Palabra telefónica en mañana que se dice puente

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—¿Bueno?
     —¡Hermano coyoacaneco!
     —¡Hermana delvallehuica!
     —¿Qué ha sido de tu andar en esta tierra?
     —Pisando estos suelos y estos tiempos. ¿Y tú?
     —Acabo de llegar. Horrible tránsito en El Valle Donde Vive El Poder.
     —¡Qué gusto escuchar la voz que habla por tu boca!
     —¡Yo no existo: soy sólo ventana!
     —¡Yo también sólo ventana soy! ¿Hacia dónde tu ventana?
     —Ventana soy abierta a la esperanza. ¿Y la tuya?
     —Ventana abierta al futuro soy. ¿Qué dice tu palabra?
     —Nada… ¡mi lengua es perseguida! ¿Y tú?
     —¡Tu voz en el hoy se rebela; la mía mira hacia adelante!
     —…¿Cómo? ¿Tu voz puede mirar? ¿Cómo va a mirar una voz?
     —Así dice ÉL.
     —Ah… ¡Pues la mía es voz que habla mañana!
     —¿Mañana…? ¿No podemos hablar hoy?
     —Hoy habla mi voz que es de nosotros, los que no somos los otros. Pero mi voz voz, o sea Mi Voz, esa habla mañana.
     —Creo que mi oído coyoacaneco no entiende la palabra que dice tu boca verdadera. ¿Se deberá acaso a que soy de otra etnia? ¿O a que pensar mestizo soy, y no color de la tierra?
     —Al decir “mi voz habla mañana”, lo que dice mi palabra es que habla mañana; es decir: que dice mañana. ¡QUE CREE EN EL FUTURO, CARAJO!
     —¡Ah, ya! Lo que sí entiendo es que nuestra voz es la voz de nosotros, y no la de ellos.
     —No son ellos, son los otros. Su palabra de ÉL esa palabra dijo.
     —Y los otros… ¿son los que no descifran las siete claves porque el poder pudrió su sangre y oscureció su pensamiento?
     —Exacto. Los que creen que la raíz es de un aparador pasajera.
     —Tu palabra es difícil. No digo que no sea verdadera, pero… ¿Raíz de un aparador pasajera? ¿Qué clase de raíz seríamos si creemos que se puede viajar en un aparador?
     —Pues yo tampoco entendí bien eso. Pero eso dijo la voz de ÉL, por la que habla nuestra voz. Su palabra dice que los otros creen eso: que nosotros “somos raíz de aparador pasajera”. Las etnias no somos eso: los coyoacanecos, los delvallehuicas, los narvartehuaras, etcétera, no somos eso. Eso es lo que los otros se creen que somos, pero no.
     —Lo que se ocurre, es que ÉL habla por nosotros, nuestra voz es ÉL, y si no entendemos lo que su voz dice no importa mucho, pues aunque no entendamos, lo que importa es que sí entienda ÉL. Y como ÉL sí entiende, también nosotros entendemos.
     —Hmm… ¿O sea que la dignidad es el mañana, y el mañana o es de todos o no es, porque, si no es de unos y otros, no es de nadie, o sólo de algunos? Creo que esto sólo lo entenderemos pasado mañana, porque lo que es mañana…
     —A menos que sea el mañana de mañana, que será espejo, porque lo que es hoy, nuestro mañana es puente.
     —¿Mañana es puente? ¿Es día de Benito Juá…?
     —No: mañana es puente, y desde ese mañana veremos el siguiente mañana, que será espejo. Así va: hoy es hoy, mañana es puente, y luego espejo.
     —Bueno, ya. Pero, y tu pluma que escribe con tinta de esperanza ¿ya acabó su trabajo sobre extirpación de apéndices?
     —Sí. Escucha con oídos: “En el inicio, cuando el tiempo no era aún tiempo en la cuenta del tiempo, curación para apendicitis no había aún. No había sino dolor que se ponía su cobija. La apendicitis, maldad que mata mano morena (y, para el caso, cuerpo moreno), aún no se decía curable. Los otros que no son nosotros aún medicamento no acaparaban. En el mañana que será puente, y luego espejo, medicamento será de nosotros y apendicitis no será palabra”. ¿Qué tal?
     —¡Si me da apendicitis, ojalá…

—¡Si me da apendicitis, ojalá sea tu bisturí verdadero el que me opere!
     —Y tú, ¿cómo va la tesis de teoría económica?
     —Te leeré algo. “El mundo objetivo que pisaban los más viejos de los viejos no estaba aún dominado por dinero, sino por palabra que viene de atrás y que por eso camina delante. Dignidad: así dice esa palabra. Pero ellos hablaron palabra Capital, que ojete palabra es, y dijeron: mercancía sólo de otros es en cuanto existencia del valor de cambio, y su valor de uso en cuanto tal se extingue, se perece”.
     —¡Espero que tu trabajo sirva para espantar al ruido de la tristeza!
     —¿La tristeza hace ruido? Eso hiere mis oídos…
     —Así dijo ÉL. Que la tristeza hace ruido.
     —Bueno, y qué… ¿Vamos a vernos con nuestros ojos que al ver al otro ven espejo? ¿Serán nuestros cuerpos sombra para su sombra?
     —Sí. No seamos más tú y yo, sino nosotros seamos. Dos se divide en uno.
     —¡Que nuestras subjetividades se objetiven!
     —¡Que tu machete afile mi esperanza!
     —¡Que mi caracolito sea siete veces visitado por tu Votán-Pene!
     —Órale. ¿Nos vemos en el Vips de la esquina?
     —¿No supiste? La etnia ERPI lo destruyó; no era de nosotros los morenos.
     —Hmm… ¿Comida italiana en la tierra de los condesáhuatl?
     —Ay, no sé… ¡Estoy harta de pastas!
     —¡Ya sé! ¡Pulpos a la vasca en la tierra de los etas!
     —¡Espérate! ¡Me dijeron que abrió un lugar de comida talibán!
     —¡Ah sí! En la tierra de los sanangelmehuas…
     —Pues vamos. Además, ahí es una hora y media más temprano.
     —Y además, está lejos de los kosovares.
     —Y más cerca de La Realidad… –

 

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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