La caĆda de Barcelona el 26 de enero de 1939 consumĆ³ la derrota del EjĆ©rcito Popular republicano y el inicio de una huida masiva hacia la frontera francesa. Durante la primera quincena de febrero de 1939, aproximadamente medio millĆ³n de ciudadanos antifascistas espaƱoles, que habĆan luchado por defender la legitimidad democrĆ”tica de aquella āRepĆŗblica de trabajadores de todas clasesā, atravesaron la frontera francesa. Entre aquel medio millĆ³n de republicanos antifascistas estaba la mayorĆa de nuestros mejores artistas, escritores e intelectuales, quienes representaban no solo cuantitativa, sino tambiĆ©n cualitativamente, la mejor tradiciĆ³n cultural espaƱola y su necesaria y posible continuidad en el exilio.
Aquellos intelectuales republicanos, aquellos milicianos antifascistas internados en febrero de 1939 en campos de concentraciĆ³n franceses, sintieron un estremecimiento colectivo al conocer la noticia de que el 22 de febrero habĆa muerto muy cerca, en Colliure, desnudo y ligero de equipaje, uno de los suyos, sin duda uno de los mejores: el exiliado Antonio Machado, quien quiso ser enterrado envuelto en la bandera tricolor.
La creaciĆ³n de la JCE
Algunos republicanos que habĆan evitado la experiencia de los campos de concentraciĆ³n empezaron a organizar en Francia la resistencia polĆtica y cultural contra la dictadura militar franquista. En este sentido, resulta crucial la creaciĆ³n en ParĆs el 13 de marzo de 1939 de la Junta de Cultura EspaƱola (JCE), en buena medida heredera, como organizaciĆ³n unitaria, antifascista y frentepopular, de la antigua Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura (AIDC). El lunes 13 de marzo tuvo lugar una reuniĆ³n en los locales que el Centro Cervantes āun organismo que presidĆa Marcel Bataillonā disponĆa en el nĆŗmero 179 de la rue Saint-Jacques de ParĆs, en la que se creĆ³ la JCE. La asistencia de Fernando Gamboa, secretario de confianza de Narciso Bassols, ministro de MĆ©xico en ParĆs, iba a determinar que la mayorĆa de los intelectuales espaƱoles republicanos se exiliara en AmĆ©rica y, mĆ”s concretamente, en MĆ©xico: āLa presencia de Fernando Gamboa dio como fruto que la flamante Junta recibiera de inmediato el mejor espaldarazo de la legaciĆ³n mexicana. Merced a la visiĆ³n generosa del presidente, general LĆ”zaro CĆ”rdenas, estaban ya sus representantes en ParĆs dando pasos concretos para acoger, en el seno de la bien llamada durante siglos Nueva EspaƱa, a un nutrido grupo emigratorioā, a decir de Juan Larrea (en āA manera de epĆlogoā a la reediciĆ³n facsimilar de la revista EspaƱa Peregrina). āTodo lo cual se registrĆ³ en un acta firmada por el presidente de la Junta, JosĆ© BergamĆn, que recibiĆ³ de manos del licenciado Bassols un cheque de diez mil dĆ³lares […] En consecuencia, el 6 de mayo salieron los viajeros hacia MĆ©xico, vĆa New York.ā
Esos viajeros que embarcaron en el buque holandĆ©s Veendam gracias al gobierno mexicano eran la mayorĆa de los dirigentes de la JCE (BergamĆn, Pere Bosch i Gimpera, Emilio Prados, Josep Renau, Antonio RodrĆguez Luna), a excepciĆ³n de Eugenio Ćmaz y del propio Juan Larrea. AsĆ, presidida por JosĆ© BergamĆn, la JCE, pese a sus penurias econĆ³micas, pudo establecerse primero āen un pequeƱo apartamento de la Avenida del Ejido 19ā y, finalmente, en āun amplio y hermoso local en la calle Dinamarca, nĆŗmero 80, en cuyo anexo interior se habĆa establecido la incipiente Editorial SĆ©necaā, tambiĆ©n en palabras de Larrea. La JCE decidiĆ³ el 13 de diciembre de 1939 la creaciĆ³n de EspaƱa Peregrina, una revista que, tras las consabidas dificultades econĆ³micas, tuvo su āprolongaciĆ³n transfiguradaā en Cuadernos Americanos.
La primera publicaciĆ³n de la JCE en MĆ©xico fueron las Cartas a un espaƱol emigrado, de Paulino Masip. Cartas āejemplaresā, fechadas ya en āMĆ©xico, junio 1939ā, en las que el autor expresa la dignidad y el orgullo de la condiciĆ³n de exiliado que todo republicano espaƱol debĆa alimentar y desarrollar: āEres emigrado, pero no te pareces en nada a los muchos compatriotas que te han precedido. Llevas encima un adjetivo que te da color y significaciĆ³n singulares. Eres emigrado polĆtico.ā
Esta condiciĆ³n de exiliado comprometĆa moralmente a todos y cada uno de los exiliados, segĆŗn Masip, a la acciĆ³n polĆtica. Por ello apelaba a su sentido de la responsabilidad, a que todos y cada uno de los exiliados republicanos asumieran una ārepresentaciĆ³nā republicana que los comprometĆa moralmente a una acciĆ³n polĆtica āejemplarā: āAhora se enjuicia en cada uno de nosotros, y en todos juntos, a la RepĆŗblica, y por nosotros se determina la razĆ³n o la sinrazĆ³n de nuestra causa. ĀæTe das cuenta, amigo mĆo, de la enorme responsabilidad que hemos contraĆdo?ā
Masip afirmaba una convicciĆ³n personal que constituye un valioso precedente del concepto de ātranstierroā acuƱado tiempo despuĆ©s por el filĆ³sofo JosĆ© Gaos:
Hemos venido a AmĆ©rica āel alma polivalente de EspaƱa lo permite y lo imponeā para ser americanos, es decir, mexicanos en MĆ©xico, venezolanos en Venezuela, cubanos en Cuba, y rogamos que nos lo dejen ser porque esta es nuestra mejor manera de ser espaƱoles y, a mi juicio, la Ćŗnica decente. ĀæQuĆ© significa esto? Significa la entrega absoluta de todas nuestras energĆas morales y fĆsicas al paĆs donde residimos, y la renuncia a peculiaridades adjetivas.
Las grandes travesĆas a AmĆ©rica
Por iniciativa del presidente LĆ”zaro CĆ”rdenas, Isidro Fabela, representante de MĆ©xico ante la Sociedad de Naciones, recorriĆ³ los campos de concentraciĆ³n franceses y el 8 de febrero de 1939 le remitiĆ³ desde Ginebra un informe titulado SituaciĆ³n espaƱola campos de concentraciĆ³n pavorosa. CĆ”rdenas, tras conversar personalmente a finales de marzo con Narciso Bassols, escribiĆ³ una carta el 3 de abril a Julio Ćlvarez del Vayo, por entonces residente en ParĆs, donde le comunicaba que MĆ©xico iba a facilitar el embarque de los republicanos espaƱoles que quisieran exiliarse allĆ” con la Ćŗnica condiciĆ³n de que el gobierno republicano espaƱol pagara su traslado. De esas travesĆas masivas iba a ocuparse el Servicio de EvacuaciĆ³n de Refugiados EspaƱoles (sere), vinculado al gobierno de NegrĆn, con la organizaciĆ³n de las tres grandes expediciones a MĆ©xico: las de los barcos Sinaia, Ipanema y Mexique.
Sinaia se titulĆ³ tambiĆ©n el ādiario de la primera expediciĆ³n de republicanos espaƱoles a MĆ©xicoā y en su nĆŗmero 18 y Ćŗltimo (12 de junio de 1939) se publicĆ³ āEntre EspaƱa y MĆ©xicoā, un poema antolĆ³gico de Pedro Garfias, extraordinariamente Ćŗtil para caracterizar la actitud de estos republicanos espaƱoles ante la realidad mexicana.
La voz poĆ©tica de Pedro Garfias quiere expresar tambiĆ©n con rotunda claridad que el exiliado republicano espaƱol de 1939 constituye la radical inversiĆ³n del clĆ”sico āgachupĆnā espaƱol en MĆ©xico, de aquellos gachupines que Valle-InclĆ”n esperpentizĆ³ en su novela Tirano Banderas y que iban āa hacer las AmĆ©ricasā y no a āhacerlaā o a āhacerse con ellaā. Por ello los dos Ćŗltimos versos son tambiĆ©n, como el verso noveno de este poema (āEspaƱa que perdimos, no nos pierdasā), verdaderamente antolĆ³gicos: es la Conquista a la inversa, la Reconquista, porque es ahora la āvieja y nueva EspaƱaā, es decir MĆ©xico, la que āesta vezā va a conquistar āāy para siempreāā a EspaƱa, esto es, a la EspaƱa republicana exiliada.
En Recuerdos y reflexiones del exilio, Adolfo SĆ”nchez VĆ”zquez āel filĆ³sofo marxista a mi modo de ver mĆ”s lĆŗcido de cuantos republicanos espaƱoles se exiliaron en MĆ©xicoā nos recuerda que, contra el concepto de la āhispanidadā franquista, afirmaban su vinculaciĆ³n no con la EspaƱa āeternaā e āimperialā sino con la EspaƱa de, por ejemplo, Luis Vives o el padre Las Casas:
Ciertamente, ningĆŗn republicano podĆa aceptar la doctrina de la āhispanidadā, dada su oposiciĆ³n al rĆ©gimen franquista. Con ella, se pretendĆa resucitar un imperialismo cultural, o un intento anacrĆ³nico de espaƱolizar a AmĆ©rica, conforme a la ideologĆa tradicionalista de la āEspaƱa eternaā, renovada con la retĆ³rica falangista de la āvoluntad de Imperioā, āunidad de destino en lo universalā, etcĆ©tera. […] Para los exiliados habĆa otra EspaƱa (no es casual que en MĆ©xico publicaran la revista titulada Las EspaƱas), que, con un sentido espiritual, quijotesco, humanista, se distancia de la modernidad europea y proyecta sus ideales y valores en AmĆ©rica. Y esa EspaƱa que personifican Vives, Las Casas, Vasco de Quiroga, CossĆo o Machado, es la que se opone en la propia AmĆ©rica a los desafueros del Imperio, al avasallamiento y destrucciĆ³n de los indios.
Por ello nadie mejor que el propio SĆ”nchez VĆ”zquez para atestiguar en 1989 en el mismo puerto de Veracruz, cincuenta aƱos despuĆ©s de su llegada a MĆ©xico, ese encuentro entre EspaƱa y MĆ©xico que Pedro Garfias acertĆ³ a expresar en los versos de su antolĆ³gico poema, āevangelioā del exilio republicano espaƱol segĆŗn Juan Rejano:
Pero como espaƱoles que hemos llegado a ser mexicanos, y como mexicanos que no pueden olvidar sus raĆces ni los vientos que nos trajeron al exilio, hoy podemos contribuir, y esa serĆ” nuestra mĆ”s alta contribuciĆ³n, a hacer realidad āpor encima de la retĆ³rica verbalā el encuentro entre EspaƱa y MĆ©xico que Pedro Garfias cantĆ³ o soĆ±Ć³ al iniciarse, hace cincuenta aƱos, nuestro exilio.
La integraciĆ³n cultural
La Casa de EspaƱa en MĆ©xico fue creada el 1 julio de 1938 por iniciativa del presidente LĆ”zaro CĆ”rdenas para acoger a los intelectuales espaƱoles republicanos y Alfonso Reyes aceptaba ser nombrado presidente de su Patronato. CĆ”rdenas dotĆ³ a la Casa de mĆ”s recursos econĆ³micos, ordenĆ³ que se ampliaran las invitaciones y que se diera la mĆ”xima importancia a su programa de publicaciones. En efecto, sin olvidar a Ediciones Quetzal (Proverbio de la muerte y El lugar del hombre, dos novelas de RamĆ³n J. Sender), la cosecha de publicaciones de la Casa de EspaƱa en MĆ©xico durante aquel aƱo de 1939 fue esplĆ©ndida y las menciono segĆŗn la fecha que consta en su colofĆ³n: Enrique DĆez-Canedo, El teatro y sus enemigos (28 de abril); Juan de la Encina, El mundo histĆ³rico y poĆ©tico de Goya (23 de mayo); Adolfo Salazar, MĆŗsica y sociedad en el siglo XX (22 de junio); JosĆ© Moreno Villa, Locos, enanos, negros y niƱos palaciegos (29 de junio); Alfonso Reyes, CapĆtulos de literatura espaƱola (Primera serie) (s. f. Āæjulio-agosto?); MarĆa Zambrano, Pensamiento y poesĆa en la vida espaƱola (28 de septiembre); Antonio Caso, Meyerson y la fĆsica moderna (27 de noviembre); LeĆ³n Felipe, EspaƱol del Ć©xodo y del llanto (28 de noviembre); y, por Ćŗltimo, JesĆŗs Bal y Gay, Romances y villancicos espaƱoles del siglo XVI(s. f.).
Por su parte, desde su nĆŗmero inicial, de diciembre de 1938, la revista Taller prestĆ³ atenciĆ³n a la literatura y cultura espaƱolas republicanas. En la pĆ”gina 57 de su nĆŗmero 4 (julio de 1939) podĆa leerse:
Entre los refugiados espaƱoles que han llegado a MĆ©xico se encuentran nuestros camaradas Antonio SĆ”nchez Barbudo, Juan Gil-Albert, RamĆ³n Gaya y Lorenzo Varela, que fueron, con algunos mĆ”s, fundadores de la revista Hora de EspaƱa āhermana de Tallerā y uno de los mĆ”s extraordinarios esfuerzos de la RepĆŗblica espaƱola para mantener en la guerra esa continuidad histĆ³rica de la cultura espaƱola, que hoy busca sus raĆces en AmĆ©rica.
Si Hora de EspaƱa y Taller eran āhermanasā, nada mĆ”s coherente, por tanto, que integrar a esos ācamaradasā en la propia redacciĆ³n de la revista mexicana, tal y como informa la nota editorial que introduce su nĆŗmero 5 (octubre de 1939):
La presencia de Antonio SĆ”nchez Barbudo, Juan Gil-Albert, RamĆ³n Gaya, Lorenzo Varela y JosĆ© Herrera Petere, en la redacciĆ³n de Taller, nos confirma la comuniĆ³n de nuestra tradiciĆ³n, de nuestra fuente y nos entrega la certidumbre de una apasionada coincidencia en la preocupaciĆ³n y angustia por algunos temas.
AsĆ, Taller, ārevista mensual de poesĆa y crĆticaā, se reestructurĆ³ a partir de octubre de 1939, como ārevista de confluenciasā, de la siguiente manera: Octavio Paz, director; Juan Gil-Albert, secretario; y RamĆ³n Gaya, JosĆ© Herrera Petere, EfraĆn Huerta, Alberto Quintero Ćlvarez, Antonio SĆ”nchez Barbudo, Rafael Solana y Lorenzo Varela, redacciĆ³n.
Como hemos visto, en 1939 se sentaron las bases de integraciĆ³n de nuestros intelectuales republicanos exiliados en la sociedad y en la cultura mexicanas (editoriales, prensa, universidades), una fructĆfera trayectoria ampliamente reconocida hoy por ambas partes: por parte espaƱola, el agradecimiento unĆ”nime y permanente a la polĆtica de acogida del presidente LĆ”zaro CĆ”rdenas, reconocida no Ćŗnicamente por la primera generaciĆ³n exiliada de 1939, sino tambiĆ©n por la segunda y la tercera, por sus hijos y nietos; y, por parte mexicana, el reconocimiento pĆŗblico al impulso cualitativo que supuso el exilio republicano espaƱol de 1939 para muchos Ć”mbitos de la cultura mexicana, ochenta aƱos despuĆ©s. ~
es el coordinador general del Congreso Plural āOchenta aƱos despuĆ©sā, impulsado por el Grupo de Estudios del Exilio Literario de la Universidad AutĆ³noma de Barcelona.