La imposibilidad del decir: 60 años de Oscura palabra

En “Oscura palabra”, José Carlos Becerra escribe desde el centro mismo de la pérdida, donde el lenguaje se vacía y el poema se convierte en testamento.
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En México existen aún (pocos, pero existen) fondos editoriales universitarios que cumplen de manera digna la tarea de publicar, reeditar y difundir lo que vale la pena leer y preservar. El trabajo que realiza la dirección editorial de la UNAM, la UAM, la Universidad Veracruzana y la UANL es valiosísimo y hay que defenderlo: forma parte del acervo literario mexicano. A finales del año pasado la UV volvió a poner en circulación la poesía completa de T. S. Eliot, traducida íntegramente por José Luis Rivas y cuya primera edición fue hecha precisamente por la UAM en 1990; la mítica colección Molinos de Viento aún circula; Poemas y Ensayos de la UNAM sigue siendo punto de referencia y una de las colecciones emblemáticas, así como El Ala del Tigre, la cual se ha renovado con libros aún más bellos de lo que eran; la UANL, en fin, ha publicado y publica a varios de nuestros poetas más importantes.

El Fondo Editorial de la Universidad Autónoma de Querétaro ha tenido la espléndida idea de difundir una imperdible edición facsimilar preparada por el Taller de Encuadernación “Pececillo de Plata”. El colofón de la publicación dice: “OSCURA PALABRA de José Carlos Becerra. Se acabó de imprimir el día diez de septiembre de 1965 en los talleres del maestro impresor don Manuel Casas. Se tiraron 100 ejemplares sobre papel fiesta, numerados y firmados por el autor. Se usaron tipos de la casta Caledonia. Cuidaron de la edición JUAN JOSE ARREOLA y JORGE ARTURO OJEDA.” Oscura palabra fue el segundo título de Ediciones Mester. Este 2025 se cumplen sesenta años de la publicación de esta intensa obra, impregnada de principio a fin de esa “suntuosidad negra” que envuelve a la poesía becerriana. Hay una vertiente elegiaca en nuestra lírica, no explorada del todo: La amada inmóvil de Nervo, Oscura palabra de Becerra, Algo sobre la muerte del mayor Sabines y Doña Luz de Sabines.

Para el crítico José Joaquín Blanco, Oscura palabra es “un testimonio sentimental estupendo”; por su parte, el biógrafo Álvaro Ruiz Abreu considera esta obra de Becerra como “uno de sus libros más densos y bellos”; el profesor Ignacio Ruiz-Pérez cree que el poema simboliza “una suerte de regresión al estado informe de la materia”; el poeta Roberto Vallarino afirma que “es un poema recuento”. La observación de Vallarino es perspicaz. Este sustantivo, recuento, formado por raíces latinas quiere decir “cuenta hecha dos veces”. En Oscura palabra José Carlos narra el duelo por la pérdida de la madre, recuenta el suceso volviendo a su origen para interrogarlo e interrogarse a sí mismo. Recuento es también inventario, relación. Gran poeta de poemas narrativos, “abundantes, airados, postbíblicos”, como los definió Monsiváis, Relación de los hechos podría ser el título de toda la obra, breve e intensa, de José Carlos Becerra (Villahermosa, 1936-Brindisi, Italia, 1970).

Becerra piensa en largos bloques verbales (proyectos, dicen los poetas mexicanos actuales, proyectos, proyectos). Esta manera, intuitiva al inicio, se volverá un método poético y será una de las características de la poesía de José Carlos. En el texto “Becerra por Becerra”, él mismo lo explica:

En general no escribo poemas aislados. A partir de algunos textos, adquiero una visión no muy clara, pero algo que yo olfateo instintivamente, de la posibilidad de armar un libro. Entonces, y a partir de una voluntad de estilo que en última instancia es una voluntad de representación, comienza el crecimiento de dicho libro. Así es como entiendo –para mí mismo– el trabajo literario: pensando en conjuntos, en un libro donde, por decirlo así, se respire un todo orgánico, una voluntad formal, que como ya dije es voluntad de representación, de acto en el mundo de la imagen. Esto es lo que trato de hacer al formar un libro.

Oscura palabra es, en efecto, un libro en el que se respira “un todo orgánico”, “una voluntad formal”, y evidencia ya cierta madurez estilística: el poeta tiene más conciencia de su oficio, de los recursos que maneja, así como de la concepción escritural. Becerra emplea la línea mediana, “le long vers narratif” de Claudel y la prosa poética, la estrofa. El paisaje exterior y el paisaje interior tienden a confundirse, la unidad está dada por la intensidad de la emoción. Oscura palabra es mucho más que “un testimonio sentimental estupendo”, porque es el poema sobre la imposibilidad del decir, de la ineficacia del lenguaje. Oscura palabra mantiene en tensión dos fuerzas: la de la palabra y la del silencio. Becerra lo repite una y otra vez, el lenguaje es inútil ante la pérdida, la palabra es muda frente a experiencias límite, de cara a “lo indecible poético” como él mismo lo llama. El silencio es el velo que envuelve al lenguaje:

¿Ahora qué les voy a decir a las rosas que te gustaban tanto,
qué le voy a decir a tu cuarto, mamá?
¿Qué les voy a decir a tus cosas, si no puedo
pasarles la mano suavemente y hablarles en voz baja?

El sentido de la aventura poética de José Carlos Becerra se adivina en algunos poemas de Los muelles (1961-1967), pero comienza a cobrar cuerpo en Oscura palabra. Frente a la pérdida del ser más querido, Becerra se sabe solo en el mundo, pero más dueño de sí. José Carlos asume en este poema el rol del hijo que habla y también del poeta que escribe. El hijo Carlos Becerra Ramos es ahora decididamente el poeta José Carlos Becerra: puede comenzar a escribir su obra con seriedad. Oscura palabra no concluye con un punto final, sino que se interrumpe con una coma. Años después, en Londres, Becerra escribirá “Días dispuestos alrededor”, poema que abre Fiestas de invierno y en el que escribe:

A grandes zancadas, mamá, me alejo siempre de ti,
jurando que ésta será la última vez que nos veamos

Oscura palabra es un doloroso despertar a la conciencia. José Carlos muere a la muerte de la madre y muere a su propia muerte. En una especie de trágica ontología, Becerra pierde a uno de “los pequeños niños del poeta”, pero gana la edad adulta:

Ahora un poco de flores para mí
                 de las que te llevan,
también en mí hay algo tuyo a lo que deberían llevarle flores
                 ese algo es el niño que fui,
ya nada nos une a los tres,
                 a ti, a mí, a ese niño, ~


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