Tan copiosa como la obra de Gerardo Deniz (1934-2014) ha sido la escasez de estudios sobre esta. Caso único, las reflexiones para situar, valorar y comprender su poesía comenzaron antes no solo de que publicara su primer libro, sino sus primeros poemas. El pionero, como en tantas otras cosas, fue Octavio Paz, auténtica presencia tutelar para el autor de Adrede, cuya publicación en Joaquín Mortiz, en 1970, se debió a su mediación. El iniciado en el culto deniciano sabe, además, que el fortuito hallazgo de unos poemas del nobel mexicano en una olvidable gaceta institucional motivó que el entonces joven estudiante de química se interesara en la poesía, primeramente como lector y un par de años después, en 1955, como escritor. Y aun cuando en las décadas de los ochenta y noventa proliferaron las reseñas y ensayos, en su mayoría de condición periodística, no existía un estudio dedicado a esta obra, salvo la compilación Deniz a mansalva, que en 2008 congregó a varios poetas jóvenes por iniciativa del Programa Cultural Tierra Adentro del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Mar en turco. Ensayos sobre Gerardo Deniz destaca por su carácter monográfico y por la autoría. En Contra la fotografía de paisaje (2014), Fernando Fernández había relatado su descubrimiento de esta poesía, su primer encuentro con Juan Almela Castell, nombre real del poeta, y cómo esta suerte de revelación lo impulsó a cambiar su proyecto de tesis –y, acotaría, su existencia–. Por esta razón, resulta meritorio que quien fuera lector devoto, amigo, interlocutor, editor y testaferro de Deniz, finalmente, nos comparta su abordaje crítico, largamente esperado por los lectores de ambos.
Mar en turco no es únicamente una reunión de ensayos, como modestamente Fernández precisa, sino un auténtico asedio textual desde diversos flancos –tal instruían los antiguos manuales de estrategia–. Dicho plan le permite al crítico abordar las distintas caras de esta figura colosal: poeta, narrador, traductor, estudioso de las lenguas indoeuropeas, melómano y palindromista; pero también trazar el mapa vital en que prosperó este insólito espécimen, quien, como pocos, justifica la manida locución de rara avis, que con tan displicente holgura suele aplicarse. El crítico, depositario del archivo documental de Almela, nos permite atisbar la correspondencia que este sostuvo con Octavio Paz y Georges Dumézil, influencias decisivas en las vocaciones y derroteros que emprendió, y esboza la biografía del padre, el homónimo Juan Almela Meliá (Valencia, 1882-Ciudad de México, 1970), personaje olvidado del socialismo español quien en México llevó una vida discreta, no exenta de penurias, voluntariamente ajena a la comunidad de exiliados.
A caballo entre el estudio crítico y el esbozo biográfico, Mar en turco ofrece igualmente un panorama de la recepción crítica de esta poesía, tildada de extraña desde el momento de su aparición. Aquí invocaré a Paz, quien en una carta le escribió: “usted lo sabe mejor que yo, su poesía irritará o deslumbrará, según el caso, pero pocos la comprenderán”. El propio Fernández, en aquella tesis universitaria, El gozo del ciempiés. La poesía de Gerardo Deniz, con la que obtuvo su grado de licenciado en letras hispánicas por la unam en 1990, comenzaba su andar y andamiaje argumentativo planteando la unanimidad en la condición “difícil” de las opiniones críticas, por entonces poquísimas. Si en aquella temprana aproximación el entonces joven crítico rompía su lanza para erguirse en paladín del poeta maduro, en este libro, gestado en su propia madurez, el hoy miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua prefiere antes que combatir entelequias y desfacer entuertos recapitular la recepción. De este modo, dedica sendos capítulos a analizar la crítica de Eduardo Milán y Evodio Escalante, cuyas enfrentadas posturas representan los polos con que la crítica mexicana acogió esta singular y prodigiosa escritura durante las décadas de los ochenta y los noventa. Tales escaramuzas contribuirían, por una parte, a fijar la posición que dicha obra ocupa dentro de la poesía mexicana e hispanoamericana; y por la otra, a asentar la postura del poeta dentro de ese medio, al que nunca se sintió pertenecer. Y aunque hubiera preferido leer las disquisiciones de Fernando, siendo tan buen conocedor del tema, considero importantísima para el asentamiento del edificio crítico de Deniz dicha recapitulación, porque actualiza la problemática a la que esta nos enfrenta.
Si ciertamente el subtítulo enfatiza y deslinda que los ensayos son “sobre Gerardo Deniz”, lo cierto es que el conjunto revisa tanto el legado literario –poesía, narrativa, traducciones y palindromía– de aquel, como las circunstancias biográficas del otro –el mismo–: Juan Almela. Pese a que él afirmaba no creer en “la biografía más allá de la obra”, los acercamientos a las diversas facetas configuran, así sea a contraluz, como uno de esos paisajes instantáneos que la luz crea a través del follaje, un perfil humano. Es indicativo que la información se complemente con anécdotas, citas de la correspondencia personal o transcripciones de las evocaciones grabadas de aquel. Y mediante este procedimiento que involucra el documento, la pica textual, tan obsesivo como el registro que el escritor llevó de sus cartas, escritos, traducciones, y aun de pasajes de su vida, Fernández compone un curioso juego de espejos que plasma refracciones entre la obra y la vida. En un efecto inesperado, la reflexión termina diluyendo la frontera entre el creador y el hombre, entre el personaje y la persona. No casualmente uno de los capítulos recorre La forma del silencio de María Luisa Puga, novela pionera de la autoficción en la que la narradora –me refiero a la configuración textual de esa figura, no a la escritora real– conversa con un singular personaje denominado Juan, inspirado en Almela, a quien Puga conoció en Siglo Veintiuno Editores, donde ambos laboraban. Gracias a ello, desde la refracción y la construcción en abismo, encontramos una nueva perspectiva del elusivo escritor que se añade a este conjunto prismático.
Y así, aun cuando no fuera esta la intencionalidad primaria en la composición, el fantasma de Deniz se nos aparece en estas páginas risueño, ligeramente burlón, conversador infatigable y erudito como ninguno. ¡Vaya prodigio de taumaturgo convocarlo a noventa años de su nacimiento y diez de su muerte, y con tal eficacia!
Mar en turco será no únicamente la piedra angular de la crítica deniciana, sino uno de los libros de ensayo más lúcidos del año, pues a la erudición, el conocimiento y la perspicacia crítica suma la buena pluma distintiva de este esmerado y meritorio discípulo de Montaigne, por lo que es un deleite su lectura. ~
(Minatitlán, Veracruz, 1965) es poeta, narrador, ensayista, editor, traductor, crítico literario y periodista cultural.