irresponsable totalโ (las citas proceden de la desgraciada ediciรณn en Tusquets de la correspondencia de Salinas con su novio islandรฉs). Por fortuna, diez aรฑos mรกs tarde, en 1982 y con un aumento exponencial de indicios manifiestos de la naturaleza maniรกtica y atรญpica de este raro espรฉcimen, Salinas sabe ya tambiรฉn que Gimferrer โes una de las personas mรกs inteligentes, mรกs cultas que tenemos en la penรญnsulaโ.
Pese a la asociaciรณn mecรกnica y muy perezosa de Gimferrer con su vertiente de poeta, en realidad pocos personajes de la vida cultural espaรฑola habรญan hecho tanto y tan bien en los รบltimos veinte aรฑos por restituir nuestra vida moral y cultural a la esfera de la modernidad arrasada tras la Guerra Civil. Mientras Salinas opina asรญ, Gimferrer escribe hacia 1979 uno de sus รบltimos grandes textos: un raro, extraordinario fragmento de prosa lรญrica y memorial que aรฑos despuรฉs publicarรญa bajo el tรญtulo de Lโagent provocador. Hacรญa ya casi una dรฉcada que habรญa optado por escribir en catalรกn su obra poรฉtica, buena parte de sus ensayos de arte y la larga y excepcional serie de artรญculos en prensa despuรฉs reunidos bajo el tรญtulo de Dietari. Todo ello constituye, en la sociedad espaรฑola, un chute exclusivo de radicalidad engendrada ante las pantallas de cine (su vivacรญsima crรญtica periodรญstica o un pionero Cine y literatura, que sigue siendo magistral), sobre lienzos de actualidad inmediata โDau al Set, Antoni Tร pies, Joan Mirรณโ, sobre poesรญa y literatura actual y clรกsica โdesde Ramon Llull a Unamuno, desde Ausiร s March hasta Brossa y Foix, Rimbaud o Lautrรฉamont, desde Oliverio Girondo a Garcรญa Mรกrquez, Lezama Lima, Juan Benet, Juan Goytisolo, Josรฉ รngel Valente y otras Radicalidades hasta sus formidables Lecturas de Octavio Paz de 1980 o su rehabilitaciรณn de autores ejemplares por razones secretas y a menudo delirantes, como en Los raros.
Bastarรญan estos libros y trabajos para identificar en Gimferrer uno de los grandes poderes de la cultura espaรฑola contemporรกnea, pero es posible que para muchos haya seguido siendo sobre todo el autor de un poemario epifรกnico, desafiante y en sรญ mismo monstruoso, Arde el mar, o el autor de poemarios en catalรกn tan excepcionales como Els miralls o Lโespai desert. Tambiรฉn es posible que el personaje haya devorado al escritor y haya acabado pesando en la memoria colectiva โsi eso existe con un mรญnimo de fiabilidadโ sobre todo el traductor ocasional, ciudadano extravagante y editor obsesivo atrincherado en su despacho de la editorial Seix Barral desde 1970.
Posiblemente la abrumadora riqueza de su obra, incluido el ejercicio durante un tiempo de un mandarinato polรญtico-cultural desde prensa, haya impedido la apariciรณn de estudios que aspiren a una comprensiรณn del personaje mรกs allรก de su peripecia fรกctica. Pero eso es lo que se ha propuesto, con noticias inรฉditas, perspicacia analรญtica y frescura estilรญstica, La trama mortal. Pere Gimferrer y la polรญtica de la literatura (1962-1985) de Eloi Grasset, profesor en Santa Barbara, California, y uno mรกs del puรฑado de potentes investigadores que la universidad espaรฑola no ha sabido retener en la รบltima dรฉcada larga (la lista es densa e inquietante, y sin pensar siquiera cuento al รบltimo premio Anagrama de ensayo, Pau Luque, Santiago Morales, Germรกn Labrador, Nicolรกs Sesma: la endogamia es una patologรญa grave, pero empieza a serlo tambiรฉn lo que podrรญamos llamar, de forma igualmente figurada, exogamia universitaria).
No lo dice Eloi Grasset pero el tรญtulo de su libro podrรญa no justificarse solo por el artรญculo que dedicรณ Octavio Paz a Fortuny, en 1984, titulado โLa trama mortalโ. Aludรญa asรญ a la trama textual como autรฉntica protagonista del libro antes que la historia misma contada (porque apenas habรญa). La resonancia de otra lectura, sin embargo, queda suspendida de la conciencia del lector sin que Grasset invite expresamente a hacer la asociaciรณn que propongo ahora: otra trama mortal estรก tambiรฉn en una forma del amansamiento o aclimataciรณn tรกctica del personaje Gimferrer en la trama nacionalista liderada por Jordi Pujol en la presidencia de la Generalitat desde 1980. Es otra forma de la muerte, sรญ, solo figurada y solo simbรณlica, pero con algo de renuncia, de acatamiento y de palinodia de algunos de los principales nervios estรฉticos y morales que hicieron de Gimferrer una de las monstruosidades mรกs imantadoras y estimulantes de la cultura espaรฑola entre los aรฑos sesenta y ochenta. No pretendo identificar el origen de un eclipsamiento creativo de Gimferrer con el ingreso en la Real Academia Espaรฑola en 1985 (aunque eso puede acabar con cualquiera, tambiรฉn es verdad), pero sรญ cuaja hacia esas fechas un cambio del papel cultural y pรบblico del escritor. Es ahรญ donde lo abandona Grasset, cuando el escritor parece tambiรฉn renunciar a su magisterio pรบblico ante una sociedad desatenta y mutante y cuando parece sucumbir de un modo u otro a la hegemonรญa polรญtica y tรณxica del nacionalismo conservador catalรกn.
Gimferrer habรญa hecho pรบblica varias veces una insรณlita justificaciรณn de su cambio de lengua literaria allรก por 1970, aunque en su poesรญa predomine la continuidad con variaciones de un mismo mundo lรญrico. A sus veinticinco aรฑos, explicaba con apelaciones a la autenticidad y la sinceridad expresiva la necesidad de recurrir al catalรกn para la poesรญa. Habรญa habilitado conceptos de estirpe esencialista que explicaban su cambio de lengua o el valor de la obra ajena, como la de Antoni Tร pies i lโesperit catalร . Pero ese esencialismo de raรญz romรกntica saboteaba la vasta pedagogรญa de la modernidad que en Espaรฑa habรญa liderado desde… sus diecisiete aรฑos, como crรญtico de cine y de literatura, extraordinario, deslumbrante, en revistas conocidas (รnsula, El Ciervo, Destino) y tambiรฉn en un diario local de la prensa del Movimiento, Tarrasa Informaciรณn, entre 1962 y 1966. Nadie habรญa todavรญa hurgado en esos ciento cincuenta artรญculos y habrรญa de ser hoy casi una obligaciรณn civil, en una sociedad tan ensimismada como la catalana, la restituciรณn pรบblica de ese articulismo guerrillero y batallador contra el provincianismo, el localismo, el folclorismo, el dirigismo y cualquier otra amputaciรณn de una ciudadanรญa integral.
Algo de todo esto es lo que cuenta Grasset mientras explora las causas de esa contradicciรณn central o esa adaptaciรณn racionalizada y seguramente pragmรกtica al catalanismo pujolista. โLa imaginaciรณn subordinadaโ es la turbadora fรณrmula de Grasset para sintetizar el papel que algunas grandes figuras de la cultura catalana aceptaron para adaptarse al mapa polรญtico del nuevo poder democrรกtico. A la altura de 1983, Antoni Tร pies aceptaba de mil amores la medalla de oro de la Generalitat a la vez que pedรญa disculpas por haberse visto forzado a aceptar dos aรฑos atrรกs, en la resaca del golpe de 1981, otra medalla (al Mรฉrito en las Bellas Artes) otorgada por el Ministerio de Cultura: de no concurrir esa coyuntura extraordinaria posgolpista, la hubiera agradecido pero no aceptado porque venรญa de Espaรฑa.
Es solo una anรฉcdota pero Grasset exprime bien el significado de ese detalle. En el fondo, se habรญa puesto en marcha entonces la ilusiรณn aberrante de una โautosuficiencia culturalโ catalana que a la vez favorecรญa la estrategia de una โconfrontaciรณn con Espaรฑaโ a travรฉs de la prolongaciรณn artificiosa, sobreactuada, de la รฉpica resistencialista del antifranquismo. Pero ya no habรญa franquismo y Espaรฑa era una monarquรญa constitucional: lo que habรญa era la voluntad de hegemonรญa pujolista desde la Generalitat y un โrapto de la cultura y su sometimiento al discurso polรญticoโ del nacionalismo conservador. Tร pies servรญa para reforzar polรญticamente a Pujol cubriendo el flanco cultural mรกs desasistido de todo el pujolismo. En su glosa del premiado, Gimferrer suturaba la tradiciรณn de la vanguardia al tronco de la identidad catalana, como habรญa hecho en su ensayo de 1974. Salรญa reforzada asรญ la que iba a ser la estrategia de blindaje del pujolismo desde entonces: cualquier crรญtica a la Generalitat de Pujol se convertรญa en una crรญtica a Cataluรฑa. Esa ley mayor empezรณ a regir oficialmente un poco despuรฉs, tras la investidura de Pujol de mayo de 1984 y la inversiรณn de culpas que practicรณ el presidente desde el balcรณn de la Generalitat: las lecciones de moral y รฉtica las darรญa en adelante Pujol, aunque en realidad la Fiscalรญa General acababa de acusarlo de apropiaciรณn indebida en Banca Catalana (dos aรฑos despuรฉs se archivaba la causa para รฉl y para el resto de los imputados).
Recupero cosas sabidas porque pertenecen al contexto en el que las figuras pรบblicas de la cultura en Cataluรฑa hubieron de situarse: o bien rechazar el reduccionismo identitario y excluyente entre Pujol y Cataluรฑa o bien asumir la subordinaciรณn cultural a su proyecto polรญtico. Grasset seรฑala que el ingreso en la rae en 1985 coincide con la pรฉrdida de la auctoritas que habรญa desprendido el escritor aunque a la vez propiciaba una consagraciรณn institucional de su figura. Pudo empezar ahรญ el fin del mandarinato de Gimferrer, con la apariciรณn de sustantivos nombres nuevos del mapa cultural catalรกn, y el abandono de la tentaciรณn de ejercer el papel de Carles Riba (ante la ausencia desde 1972 del obvio titular de ese magisterio, Gabriel Ferrater).
La potencia arrebatada que habรญa impulsado al escritor en los aรฑos sesenta necesitรณ en su plena madurez un revolcรณn, un accidente o una finta de la vida capaz de resucitar la energรญa y la imaginaciรณn y, con ellas, el castellano como lengua literaria. Y eso sucediรณ, en efecto, con el reencuentro con una antigua novia tras la muerte de su mujer y la publicaciรณn, ya en la primera dรฉcada del siglo XXI, de pastiches descarados, parodias hipercultas, ejercicios retรณricos y poemas emocionantes en Amor en vilo o Tornado. Se habรญa disuelto ya el papel del intelectual dispuesto a intervenir en la direcciรณn cultural de su tiempo, pero seguรญa vigente la imperturbable lealtad a su primer Rubรฉn Darรญo, sus primeras fascinaciones modernistas, la asociaciรณn libre de raรญz surrealista y la aptitud para la breve e intensa cala autobiogrรกfica, como en Interludio azul. Ahรญ el escritor estuvo vivo, y quizรกs hoy dude aรบn una y otra vez entre si sacar o no sacar el manuscrito de las memorias del archivo, la gaveta, el cajรณn o la caja fuerte. ~
(Barcelona, 1965) es catedrรกtico de literatura espaรฑola en la Universidad de Barcelona. En 2011 publicรณ El intelectual melancรณlico. Un panfleto (Anagrama).