David Armitage
Las guerras civiles. Una historia en ideas
Traducciรณn de Marco Aurelio Galmarini
Madrid, Alianza Editorial, 2018, 320 pp.
La guerra civil no es natural, no siempre estuvo ahรญ, es una invenciรณn humana, dice en su libro mรกs reciente el historiador de Harvard David Armitage (Stockport, Inglaterra, 1965). Y dice tambiรฉn que pocas invenciones humanas han sido tan costosas y letales como las guerras civiles. En el origen de las otras guerras, las religiosas o las raciales, las internacionales o las regionales, a menudo se encuentra una guerra civil.
Armitage no quiere que su libro sea leรญdo como una historia intelectual de las guerras civiles. Pero eso es en esencia: un recorrido por el concepto de guerra civil de Tucรญdides y Salustio a Kant y Nietzsche y de Clausewitz y Schmitt a Arendt y Agamben. Dos mil aรฑos de intelecciรณn de un tipo de conflicto interno, que desgarra a las naciones desde adentro y las lleva a una refundaciรณn despuรฉs de la fractura.
El cambio de la preposiciรณn en el tรญtulo โno historia de las ideas sino historia en las ideasโ trasmite el malestar de Armitage con una historia intelectual demasiado alejada del devenir social de la humanidad. La guerra civil como realidad y como nociรณn fue, desde Roma, un fenรณmeno constitutivo de la historia polรญtica. No fue una categorรญa moderna con raรญces en la antigรผedad o la Edad Media: fue una categorรญa antigua que se actualizรณ a travรฉs de los siglos.
Los tรฉrminos de polemos o stasis entre los griegos no captaban en su totalidad el sentido de una guerra civil. Se referรญan a disturbios o luchas intestinas, en la polis, que no necesariamente llegaban fracturar la comunidad. La invenciรณn del concepto fue romana: el bellum civile, en la tradiciรณn latina, quedรณ asociado no solo con la forma mรกs profunda o fratricida de escisiรณn de la comunidad sino con el origen de la ciudad misma, ya que, segรบn la leyenda, Rรณmulo habรญa fundado Roma luego de matar a su hermano Remo.
Los romanos legaron a la modernidad una idea de guerra civil como episodio del pasado y, a la vez, como amenaza perpetua del presente y el futuro. El buen gobierno era pensado como antรญdoto de la guerra civil, a pesar de que una de las causas mรกs comunes de estallido del conflicto era, justamente, la disputa en torno a la mejor forma de gobierno. La creaciรณn del sistema representativo, de la divisiรณn de poderes y de los pesos y contrapesos entre las instituciones del Estado estuvo ligada a la bรบsqueda de mecanismos para conjurar el peligro de guerra civil.
Armitage detalla las lecturas que los modernos hicieron de Cรฉsar, Cicerรณn, Salustio, Lucano o Tรกcito para dar cuenta de esa actualizaciรณn moderna de un concepto antiguo. No solo los historiadores y filรณsofos, que vivieron y pensaron la guerra civil inglesa de mediados del XVII, como Edward Hyde, Thomas Hobbes o John Locke, tambiรฉn los poetas isabelinos o posisabelinos (Shakespeare, Marlowe, May, Milton) leyeron y tradujeron a los romanos, en especial la Farsalia de Lucano, para comprender la pugna dinรกstica y parlamentaria en Inglaterra.
En los capรญtulos dedicados a los siglos XVIII y XIX, Armitage se interna en un tema ya desarrollado en su obra previa: el de la conjunciรณn de guerras civiles y revoluciones en el Atlรกntico ilustrado y romรกntico. Afirma, con razรณn, que aquellos fenรณmenos estimularon el pensamiento jurรญdico, especialmente en relaciรณn con el โderecho de gentesโ y la โley naturalโ, y dedica varias pรกginas a comentar los tratados del suizo Emer de Vattel, pero no destaca el valioso antecedente del neotomismo espaรฑol de Suรกrez y Vitoria.
La guerra civil moderna tiene en la batalla entre el Norte y el Sur en Estados Unidos, a mediados del XIX, su tipo ideal. Dos mitades de una naciรณn confrontadas por el nรบcleo doctrinario de los derechos naturales del hombre. Por desgracia, ese arquetipo no se analiza de manera global en el libro, quedando fuera Amรฉrica Latina, una zona donde, por los mismos aรฑos en que tenรญa lugar la lucha entre confederados y abolicionistas en Estados Unidos, se enfrentaban liberales y conservadores, con armas e ideas muy similares.
Esa falta de perspectiva mundial se observa con mayor claridad en la รบltima parte del libro, dedicada al siglo XX. Las guerras civiles rusa, espaรฑola, china, vietnamita y coreana se mencionan, pero no se desarrollan como fenรณmenos decisivos de la historia contemporรกnea. El modelo de la guerra civil norteamericana no es suficiente para comprender estos nuevos conflictos, ya que el involucramiento de las potencias mundiales es mayor en todo el siglo XX.
El mundo posterior a 1945 โes decir, entre la Guerra Frรญa y las tres dรฉcadas que siguieron a la caรญda del Muro de Berlรญnโ ha sido relativamente pacรญfico en sentido global, pero vio sucederse una guerra civil despuรฉs de otra, sobre todo en el tercer mundo. En Centroamรฉrica, Ruanda, Somalia, el Congo, los Balcanes y Medio Oriente, la guerra civil adoptรณ esa nueva forma global y no falta quien vea en conflictos como los del narcotrรกfico, en Colombia y Mรฉxico, otra modalidad del mismo mal. ~
(Santa Clara, Cuba, 1965) es historiador y crรญtico literario.