Hostilidad a la cultura

De acuerdo con el presidente, “nunca se había apoyado tanto a la cultura” como en este sexenio. Sin embargo, los recortes presupuestales, los despidos injustificados y las muestras de desdén hacia los creadores dicen otra cosa.
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El 20 de abril de 1933 fue cumpleaños de Hitler y, para celebrarlo, el dramaturgo nazi Hanns Johst estrenó Schlageter. El protagonista, mencionado por Hitler en Mi lucha, murió fusilado por las fuerzas de ocupación de Alemania (derrotada en la Primera Guerra Mundial) y se convirtió en un símbolo del nacionalismo alemán.

En la primera escena, Schlageter y un amigo se preparan para un examen de admisión universitaria, y discuten si vale la pena estudiar, en vez de tomar las armas para salvar a la patria.

–¿De qué sirven las ideas, frente a un ¡Manos arriba!? Hay que responder a balazos. Cuando escucho la palabra cultura, quito el seguro de mi Browning.

La frase teatral circula simplificada: “Cuando escucho la palabra cultura, saco la pistola”, y se atribuye equivocadamente a Himmler, Goebbels o Goering. Su violencia es nazi, pero su menosprecio tiene una larga tradición.

La cultura ha sido vista como prescindible, desdeñable y hasta peligrosa frente a la “vida en serio”.

El profeta del Eclesiastés dijo contra sí mismo: “Estudiar demasiado daña la salud. ¡Basta de palabras!” (12:12-13). También los libros son “vanidad de vanidades”. Dos milenios después, sor Juana relega los libros para cuidar a sus hermanas enfermas y muere contagiada de la peste. (Hoy debería ser patrona de las enfermeras, no solo de las escritoras.)

Todavía en 1968, muchos jóvenes abandonaron sus estudios universitarios para tomar las armas guerrilleras. Algunos perdieron la vida, los demás perdieron el tiempo. El cambio de régimen fue pacífico.

La cultura distrae de lo importante. De la vida religiosa –como le dijeron a sor Juana–. De la vida doméstica –como han dicho a millones de mujeres–. De la vida profesional, de los negocios, del poder. Aleja del trato con el común de las personas. Es arrogante.

La cultura parece una libertad ociosa, habiendo tantas cosas mejores que hacer. Alguna vez, al discutir el presupuesto federal, algún funcionario exasperado porque las cuentas no salían propuso recortar el presupuesto cultural con un argumento técnico: “Para qué darles dinero a esos maricones.” Pudo decir: “Cuando escucho la palabra cultura, saco las tijeras.”

En este sexenio, las tijeras contra la cultura entraron en acción desde el principio. El proyecto presupuestal para 2019 propuso un recorte de mil millones de pesos a la cultura. Poco antes hubo algo también escandaloso: Paco Ignacio Taibo II anunció con una frase obscena su absurdo nombramiento como director del Fondo de Cultura Económica.

Con el mismo absurdo y grosería, uno de los mejores directores de la Biblioteca Vasconcelos, Daniel Goldin, fue despedido. Además, despidieron a dos terceras partes del personal y la cerraron “hasta nuevo aviso”.

Tal comienzo fue una sorpresa en el medio cultural, que había votado y hasta militado por el nuevo presidente.

Los tijeretazos de la “austeridad republicana” (que no se aplica a los dispendios en Dos Bocas, Pémex, Santa Lucía y el Tren Maya) continuaron sin ton ni son: bibliotecas, ciencia, cine, danza, ediciones, galerías, librerías, museos, orquestas, radio, teatro, televisión, universidades; Fonca, INAH, INBAL, Secretaría de Cultura.

Educal tenía un presupuesto de 51 millones de pesos en 2016 para sus librerías y librobuses. Se redujo a 32 millones en 2019.

El presupuesto de la Orquesta Sinfónica Nacional fue reducido 89% en 2019 con respecto a 2018.

El Instituto Mexicano de la Radio anunció en 2019 el despido del 35% de su personal y el cierre de cuatro de sus emisoras.

El presupuesto cultural para 2020 compensó algunos de los recortes de 2019, pero redujo el de Publicaciones en 46%, Fonoteca en 23%, Bibliotecas en 12%.

Para 2020, la entrega de los premios Ariel de cine (anual desde 1946) se redujo a una triste cosa; se canceló el Premio Iberoamericano de Cine Fénix y se redujo el Programa de Estímulo a los Creadores Cinematográficos.

Sobre el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, una senadora morenista, que goza de los privilegios de su cargo, declaró que las becas del Fonca eran un privilegio. Respondió Claudia Lavista: “No tenemos seguridad social ni laboral ni estímulos fiscales. ¿Dónde está el privilegio?” A pesar de lo cual, la autonomía de más de treinta años del Fonca se redujo a una dependencia de la Secretaría de Cultura.

El eminente biólogo Antonio Lazcano criticó recortes y desaciertos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología: fue destituido de la Comisión Dictaminadora del Área de Biología y Química; impugnó legalmente; el juez le dio la razón; pero el Conacyt se negó a reinstalarlo.

En la conferencia mañanera del 18 de junio de 2019, AMLO negó la reducción de apoyos a la cultura y la ciencia. “Nunca se había apoyado tanto a la cultura, en mi concepción de cultura […] Nunca los pueblos originarios, los integrantes de nuestras culturas, habían sido atendidos como ahora […] Y lo mismo en la ciencia […] Hay veces que se repiten tanto las mentiras que llegan a confundir. O, como decía Goebbels, una mentira que se repite muchas veces puede convertirse en verdad.”

Con todo, el presupuesto 2020 del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas sufrió un recorte del 40%.

La cultura parece poca cosa. Pero el 14 de marzo de 1858 salvó la república y la vida del presidente Juárez. Frente al pelotón que iba a ejecutar al presidente y sus ministros, Guillermo Prieto no respondió a balazos, sino con una frase que los desarmó: “¡Levanten esas armas! Los valientes no asesinan.”

Una frase certera pudo más que un ¡Manos arriba! ~

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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