El picaporte abre de derecha a izquierda al
Paraíso la casa.
Los saeteros apostados en las aspilleras de
inalcanzables almenas
dispararán (infalibles)
flechazos de vacío a
querubines de hojalata,
los nueve Inmortales
taoístas, al Dios Uno
que no tiene que se
sepa lenguaje, de
hablar habla para sus
adentros (metáforas)
no traspasa nada fuera
de la abstracción: los
venablos (lluvia
verdadera) idean
eliminar caduceos,
quimeras, el espejismo
de la muerte, la materia
incorpórea cuando se
acopla al nacimiento,
pone patas arriba y de
cabeza lo universal.
Mi cuerpo tiene casa la casa espacio actual el espacio
una butaca de cuero,
cuerpo y butaca
mullidos (uno) me
escarrancho: se
ventilan mis pudendas,
mis manos reposan en
las ingles, ingles y
sienes terrenas son
el centro del Universo:
como pan con queso,
una galleta preparada,
lasca de jamón de York,
queso blanco, tajada de
tomate, lechuga, un
pepinillo agrio: leche
fría (nada peor para el
cutis y la digestión) la
madre impone, iguala
el cuerpo a su nacimiento
y vejez, lecho y fila india
a la Muerte.
Se abrirá el picaporte de izquierda a derecha, apagad,
disípese el aroma a
incienso, a sebo
(hemoglobina) el
Reino de los Cielos
está en el cielo de
ayer, se me erizan
los pelos si dejo de
verlo (de la ventana
al cielo): ante Aquello
que ya ocurrió
reconocer que me
ha tocado un día
azul (tropical) un
lecho de hierro,
sábanas percudidas,
en el velador unos
medicamentos,
tabletas y potingues,
un último ataque de
reuma, tierra colorada,
una isla dorada, el
manatí y el caimán
(luxación) en la mirada. ~