Cรฉsar Simรณn
Poesรญa completa
Ediciรณn y prรณlogo de Vicente Gallego
Valencia, Pre-Textos, 2016, 456 pp.
Hay poetas que consiguen el milagro: crear una obra redonda, aunque atravesada por numerosas fracturas, por mรบltiples lรญneas de fuga; alumbrar una voz propia, consciente de sรญ, igual a ninguna; cantar con verdad, con pasiรณn, con el cerebro y las tripas: cantar incluso cuando se calla. Uno de esos pocos felices (y tambiรฉn infelices) fue Cรฉsar Simรณn, el valenciano que muriรณ en 1997, a unos tempranos 55 aรฑos de edad. En sus no muchos libros โocho, desde Pedregal, publicado en 1970, hasta El jardรญn, que vio la luz el mismo aรฑo de su fallecimientoโ, Simรณn perfilรณ un espรญritu poรฉtico signado por la contradicciรณn, pero dolorosamente coherente, en el que conviven la celebraciรณn de la vida y la indiferencia โy hasta el desprecioโ por la vida, el goce sensual y el abandono mรญstico, el jรบbilo del amor y la aceptaciรณn de la pรฉrdida, la derrota y el olvido, el estoicismo y la exaltaciรณn, el nihilismo y el todo. Enraizado en una mediterraneidad en la que nunca atardece, Cรฉsar Simรณn participa de una visiรณn que aรบna los contrarios, y cuya mutua impregnaciรณn destila una sรญntesis emocionante, por radical y por humana. Por una parte, se deleita con la naturaleza โel mar, el aire, la tierra, el viento, la luz: los azules y transparencias de un levante material, pero tambiรฉn mรญticoโ y con la carne, siempre enredada en el deseo o la aspiraciรณn amorosa, o abismada en la contemplaciรณn atรณnita del propio cuerpo. Por otra, arrastra la condena del paso del tiempo, la injuria de la muerte y el peso de la nada. El choque, o mรกs bien abrazo, de ambas fuerzas โdel placer y la destrucciรณn, de la sangre y el vacรญoโ se resuelve en una poderosa conciencia de ser, en una plenitud radical de la existencia experimentada por el yo, que no se manifiesta, sin embargo โy esta es una de sus caracterรญsticas esencialesโ, en efusiones sentimentales ni en cascabeleos narcisistas, sino en una prรกctica acendrada del recogimiento y la quietud. El planto y el canto, fundidos, conducen, en la poesรญa de Simรณn, a un rumor muy prรณximo al silencio, pero un silencio exultante de intensidad, labrado con el buril de una mirada penetrante y un pensamiento tan incisivo como los propios sentidos que lo alimentan.
Frente al fuego de los dรญas, que aportan por igual maravilla y sufrimiento, el poeta se refugia en sรญ: se atrinchera en su cuerpo y su soledad, y ve las cosas suceder, estallar, extinguirse. En ese instante de ensimismamiento, se hace uno con lo que ocurre: lo acepta o lo desmiente, pero no vacila: se corrobora ser sintiente, ser que respira y ama, que disfruta, al borde de la afasia, del asombro infinito e incomprensible de estar vivo. Su forma de asomarse al mundo es introducirse en su interior y observar cรณmo lo recorren โcรณmo lo acaricianโ los acontecimientos, ya sean propicios o desgraciados. Siente entonces el estupor del estar, que es mirar, absorber lo trรกgico y lo amante โy, al hacerlo, transformarlo: crearloโ; siente โla riqueza inรบtil de uno mismoโ, como afirma en un poema muy revelador de Extravรญo, โCelebraciรณnโ. Siente, en fin, la plenitud del momento, sin trascendencias, sin certidumbres, sin entusiasmos, como leemos en ese mismo y extraordinario poema: โHoy es doce de enero de no sรฉ bien quรฉ aรฑo / y he llegado a la siguiente conclusiรณn: / no esperes de la vida tiempos mejores, / aposรฉntate bien en ella y saborรฉala, es decir, posesiรณnate bien del dรญa, / siรฉntate aquรญ y medita. Esta es tu plenitud, / esta celebraciรณn en solitario de ti mismo, de tus horas y de tus versos.โ En esta realidad introspectiva, que no es sino otra manera de contemplar โde accederโ al mundo, Simรณn, un poeta tenido por claro, no duda en afirmar: โAquรญ sucede el hermetismo.โ Porque su cerrazรณn es otra apertura a las cosas: desde su decantaciรณn en la conciencia, desde su puro derramarse en el cuenco de la percepciรณn y en lo recรณndito de la sensibilidad.
La aceptaciรณn triste y exultante a la vez de la sencillรญsima realidad de uno mismo no es solo una opciรณn estรฉtica, sino tambiรฉn, y mรกs importante, una decisiรณn moral, que nos vincula con la verdad de nuestra liviandad y nuestro trรกnsito, y nos exime de vasallajes terrenos y, peor aรบn, ultraterrenos. En la poesรญa de Cรฉsar Simรณn es fundamental esta apretura del instante y de la captaciรณn del instante โde su comprensiรณnโ en la quietud y el aislamiento del yo. Son muchos los poemas en los que el protagonista lรญrico se describe inmรณvil, mudo, tumbado en una cama, por ejemplo, o sentado en el sillรณn de un cuarto cualquiera, arrebatado por su propia soledad, sintiendo la totalidad de las cosas en un fugaz pero espesรญsimo vislumbre. Y el cuerpo acoge esa totalidad como una casa vacรญa, en la que el temblor de los latidos, y de la extinciรณn de los latidos, retumba con ecos inacabables, agudos como cuchillas, pero sosegados, sin estridencias inelegantes. La palabra de Simรณn no chirrรญa nunca: se desliza por la pรกgina con sobriedad y exactitud, sin excluir el รญmpetu de la visiรณn y el cincelado de la analogรญa. Muchos sรญmbolos articulan esta experiencia de adentramiento y, a la vez, de huida: la pared y el muro, metรกforas de los obstรกculos que impiden gozar de la realidad y el ser; el pozo y el agua, de los que el yo se surte para sobrevivir o esconderse (aunque, a veces, esas aguas, estancadas, sean representaciรณn de la muerte); el tren, alegorรญa del movimiento hacia el otro lado, o hacia este lado, donde estamos, aguardando la lluvia de lo existente; y la casa, con sus habitaciones, con sus desvanes, con los rincones en los que se enzarzan el sol y la penumbra, imagen del refugio que somos o queremos ser, del espacio interior en el que se aloja el mundo y se apaciguan sus querellas.
Otro poema resulta capital para la comprensiรณn de la dualidad que recorre la poesรญa de Cรฉsar Simรณn y que se resuelve en un deslumbrado asentimiento a la magnitud de todo y a la humildad del yo. Es โBrindis para 1984โ, de Quince fragmentos sobre un รบnico tema: el tema รบnico, publicado en 1985. Vivir, escribe Simรณn, โes solo intensidad, / son esta carne y estos huesos, / este sorbo de vino que saboreo conscientemente sin celebrar nada concreto, / una inmanencia de mรญ mismo, / una convicciรณn de encontrarnos esencialmente solos en el mundo y aceptarlo / [โฆ] Desvinculado del ayer y el maรฑana, tal es lo que poseo: / mi poco peso, toda mi redondez intransferible, / mi brillo de un instante, mi autarquรญa / [โฆ] Porque vivir es solo aislamiento, / apuesta de verdad a la nada del mundo, a la nada total que soy y a la vida que he sido en un instanteโ. El poeta asume su cuerpo sarmentoso y sin gloria, y asume la espera โde lo que ocurra, del finโ, sin levantar la voz, sin quejidos ni aclamaciones: se limita a ser รฉl mismo, a ser lo pobre y frรกgil y breve que es, esa poca cosa que se enfrenta a la enormidad de las cosas, con la alegrรญa callada del que atisba el nรบcleo de lo que pasa, del que comprende el prodigio incomprensible de la vida y de la muerte. ~
(Barcelona, 1962) es poeta, traductor y crรญtico literario. En 2011 publicรณ el libro de poemas El desierto verde (El Gato Gris).