El terror está ahí fuera, donde comienza el mundo.
Luis Alberto de Cuenca
Aparentan cuerpos pero son espíritus. Esta certeza le asaltó de repente, ella misma/o no sabía muy bien qué era o en qué fase estaba, pero eso, según los medios, era algo general. Esa impresión de cuerpos como avatares o mero recubrimiento la había sentido otras veces; era una de tantas aprensiones que salen al paso de vez en cuando y luego se deshechan o se olvidan porque perseverar en ellas o explorar sus posibilidades se aleja de la normalidad y sus exigencias. ¿Se habían multiplicado esas exigencias o también eso era una aprensión? La clara visión o intuición de que esas personas que se cruzaba por la calle, en el súper, en la frutería o en el comedor de beneficencia eran espíritus o entes inmateriales [no se entiende].
Hasta que pudiera librarse de esa injerencia o imposición repentina que no le dejaba volver a su estricta realidad habitual que, por otro lado, tampoco le ofrecía estímulos para perseverar en ella [no se entiende]. ¿Acaso conseguía centrarse en esa realidad habitual más allá de consultar y teclear en la pantalla de bolsillo que, pensó, era su auténtica identidad, personalidad, destino?
Esa “realidad” era tal vez más esquiva y elusiva que la reciente miniobsesión acerca de la auténtica naturaleza de los demás… Daba por hecho que esta percepción de que los cuerpos son velos o sudarios la sentían todas las personas, y tal vez los animales, y en ese caso la verían a ella/él tal como ella/él venía viendo a las demás personas: espíritus o entes incorpóreos apenas cubiertos por capas de ropa y piel que ahora dejaban ver el interior. Por supuesto que los animales siempre nos habían visto así… esta revelación le pareció evidente, aunque la rechazó enseguida. Quería pensar en el meollo del asunto si es que lo encontraba, pero la realidad antigua, la corpórea
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urgencia de sobrevivir y llegar al día siguiente (aunque aún estaban los frentes a mil kilómetros los misiles caían cada vez más cerca y cada semana se abrían nuevos conflictos) le obligó a actuar.
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Esta persona que declaraba en tercera persona esas aptitudes para ver el interior de las personas ha explicado en el interrogatorio en qué consiste este don. (En principio se temió que esta persona hubiera perdido el juicio por leer varias o muchas veces, según dijo, el libro de Juan José Millás Ese imbécil va a escribir una novela, en la que el protagonista experimenta desde la niñez una segunda cabeza, que es invisible –excepto para quienes tienen también esa bicefalia– que piensa por su cuenta y se comunica con la cabeza original, la de carne. Dadas las habilidades de la persona detenida y la cordura de sus razonamientos se descartó esta posibilidad quijotesca, que sin duda hubiera sido más fácil de gestionar.)
En resumen, parece probado que él/ella (protección de datos):
–Puede ver algo que trasciende el cuerpo, lo que le capacita para:
–Saber si otras personas dicen la verdad. Saber qué piensan y sienten realmente.
–Acceder a lo que llama “archivos íntimos” de otras personas, que incluyen recuerdos, escenas completas, secuencias tanto del pasado –especialmente momentos decisivos de la infancia– como del futuro próximo.
(En los interrogatorios se han verificado estas “visiones” que la persona describe como “flashes de momentos de gran intensidad” pues ha acertado al 100% respecto a las vidas de las agentes que le preguntaban.)
–Ella/él misma/o sugiere que cualquiera podría desarrollar esta capacidad con un poco de entrenamiento: ella/él lo ha perfeccionado, sin querer, viendo vídeos de una red social, lo que tal vez podría inducir una especie de hipnosis, trance o meditación… Aunque no sabe concretar más…
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–Los cargos están por ver: todo es difuso y volátil y las pocas agentes disponibles (hay mucha demanda) expertas en control mental y scraping & scrapping brain-to-brain (b-t-b) han sido derrotadas por esta persona, de la que solo sabemos el texto inicial y lo que ha querido declarar, pero ha sido imposible, de momento, entrar en su cerebro tan alegremente como ella entra en los de los demás. Su vida anterior, expurgada por ia, es tan normal que el análisis modo paranoia consumió el doble de agua.
–La persona o entidad denunciante (la delación es un deber constitucional y no se exige identidad física o jurídica, excepto que se pretenda cobrar la recompensa, si se comprueba el delito) insiste en la misma porque estas prácticas pueden poner en peligro la seguridad del Estado.
–Dada la gravedad del asunto, la clarividencia y la penetración de la persona investigada se procede a aislarla y a sellar el reducto; el contacto por medios remotos no impide que siga manifestando sus “poderes”.
–Al parecer, la persona sospechosa, aunque finge colaborar con la investigación y estar desorientada, sigue recibiendo enormes cantidades de dinero de todo tipo de cuentas del extranjero con el concepto “Donación”. Ella/él aduce que tras ofrecer sus habilidades a diversos departamentos y entidades públicas y privadas (se ha comprobado, envió cientos de mensajes) sin obtener respuesta, decidió pedir dinero a las máquinas, que son “más dóciles y rápidas”. Añadió que piensa declararlo a Hacienda. Pedir dinero, aunque sea con el pensamiento, no es delito tipificado.
–Tras jurar por escrito no actuar contra el Estado ha sido puesta en libertad sin cargos.
Las agentes le han preguntado al salir cómo lo hace y ha dicho:
–Aparentan cuerpos pero son espíritus. ~