Stifter, Kafka, la burocracia

Fallecido el pasado 11 de julio, Milan Kundera dejó una obra narrativa admirable y agudos ensayos sobre el arte y tradición de la novela. En este texto, traducido por Javier Albiñana y publicado en el número 260 de Vuelta, en julio de 1998, habla sobre dos autores que abordaron el fenómeno de la burocracia en su sentido existencial. Esta sección ofrece un rescate mensual del material de la revista dirigida por Octavio Paz.
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Me pregunto quién fue el primero que descubrió el significado existencial de la burocracia. Probablemente Adalbert Stifter, un escritor apreciadísimo en Alemania y muy poco conocido fuera de allí. Tal vez no hubiera llegado a leerlo nunca, de no haberme invitado hace veintidós años la Universidad de Rennes a dar unas conferencias sobre la literatura de la Europa Central. Pues bien, Stifter es el personaje clave de la Europa Central: el fundador de la prosa austriaca, el más grande escritor del Biedermeier. Su novela capital, Der Nachsommer (El veranillo de San Martín, según Nietzsche, una de las cuatro obras más importantes de la literatura alemana), fue escrita en 1857, el gran año de Madame Bovary y de Las flores del mal. Aunque no puede competir en belleza con estas dos obras, constituye una de las creaciones máximas del siglo. No tanto por su encanto artístico como porque, en varios aspectos, ha llegado a los límites de lo posible en el arte de la novela. La trama de Der Nachsommer se desarrolla a lo largo de nueve años. Un joven, Heinrich, durante una larga excursión por la montaña (Heinrich dibuja paisajes y estudia botánica) se ve sorprendido por unas nubes que anuncian tormenta. Busca cobijo en una pequeña mansión rural cuyo propietario, un anciano aristócrata, Risach, lo recibe con hospitalidad. Heinrich se granjea la simpatía de Risach y este lo invita a pasar dos días en la mansión, que ostenta el hermoso nombre de Rosenhaus, “la casa de las rosas”. A partir de entonces el joven regresará regularmente una o dos veces al año.

Risach había sido en otro tiempo alto funcionario del Estado. Un día, al darse cuenta de que el trabajo en la Administración, por importante que sea, no responde a su concepción de la vida, renuncia a su cargo y se retira a su “casa de las rosas”, en el campo, donde vive en armonía con la naturaleza y los aldeanos, lejos de la política y de la Historia. Esta ruptura de Risach con la burocracia no es consecuencia de sus convicciones políticas o filosóficas, sino del conocimiento que posee de sí mismo, de su incapacidad de ser funcionario. Pero ¿qué significa ser funcionario? Risach se lo explica detalladamente a Heinrich y ese discurso, que yo sepa, constituye la primera gran (y magistral) descripción fenomenológica de la burocracia. Risach es hombre sereno y habla sin animosidad; no condena el mundo burocrático, pero le explica a Heinrich que se siente incapaz de vivir en él: “Mire usted, carezco de dos cualidades fundamentales que son imprescindibles en un servidor del Estado: la aptitud para obedecer y el talento para incorporarse activamente a un conjunto y trabajar con eficacia a fin de alcanzar objetivos que rebasan nuestro horizonte.” La ruptura de Risach con su empleo de alto burócrata es la ruptura con el mundo moderno. Risach extrae conclusiones tan solo de cara a sí mismo, sin la menor pretensión moral, ideológica, sociológica o incluso política.

Unos sesenta años más tarde, Kafka (compatriota y lector de Stifter) decide que sus dos novelas capitales transcurran únicamente en el marco de las oficinas. También él (y de modo aún más acentuado) prescinde de cualquier alusión histórica o política. Resulta imposible (e inútil) fechar la acción de dichas novelas o situarlas geográficamente. El carácter arcaico y anacrónico del pueblo donde se instala el agrimensor K. refuerza todavía más esa incertidumbre del tiempo histórico: es un pueblo pobre, atrasado, sin objetos técnicos (ni automóviles, ni trenes, ni maquinaria agrícola, ni máquinas de ningún tipo); el teléfono es el único objeto que pertenece propiamente a nuestro siglo. Pero lo que sitúa incontestablemente la novela en el mundo moderno no es el teléfono. Es la situación existencial de K.

La rebelión protagonizada por un Risach que rompe con su vida de funcionario hace tiempo que ha dejado de ser posible. La burocracia se ha hecho omnipresente y no nos libraremos de ella en ningún sitio; en ningún sitio encontraremos una “casa de las rosas” para vivir en contacto íntimo con las “cosas tal como son en sí mismas”. Hemos pasado del mundo de Stifter al de Kafka. ~

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Milan Kundera ​(1929-2023) fue un novelista, escritor de cuentos cortos, dramaturgo, ensayista y poeta checo.​ Desde 1975 residió con su esposa en Francia, cuya ciudadanía adquirió en 1987. Su orba más conocida es La insoportable levedad del ser.


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