Ilustraciรณn: Martรญn Elfman

Internet contra la democracia

La digitalizaciรณn revela la distancia entre el ideal democrรกtico y su realidad prรกctica. Solo una sociedad abierta, escรฉptica y flexible puede adaptarse con รฉxito a esta transformaciรณn.
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Nos hacemos mayores: hace ya cuatro aรฑos que la lengua alemana admitiรณ en su rico vocabulario, por medio de la vigesimosexta ediciรณn del prestigioso diccionario Duden, la palabra inglesa shitstorm. Y aunque la expresiรณn no ha calado entre los hispanohablantes, su prรกctica es tan popular como en el resto de esferas pรบblicas liberales. Shitstorm: sin necesidad de coordinarse, un grupo de personas insulta o descalifica a otro usuario, personalidad pรบblica o empresa a causa de algo que ha hecho o dicho en las redes o fuera de ellas. Un ejemplo de manual es la reacciรณn a la entrevista concedida por la actriz espaรฑola Paula Echevarrรญa a Zeleb, medio digital dedicado a la cultura de las celebridades: un aluviรณn de tuits denigratorios cayรณ sobre ella a causa de lo que fue interpretado como insuficiente defensa de la causa feminista. Hay posibilidades menos glamurosas: tras llamarlos a competir por el diseรฑo de una ediciรณn limitada de uno de sus productos, la marca alemana de detergentes Pril desatรณ la cรณlera de los participantes al descartar la creaciรณn mรกs votada โ€“โ€œsabe mejor si sabe a polloโ€โ€“ por su tono burlesco. Fascinada por la reacciรณn popular, sin embargo, la empresa produjo ciento once botellas con la imagen de un monstruito enfurecido y las sorteรณ vรญa Facebook: mejor reรญr que llorar.

Naturalmente, un ejemplo no hace categorรญa; salvo cuando la hace. Las shitstorms son expresiรณn de todo aquello que ha ido mal con la digitalizaciรณn de la esfera pรบblica. Se trata de un sรญntoma de tendencias mรกs amplias que ponen sobre la mesa una pregunta inquietante: ยฟpuede internet destruir la democracia? Otras manifestaciones del mismo problema de fondo sirven para construir la acusaciรณn: desintermediaciรณn, fake news, posfactualismo, crisis de los medios tradicionales, sentimentalizaciรณn. El recorrido es similar al de otras tecnologรญas de la comunicaciรณn, desde el telรฉgrafo al telรฉfono, saludadas inicialmente como fuerzas benefactoras para las democracias y preludio de una paz perpetua. Y es que solemos creer que una mรกs fรกcil comunicaciรณn conduce a un mejor entendimiento. Tiene por ello sentido que la decepciรณn con el actual estado de cosas sea mayor para quienes habรญan depositado mรกs esperanzas en la potencia deliberativa de los nuevos medios. John Keane habla directamente de โ€œdecadencia mediรกticaโ€:

una realidad รกspera e inhรณspita en la que los medios de comunicaciรณn se dedican a fondo a promover la intolerancia de las opiniones, la represiรณn del escrutinio pรบblico del poder y el fomento de la ciega aceptaciรณn del modo en que son las cosas.

Para quien nunca pensรณ que la digitalizaciรณn traerรญa consigo una mejor democracia, en cambio, la situaciรณn no es tan desesperada. Entre otras cosas, porque no todos los males contemporรกneos pueden atribuirse al influjo de la digitalizaciรณn. ยฟEstamos seguros de que Trump ha ganado por disponer de una cuenta en Twitter, el abismo generacional expresado en el Brexit no existirรญa sin Facebook, o los hechos eran mรกs decisivos que las emociones en las democracias de antaรฑo? Ni siquiera el populismo, sin duda reforzado por las relaciones directas que el lรญder carismรกtico puede establecer con sus seguidores, es un fenรณmeno nuevo. Lo mismo vale para el iliberalismo, el neoautoritarismo o la crisis migratoria. Y por novedoso que sea el cambio climรกtico, no parece que Snapchat tenga mucho que ver con รฉl. Internet no tiene la culpa, pues, de todo lo que le pasa a la democracia.

Una segunda cautela consiste en no confundir el todo con una de sus partes, vale decir, la digitalizaciรณn con las redes sociales. Los efectos de internet sobre la democracia no se agotan en la conversaciรณn pรบblica. Hay que atender tambiรฉn al descenso de los costes de cooperaciรณn, que hace mucho mรกs sencillo crear una organizaciรณn, adherirse a un movimiento o tomar parte en una campaรฑa pรบblica. Resulta de aquรญ un aumento de la participaciรณn polรญtica, por superficial que pueda parecer a veces, que incorpora a grupos antes reacios a ella (como los jรณvenes o los miembros de minorรญas รฉtnicas). Tambiรฉn la informaciรณn es mรกs accesible, incluida la proporcionada por la administraciรณn pรบblica. Y para los sujetos polรญticamente activos, se encuentren donde se encuentren, todo son facilidades.

Para comprender la diferencia digital

Dicho esto, la transformaciรณn de la esfera pรบblica causada por el proceso de digitalizaciรณn presenta aspectos preocupantes cuyo efecto sobre la democracia no puede desdeรฑarse dado el papel clave que en ella cumple la opiniรณn pรบblica. Para el fallecido Giovanni Sartori, en un rรฉgimen representativo la opiniรณn pรบblica viene a llenar el vacรญo originado cuando los ciudadanos eligen a sus representantes; es mediante la opiniรณn pรบblica que el pueblo soberano dice algo, influyendo con ello sobre el gobierno. No hay democracia liberal sin opiniรณn pรบblica; tampoco opiniรณn pรบblica sin democracia liberal, pues esta crea las condiciones necesarias para que esa opiniรณn pueda formarse. Y a pesar de que el ideal regulativo de la opiniรณn pรบblica โ€“en buena medida formulado por el filรณsofo alemรกn Jรผrgen Habermasโ€“ apunta hacia un intercambio persuasivo de argumentos entre ciudadanos racionales, la realidad es que no podemos esperar una conversaciรณn pรบblica demasiado sofisticada. Por algo es opiniรณn y no conocimiento: para la mayorรญa de los ciudadanos, la polรญtica es un asunto marginal acerca del cual apenas se recaba informaciรณn. Para colmo, la influencia de las emociones sobre nuestras percepciones y decisiones se estรก demostrando mayor de la esperada.

De ahรญ que tengamos democracias representativas en lugar de democracias directas: la opiniรณn pรบblica influye sobre los gobiernos, pero no decide por ellos. Pero existe, claro, una correlaciรณn entre la calidad de la opiniรณn pรบblica y la calidad de la democracia. No deberรญa extraรฑarnos, pues el modo en que hablamos sobre los problemas colectivos es parte de su tratamiento. De donde se deduce que la disrupciรณn digital de la conversaciรณn pรบblica tiene la mรกxima relevancia democrรกtica.

ยฟY quรฉ ha pasado? ยฟEn quรฉ consiste eso que Russell Neuman llama โ€œla diferencia digitalโ€? ยฟQuรฉ ha cambiado para que casi todo cambie? Para empezar, internet y el smartphone han convertido a cada individuo en alguien que produce y consume contenidos en la red: un potencial โ€œprosumidorโ€. En feliz expresiรณn de Manuel Castells, hemos pasado de la comunicaciรณn de masas a la autocomunicaciรณn de masas; de la verticalidad a la horizontalidad. O, conforme a la metรกfora de Neuman, de una estructura basada en la presiรณn desde arriba a otra donde se โ€œtiraโ€ desde abajo. Tiran los usuarios, de muchas maneras distintas: escribiendo en redes sociales, abriendo blogs, participando en foros digitales (de TripAdvisor a ForoCoches), comentando noticias en las pรกginas webs de los medios tradicionales, consumiendo alguno de los innumerables proyectos nacidos a su sombra (desde el medio de derecha Breitbart al sitio para jรณvenes Vice, pasando por el sensacionalista ok Diario, por no hablar de las webs especializadas en cine, manga, entomologรญa o caza mayor), compartiendo contenidos con los demรกs en redes y chats.

Si tenรญa sentido hablar de un diรกlogo entre los medios tradicionales y sus consumidores, ahora nos encontramos con un โ€œpoliรกlogoโ€ donde las conversaciones se entrecruzan y solapan, pero tambiรฉn discurren por caminos paralelos sin converger jamรกs. Por eso se ha recurrido a la imagen de los salones ilustrados para explicar el cambio operado en la esfera pรบblica: habrรญamos regresado a un tiempo donde la fragmentaciรณn era la nota predominante. ยกDesorden de la conversaciรณn! Aunque nunca hubo una sola esfera pรบblica sino muchas: Tim Wu ha explicado que la actual dispersiรณn tuvo un primer ensayo en el desarrollo de la televisiรณn por cable, que tambiรฉn crea por primera vez canales temรกticos que compiten por la atenciรณn de los ciudadanos al tiempo que potencialmente reducen la cantidad de un mundo comรบn a todos. Fue en aquel entonces, en 1971, cuando el economista Herbert Simon formulรณ una idea que ha encontrado ahora su plena realizaciรณn: โ€œCuanto mรกs abundante es la informaciรณn, mรกs pobre es la atenciรณn.โ€ Y mรกs feroz la competencia por obtenerla, como atestigua el creciente amarillismo de los titulares en el mรกs serio de los periรณdicos.

Pero tampoco conviene exagerar. Cualquiera que haya experimentado la diferencia entre poner una pelรญcula que emite un canal mayoritario o elegir un dvd de la estanterรญa sabe que la simultaneidad de los medios de masas suministra una prima emocional. Esto se aprecia con claridad en la cualidad parasitaria de las redes, cuyos usuarios se dedican a comentar algรบn episodio o suceso que tiene lugar offline. ยกPobre de quien no haya visto la รบltima producciรณn de hbo! Ocurre que la digitalizaciรณn no ha modificado solamente el modo en que nos informamos o participamos en la conversaciรณn pรบblica; tambiรฉn ha alterado el modo en que nos relacionamos con la realidad. Roger Silverstone dice que vivimos en una โ€œmediรกpolisโ€, lugar donde los medios se entremezclan con nuestros modos de ver, ser y actuar, sin llegar a reemplazar el mundo de la experiencia vivida. No vivimos con los medios, aรฑade Mark Deuze, sino en los medios. Y, de hecho, pendientes de ellos: la simultaneidad crea un suspense que nos impele a permanecer en contacto con el flujo digital. ยฟCรณmo salirse de la corriente?

Esta inmediatez participativa tambiรฉn distorsiona nuestro sentido de lo que es estar informado, pues ahora todos creemos estarlo sin excepciรณn. Pero cuidado con ese โ€œnosotrosโ€: la configuraciรณn demogrรกfica en las sociedades occidentales produce de manera natural una brecha entre conectados y desconectados. O menos conectados: hablar por Skype con un nieto no equivale a seguir la actualidad a travรฉs de Twitter. En las รบltimas elecciones estadounidenses, por ejemplo, la televisiรณn seguรญa siendo el medio mรกs empleado para informarse (24% frente al 14% de las redes sociales). Para el votante comprometido con su tribu moral, en cambio, las redes sociales se han convertido en un instrumento habitual de la acciรณn polรญtica, que ademรกs permite establecer una relaciรณn directa con el lรญder polรญtico correspondiente. Para Cornel Sandvoss, esta relaciรณn empieza a parecerse a la del fan: se establece un vรญnculo afectivo de orden identitario que refuerza el carรกcter plebiscitario de la polรญtica contemporรกnea, cuya manifestaciรณn mรกs clara se encuentra en las distintas inflexiones del populismo. Emerge asรญ un โ€œfan polรญticoโ€ que confirma la nueva cualidad de la polรญtica como entretenimiento de masas. Hay otra forma de leer este fenรณmeno, trayendo a colaciรณn la โ€œfelicidad polรญticaโ€ que, para Hannah Arendt, experimentan quienes se comprometen con algรบn tipo de acciรณn colectiva. Por supuesto, ambas realidades coexisten, pues la digitalizaciรณn no produce efectos homogรฉneos sino una pluralidad de efectos.

Inconvenientes de la digitalizaciรณn

La mediatizaciรณn de las sociedades refuerza la sujeciรณn de la democracia a la ley de los grandes nรบmeros: en la esfera pรบblica digitalizada tiene lugar una guerra de significados y quien consigue imponer los suyos โ€“al definir el patriarcado, evaluar la Transiciรณn espaรฑola o explicar la crisisโ€“ obtiene un capital polรญtico traducible en votos o influencia. Perception is king. Por tanto, los efectos negativos de las redes sociales sobre la conversaciรณn pรบblica cuentan debido a su escala: si diez vecinos creen una noticia falsa, no tiene importancia; si lo hacen diez millones, es otra cosa. A grandes rasgos, esos efectos son los siguientes:

1. Balcanizaciรณn: tendencia a consumir noticias modeladas con arreglo a preferencias polรญticas preexistentes. Los ciudadanos habitan burbujas cognitivas donde consumen informaciรณn y se relacionan con personas alineadas ya con sus creencias. Esta estructura comunicativa tendrรญa la consecuencia de reforzar la tendencia natural del sujeto al tribalismo moral, o adhesiรณn irreflexiva al propio grupo.

2. Posfactualismo: tendencia por la cual los hechos han perdido fuerza persuasiva frente a las emociones y las creencias, que tendrรญan asรญ mรกs fuerza para determinar las decisiones polรญticas de los individuos. Los algoritmos empleados por los grandes agregadores de noticias, de Google a Facebook, habrรญan reforzado este efecto al primar nuestra exposiciรณn a las noticias provenientes de medios o usuarios afines. El sesgo de confirmaciรณn que nos hace sentir bien cuando leemos algo con lo que estamos de acuerdo opera aquรญ, pues, a pleno rendimiento.

3. Fake news/conspiracionismo: la horizontalidad de la comunicaciรณn digital estarรญa facilitando la circulaciรณn de noticias falsas y teorรญas conspiratorias, que se difunden โ€“sin pasar por ningรบn filtro epistรฉmico o arbitralโ€“ entre personas o grupos interconectados que comparten un mismo sistema de creencias o preferencias electorales.

4. Poscensura: restricciรณn no reglada de la libertad de expresiรณn que tiene lugar debido a la agresividad con que muchos usuarios se conducen en las redes sociales, procediendo a sofocar de manera espontรกnea las opiniones con las que discrepan. Es lo que Byung-Chul Han denomina โ€œdemocracia de enjambreโ€. Aunque no es censura en sentido estricto, pues esta รบltima solo pueden ejercerla las autoridades, esta falta de civilidad restringe de facto la libertad de palabra y convierte las redes sociales en el imperio del exaltado.

5. Desintermediaciรณn: decadencia de las instituciones que solรญan controlar o filtrar la informaciรณn que llegaba hasta los ciudadanos en la fase horizontal de la comunicaciรณn de masas, desde los partidos polรญticos a los crรญticos gastronรณmicos. Los mediadores tradicionales estรกn perdiendo terreno frente a una nueva forma de relaciรณn entre el ciudadano y el lรญder polรญtico, como podemos ver en el caso Trump, o entre el ciudadano y otros ciudadanos (ya sean tuitstars, blogueros u opinadores que vierten sus juicios en plataformas ad hoc). Esta desintermediaciรณn se manifiesta tambiรฉn en la crรญtica a los mecanismos representativos y la condigna defensa de una participaciรณn mรกs directa por medio de procedimientos asamblearios o plebiscitarios.

6. Personalizaciรณn electoral: como si fuera el reverso del Daily Me que para Nicholas Negroponte permitirรญa a cada lector personalizar su consumo diario de noticias, los estrategas electorales han empezado a usar los datos masivos y las comunicaciones digitales para personalizar el mensaje que dirigen a grupos sociales particulares (madres solteras, divorciados sin empleo, hipsters urbanos). Se acentรบa con eso la fragmentaciรณn del cuerpo social que parece marca de fรกbrica de la democracia en la era digital.

Puede asรญ apreciarse que, como sugiere el Oxford Internet Institute, las redes sociales no son meras fuentes de informaciรณn, sino que proporcionan la nueva estructura de la conversaciรณn polรญtica. Se trata de tecnologรญas que fomentan nuestros instintos mรกs tribales, reduciendo la diversidad de opiniones a las que nos vemos expuestos, facilitando la โ€œexposiciรณn selectivaโ€ a las noticias y puntos de vista que encajan con los nuestros. En ese sentido, internet podrรญa amenazar a la democracia liberal por la vรญa de distorsionar la opiniรณn pรบblica sobre cuya buena salud descansa cualquier rรฉgimen representativo. Mรกxime cuando este deterioro se combina con la deslegitimaciรณn de las instituciones mediadoras o el recelo hacia el propio mecanismo representativo.

Video killed not the radio star

Serรญa precipitado, con todo, sucumbir al pesimismo. Siempre han existido noticias falsas y teorรญas conspirativas, muchas de ellas producidas por fuentes anรณnimas, que circulaban con menor velocidad pero idรฉntica pregnancia. Tampoco estรก claro que el consumidor digital de noticias se encuentre mรกs aislado que el consumidor tradicional, dada la cantidad de encuentros fortuitos con la informaciรณn o las opiniones con las que discrepamos que internet hace posibles. Y aunque la polarizaciรณn agresiva puede verse reforzada por la estructura digital de la comunicaciรณn, se explica tambiรฉn por la necesidad que tienen los partidos de diferenciarse entre sรญ en un contexto de convergencia en el centro polรญtico. En cuanto a la propaganda personalizada, no conviene exagerar: como ha dejado claro The Economist, quien haya sido perseguido en la red por el espectro de una lavadora que comprรณ una semana antes sabrรก que el Gran Hermano tardarรก mucho en llegar.

ยฟEstรก la democracia en una crisis inducida por la revoluciรณn digital, pues, o solamente lo estรก aquella versiรณn de la misma que se asociaba al modelo clรกsico de la opiniรณn pรบblica? En otras palabras, ยฟse parece la opiniรณn pรบblica al รกgora griega cuyo desenvolvimiento hemos idealizado, o a una plaza pรบblica bulliciosa y cacofรณnica? Para Davide Panagia, el hiperracionalismo habermasiano tiene poco que ver con la realidad de unas democracias que son por definiciรณn ruidosas, emocionales, conflictivas. Acaso la digitalizaciรณn solo haya dejado al descubierto la distancia existente entre el ideal democrรกtico y su realidad prรกctica, que es tambiรฉn naturalmente la distancia entre el ciudadano ideal y el ciudadano real, asรญ como entre la deliberaciรณn racional orientada al bien pรบblico y una comunicaciรณn humana que incorpora de manera natural las identidades e intereses de los distintos grupos sociales. ยกQuรฉ decepciรณn!

Ahora bien, de aquรญ no se sigue que la democracia liberal se encuentre amenazada o en camino de ser sustituida. Las transformaciones en curso mรกs bien ratifican su vigencia, al menos en el plano teรณrico: no existe ningรบn rรฉgimen polรญtico mรกs apropiado para lidiar con el conflicto entre concepciones rivales del bien, la pugna entre identidades afectivamente recargadas o la creciente desorganizaciรณn del debate pรบblico. Solo una sociedad abierta, escรฉptica y flexible puede adaptarse con รฉxito a estas novedades; aunque lleve tiempo acostumbrarse a ellas. Hagamos entonces como la marca Pril que supo sobrellevar la shitstorm: respondamos con buen humor. ~

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(Mรกlaga, 1974) es catedrรกtico de ciencia polรญtica en la Universidad de Mรกlaga. Su libro mรกs reciente es 'Ficciรณn fatal. Ensayo sobre Vรฉrtigo' (Taurus, 2024).


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