Nicaragua: un ritual de aclamaciĆ³n totalitario

Las elecciones en Nicaragua tienen que leerse a la luz del proyecto totalitario que Daniel Ortega y Rosario Murillo quieren construir en aquel paƭs. Al mismo tiempo dejan ver un creciente descontento de la ciudadanƭa, que el rƩgimen busca ocultar a toda costa.
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ĀæCĆ³mo analizar las elecciones generales del 7 de noviembre del 2021 en Nicaragua? Fueron elecciones en apariencia democrĆ”ticas. Si bien los electores fueron llamados a elegir un presidente de la RepĆŗblica, una vicepresidenta y noventa diputados, no tuvieron en cambio ninguna libertad de otorgar su sufragio a candidatos de oposiciĆ³n. Los Ćŗnicos candidatos autorizados a participar en las elecciones presidenciales fueron el presidente y la vicepresidenta sandinistas en funciones, Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, ambos candidatos para reelecciĆ³n. Para las parlamentarias solo pudieron contender los candidatos del Frente Sandinista de LiberaciĆ³n Nacional (FSLN), asĆ­ como algunos candidatos provenientes de otras formaciones con la condiciĆ³n de haber aceptado que la dupla Ortega-Murillo tenga el control del paĆ­s. Todos los demĆ”s candidatos de oposiciĆ³n que reclamaban un sufragio libre con una competiciĆ³n real, fuera para la presidencia o la CĆ”mara, estuvieron expuestos a mĆŗltiples persecuciones. Algunos ni siquiera pudieron formalizar sus candidaturas, pues sus partidos les prohibieron participar, o bien estos fueron sencillamente disueltos. Otros, mascarones de proa de la oposiciĆ³n ā€“candidatos a la presidencia o a diputaciones, lĆ­deres de movimientos cĆ­vicos y de organizaciones de defensa de los derechos humanos, personalidades independientesā€“, fueron inculpados, desde inicios de mayo de 2021, sin la menor prueba, de ā€œconspiraciĆ³nā€, ā€œtentativa de golpe de Estadoā€ y ā€œlavado de dineroā€. Salvo raras excepciones, fueron detenidos y luego llevados a prisiĆ³n, en donde continĆŗan hasta el dĆ­a de hoy. Retenidos en el aislamiento mĆ”s severo, sin visitas ni paseos, estĆ”n ademĆ”s sometidos a mĆŗltiples vejaciones y a actos repetidos de tortura (golpes, amenaza de violaciĆ³n, privaciĆ³n del sueƱo, exposiciĆ³n continua al frĆ­o y a la luz artificial, interrogatorios interminables).

Los candidatos del FSLN a la presidencia y a la vicepresidencia, asĆ­ como 75 diputados de ese partido, al lado de quince candidatos de otros partidos que aceptaron jugar a la oposiciĆ³n, fueron elegidos al tĆ©rmino de un escrutinio perfectamente fraudulento como todos los que los precedieron desde las elecciones municipales de 2008. El Consejo Supremo Electoral (CSE), en las manos del FSLN, inflĆ³ las cifras de la participaciĆ³n en las elecciones y de los votos en favor del Frente. SegĆŗn el CSE, 65.6% de los electores se presentaron en las urnas y Ortega y Murillo, asĆ­ como sus candidatos a diputaciones, habrĆ­an obtenido el 75.8% de los sufragios. Observadores independientes contradicen estas estimaciones y calculan que la abstenciĆ³n fue de 81.6% y que los candidatos del FSLN recibieron, a lo sumo, apenas el 27% de los votos.

RenovaciĆ³n del somocismo o la huida hacia delante del totalitarismo

Algunos analistas ven en estas elecciones fraudulentas y en el abuso del juego polĆ­tico por parte de la dupla Ortega-Murillo una actualizaciĆ³n de las maneras de gobernar de la dinastĆ­a de los Somoza (1934-1979). El fundador de la dinastĆ­a, Anastasio Somoza GarcĆ­a, y despuĆ©s sus hijos, Luis y Anastasio Somoza Debayle, consideraron, salvo un muy breve periodo ā€“el mandato de RenĆ© Schick (1963-1966)ā€“, que ellos detentaban no solamente el monopolio de hecho sobre la funciĆ³n de presidente de la RepĆŗblica, sino tambiĆ©n que los miembros de su partido, el Partido Liberal Nacionalista (PLN), debĆ­an tener la mayorĆ­a en las dos CĆ”maras. Con todo, siempre concedĆ­an dos curules en ambas CĆ”maras a opositores ā€œlealesā€, en general provenientes del Partido Conservador.

La comparaciĆ³n, por una parte, es fundamentada, pero debe ser precisada y matizada. Primero que nada, hay que dis- tinguir entre diferentes momentos en la historia del reino de la dinastĆ­a Somoza, que se caracterizĆ³ por una sucesiĆ³n de periodos de ā€œaperturaā€, donde se sellaron pactos oligĆ”rquicos con los jefes de las filas conservadoras, pero tambiĆ©n por periodos de ā€œendurecimientoā€, donde los opositores que cuestionaban el rol deĀ primus inter paresĀ de los Somoza fueron cruelmente perseguidos. Estos momentos de liberalizaciĆ³n del rĆ©gimen se debieron a una confluencia de presiones que venĆ­an tanto del sector de los negocios en Nicaragua y de los clanes conservadores, como del exterior, en particular de Costa Rica y de una parte de la Ć©lite de los Estados Unidos. AsĆ­, a fines de 1940 Somoza GarcĆ­a concediĆ³ un tercio de las curules en las dos CĆ”maras asĆ­ como algunos puestos de ministro a conservadores y liberales independientes. DespuĆ©s de un episodio de represiĆ³n de una brutalidad extraordinaria contra la oposiciĆ³n, al dĆ­a siguiente del asesinato en 1956 de Anastasio Somoza GarcĆ­a, su hijo Luis Somoza Debayle, quien le sucediĆ³ en la presidencia (1957-1962), perpetuĆ³ esta prĆ”ctica de pactos oligĆ”rquicos con los conservadores. AceptĆ³ incluso no presentarse para un segundo mandato en beneficio del otro candidato, RenĆ© Schick, salido por supuesto de los rangos del pln, pero que no fue en absoluto un simple vasallo de la familia Somoza Debayle.

Durante quince aƱos (1957-1972) los hijos Somoza admitieron que, a diferencia de la Ć©poca de su padre, el presidente de la RepĆŗblica no podĆ­a ser al mismo tiempo el comandante en jefe de la Guardia Nacional. Aceptaron tambiĆ©n que nuevos partidos fueran reconocidos y pudieran competir en las elecciones. En fin, una ley que ensanchaba la libertad de prensa fue votada y permitiĆ³ el crecimiento del gran periĆ³dico de oposiciĆ³n La Prensa. No fue sino hasta despuĆ©s del terremoto de 1972 que Anastasio Somoza Debayle puso metĆ³dicamente en tela de juicio el pluralismo relativo del rĆ©gimen. Impuso a los conservadores un acuerdo que permitĆ­a su reelecciĆ³n en septiembre de 1974. AcumulĆ³ a partir de entonces las funciones de presidente de la RepĆŗblica y comandante en jefe de la Guardia Nacional. A fines de 1974, inmediatamente despuĆ©s de una toma de rehenes realizada por un comando del fsln, decretĆ³ la ley marcial que no fue levantada sino hasta 1977. Empoderado por el estado de excepciĆ³n, multiplicĆ³ los ataques contra grupos guerrilleros, pero tambiĆ©n contra todos los demĆ”s sectores de la oposiciĆ³n.

Desde su regreso al poder en 2007 nada ha sido mĆ”s contundente que el proyecto de Ortega de desmantelar metĆ³dicamente los principios democrĆ”ticos y de instituir un poder dinĆ”stico y totalitario. Este desmantelamiento de los principios democrĆ”ticos ha consistido en reformar la ConstituciĆ³n, permitir la reelecciĆ³n presidencial sin lĆ­mite de mandatos, poner fin en los hechos a la separaciĆ³n de poderes, someter a la voluntad del ejecutivo los poderes legislativo y judicial y a las autoridades independientes encargadas de organizar los escrutinios con el fin de contrarrestar sus capacidades. Estas disposiciones se acompaƱaron de una persecuciĆ³n sistemĆ”tica contra los medios independientes y las organizaciones de la sociedad civil. Ortega instaurĆ³ paralelamente un poder dinĆ”stico en la medida en que rĆ”pidamente hizo de su esposa y sus hijos protagonistas de la escena polĆ­tica.

El rol polĆ­tico de Rosario Murillo fue la contrapartida de la presiĆ³n sobre su hija nacida de un primer matrimonio, ZoilamĆ©rica NarvĆ”ez, para que esta retirara la denuncia de violaciĆ³n puesta en 1998 contra su padrastro Daniel Ortega. Empoderada por esta reprimenda a su propia hija, Murillo empezĆ³ a cobrar mayor relevancia al lado de Ortega. Ella fue su jefa de prensa y comunicaciĆ³n durante la campaƱa presidencial de 2001 y tuvo un papel parecido, esta vez victorioso, en 2006. Entonces se convirtiĆ³ en un personaje polĆ­tico de primer plano. De 2007 a 2015 fue la portavoz del gobierno, y como tal omnipresente en los medios sandinistas; presidenta de nuevas organizaciones de masa delĀ FSLNā€“los Consejos de Poder Ciudadano (CPC)ā€“ y responsable de la cooperativa Alba-Caruna encargada de administrar las contribuciones venezolanas recibidas para los programas de ayudas econĆ³micas a la poblaciĆ³n. Calificada por su marido como ā€œcompaƱera eternamente lealā€, en 2017 se convirtiĆ³ en vicepresidenta del paĆ­s. Lo que es mĆ”s, sin preocuparse por la ConstituciĆ³n, Ortega declarĆ³ en la vigilia de las elecciones de 2021 que Murillo no serĆ­a solamente su vicepresidenta sino que serĆ­a a partir de entonces la ā€œcopresidenta de Nicaraguaā€. Ocho de nueve hijos de la pareja presidencial obtuvieron puestos polĆ­ticos. Tomaron la direcciĆ³n de las principales cadenas de televisiĆ³n y de empresas de publicidad del paĆ­s, asĆ­ como de la distribuciĆ³n del petrĆ³leo. Algunos tienen incluso hoy cargos oficiales como asesores del gobierno.

Tanto por su capacidad de asociar a sus hijos al poder como por su voluntad de mantenerse a toda costa en Ć©l, o incluso por su deseo de enriquecerse por todos los medios, legales o ilegales, la pareja Ortega-Murillo parece confundirse con los Somoza.

El poder dinĆ”stico instaurado por la pareja Ortega-Murillo presenta sin embargo una diferencia significativa con el de los Somoza. Estos Ćŗltimos buscaron ante todo un sistema de poder que les permitiera enriquecerse con total impunidad. Fueron sin duda ferozmente anticomunistas y mĆ”s de una vez ejercieron una violencia desmesurada y arbitraria contra sus opositores, pero jamĆ”s pretendieron fundar un rĆ©gimen totalitario. Ahora bien, este Ćŗltimo proyecto es el que acaricia indudablemente la pareja Ortega-Murillo. Toda una serie de prĆ”cticas y escenificaciones totalitarias que habĆ­an sido propias del sandinismo en los aƱos ochenta han sido restauradas. Recordemos particularmente la consigna que expresaba el papel de los dirigentes infalibles e imprescindibles de los nueve miembros de la DirecciĆ³n Nacional: ā€œDN ordenaā€. Hoy la propaganda oficial destaca a la pareja formada por ā€œDanielā€ y ā€œRosarioā€. Si las apariciones pĆŗblicas de Ortega son contadas y reservadas para las grandes ocasiones, Murillo toma la palabra todos los dĆ­as en la televisiĆ³n. A mediodĆ­a anuncia las principales medidas tomadas por el gobierno, usando para ello una retĆ³rica que mezcla creencias esotĆ©ricas y mĆ­stica cristiana revolucionaria. Sus fĆ³rmulas cristianas ā€“ā€œGracias a Diosā€, ā€œDios medianteā€, ā€œprimero Diosā€ā€“ sirven para hacer de ella y su marido los mediadores imprescindibles entre las potencias del mĆ”s allĆ” y los nicaragĆ¼enses. Si esta retĆ³rica raya en lo ridĆ­culo, es testimonio sin embargo de la voluntad de esta pareja de colocarse por encima del pueblo, pero tambiĆ©n de encarnar la esencia del Pueblo y de la familia nicaragĆ¼ense.

Ante las grandes manifestaciones de abril y mayo de 2018 que paralizaron al paĆ­s exigiendo una liberalizaciĆ³n del rĆ©gimen, la pareja presidencial retomĆ³ mĆ”s o menos los paradigmas del discurso amigo/enemigo en uso en los ochenta cuando la guerra civil oponĆ­a a los sandinistas y a los contras apoyados por Estados Unidos. De la misma manera que en ese entonces los sandinistas no pudieron comprender que sus propias reformas agrarias hubieran llevado a los campesinos a levantarse en armas, en un inicio sin apoyo extranjero y posteriormente con el respaldo de Estados Unidos, en abril de 2018 Ortega y Murillo no pudieron comprender que diferentes sectores de la oposiciĆ³n se hubieran reunido en colisiĆ³n contra ellos. Estos opositores no pudieron ser considerados como adversarios que reclamaban una apertura democrĆ”tica, sino bajo la figura de agentes del imperialismo norteamericano cuyo objetivo era dar un golpe de Estado. Los tĆ©rminos empleados por la vicepresidenta para designarlos fueron emblemĆ”ticos de este simplismo. Los manifestantes no pasaban de ā€œminĆŗsculosā€, ā€œvĆ”ndalosā€, ā€œcalamidadesā€, ā€œdelincuentesā€, ā€œvampirosā€, ā€œterroristasā€, ā€œgolpistasā€ o incluso ā€œdiabĆ³licosā€. Ortega y Murillo no se contentaron con insultos, sino que aplicaron el terror para romper este movimiento. En un paĆ­s de 6.5 millones de habitantes, se registraron mĆ”s de trescientos muertos y mĆ”s de dos mil heridos. Centenares de personas fueron arrestadas y torturadas. Una vez disuelta la oposiciĆ³n, el terror masivo cediĆ³ lugar al terror selectivo contra los lĆ­deres de diferentes sectores de la oposiciĆ³n. Lo que impresiona en este uso del terror contra los opositores es que, lejos de ser disimulado, fue reivindicado y asumido abiertamente por los dirigentes. Fue y sigue siendo utilizado como una escenificaciĆ³n del poder absoluto del pueblo contra sus enemigos.

Un ritual de aclamaciĆ³n

Es a la luz de este proyecto totalitario que hay que comprender las elecciones de noviembre de 2021. No fueron simplemente una imposiciĆ³n por la fuerza que se quiso disimular, sino un momento clave en la reafirmaciĆ³n del proyecto polĆ­tico de la pareja Ortega-Murillo. La campaƱa permitiĆ³ recordar la actualidad del principio de divisiĆ³n amigo/enemigo entre el FSLN y la parte ā€œlealā€ de la oposiciĆ³n y el resto de los opositores considerados como ā€œmarionetasā€ al servicio del imperialismo. EncarnaciĆ³n del pueblo nicaragĆ¼ense, la pareja Ortega-Murillo designĆ³ a los llamados a representar al FSLN, autorizĆ³ a los asociados-vasallos a presentar sus candidaturas y ejerciĆ³ el terror contra los opositores designados como ā€œgolpistasā€. El arresto de mĆ”s de 36 personas (lĆ­deres polĆ­ticos y sindicales, periodistas y militantes de los derechos humanos), su ocultaciĆ³n, asĆ­ como las diatribas pronunciadas contra ellos el dĆ­a de la ceremonia del nuevo mandato de Ortega-Murillo, fueron el momento de la afirmaciĆ³n del poder absoluto de los dirigentes.

Los fraudes electorales cometidos por las autoridades del CSE en favor del FSLN fueron tambiĆ©n un elemento clave de la afirmaciĆ³n de la capacidad de Ortega y Murillo para encarnar al pueblo nicaragĆ¼ense. Estos fraudes pusieron en escena la creciente adhesiĆ³n de la poblaciĆ³n a Ortega y sus adeptos. Mientras que Ortega obtuvo sin fraude 38% de los sufragios en 2006 y su partido, el FSLN, 38 curules de diputados, sus Ć©xitos electorales han crecido desde entonces: 62.46% de sufragios y 63 diputados en 2011; 72.44% de sufragios y 70 diputados en 2016; 75.8% de sufragios y 75 diputados en 2021. El sentido de estos fraudes, por supuesto, es mostrar la adhesiĆ³n creciente del pueblo nicaragĆ¼ense a la pareja dirigente, incluso si el CSE concede que las tasas de participaciĆ³n en las elecciones generales han disminuido escrutinio tras escrutinio: 73.9% de participantes en 2011, 68% en 2016 y 65.6% en 2021. La sutileza del fraude cometido por el CSE consistiĆ³ en mostrar que a pesar de ello, a lo largo de los aƱos, el nĆŗmero de votos en favor de Ortega, de su vicepresidenta y sus candidatos a la diputaciĆ³n solo fue en aumento.

Las elecciones generales y las ceremonias de investidura del presidente y la vicepresidenta para un nuevo mandato tambiĆ©n fueron emblemĆ”ticas de la forma de poder instituida por Ortega desde que una modificaciĆ³n a la ConstituciĆ³n le permite aspirar tantas veces como quiera a la presidencia. Ɖl y su esposa, en tanto autoridades supremas del Frente, fueron quienes designaron escrutinio tras escrutinio a los fu- turos representantes del pueblo, provenientes, claro, del FSLN, pero tambiĆ©n en los hechos a los candidatos de oposiciĆ³n autorizados a contender en los sufragios. Las elecciones fueron un ritual de aprobaciĆ³n de sus opciones por el pueblo. En fin, la ceremonia de inauguraciĆ³n de funciones parlamentarias y las que marcaron el inicio de sus nuevos mandatos escenificaron una naciĆ³n reconciliada y compacta detrĆ”s de sus dirigentes.

Tres enseƱanzas pueden sacarse de este escrutinio fraudulento. La primera es que tales elecciones son un dispositivo esencial para el funcionamiento de la dictadura instaurada por Daniel Ortega: representan una manifestaciĆ³n de su poder absoluto. La segunda es que estas elecciones son un paso mĆ”s en la huida hacia delante del rĆ©gimen totalitario. La prueba es que la pareja Ortega-Murillo continĆŗa metĆ³dicamente su cacerĆ­a de opositores. Las personas arrestadas en mayo del aƱo pasado por la acusaciĆ³n de ā€œconspiraciĆ³nā€ han sido canalizadas a una justicia amordazada que no otorga ningĆŗn derecho a la defensa. Las primeras sentencias en febrero de este aƱo fueron pronunciadas sin la mĆ”s mĆ­nima prueba, y todas son condenas a la mĆ”xima pena prevista por la ley, quince aƱos de prisiĆ³n. La tercera, finalmente, es que la reivindicaciĆ³n de elecciones libres que se hizo en 2018, asĆ­ como la abstenciĆ³n de mĆ”s del 80% de los electores en el Ćŗltimo escrutinio son el testimonio del rechazo al proyecto totalitario de los Ortega-Murillo por parte de la inmensa mayorĆ­a de los nicaragĆ¼enses. ~

TraducciĆ³n del francĆ©s de David Noria.

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