Unbelievable: la moraleja feminista

La miniserie Unbelievable reconstruye el tortuoso camino que siguen las mujeres violadas en busca de justicia. Su tesis no se agota en las instituciones, sino atiende un punto moral: cรณmo la sociedad ha fracasado en ayudar.
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Atracรณn o arrullo

Conozco al menos dos formas de ver televisiรณn. La mรกs comรบn es usarla como canciรณn de cuna para adultos (twinkle, twinkle, little tv star). Esto significa que reemplazo el perfectamente mediocre pero tan angustiante stream of consciousness oficinista (donde se estancan fechas caducas de entrega y se agolpa una ruidosa corriente de deberes por incumplir) con el streaming de la tele por internet. Necesito que otras voces cuenten sus problemas para olvidarme de los mรญos. Me arrullan. La tele desempeรฑa para el pรบblico ese poco encomiado pero gran servicio.

La otra forma es mรกs bien excepcional. Casi nunca les concedo completa atenciรณn a tramas, personajes, diรกlogos y decisiones narrativas de las series, pero cuando ocurre la tele provoca en mรญ el efecto contrario: me despierta, incluso puedo admitir que me entusiasma. Preparo โ€“sรญ, a medianocheโ€“ una jarra grande de cafรฉ y veo de una sentada todos los episodios. Dejo de usar la tele como canciรณn de cuna y en cambio le otorgo la funciรณn de justificante para llegar tarde al trabajo. โ€œPerdรณnโ€, le dirรฉ a mi jefe al dรญa siguiente, โ€œpero es que vi una serie buenรญsimaโ€.

Asรญ vi Unbelievable.

Alguien, pensรฉ (ยฟo tuiteรฉ?, quizรก ya da lo mismo), hizo su tarea. Retomรณ la crรญtica del male gaze (que iniciรณ Laura Mulvey y actualizรณ Linda Williams), comprendiรณ las reseรฑas decididamente feministas (como las de Roxane Gay) y aplicรณ las conclusiones para idear esta miniserie. En mi entusiasmo busquรฉ a Netflix y entrevisรฉ a Susannah Grant, productora y guionista y directora de algunos episodios.

9, 1, 1

โ€œLa ayuda estรก en camino.โ€ Es lo primero que uno oye en Unbelievable. Marie Adler, reciente vรญctima de un violador serial, lo escucha de una de sus madres adoptivas. Es lo que dicen quienes atienden los telรฉfonos de emergencia, lo que uno espera que pase โ€“y en poco tiempoโ€“ cuando tiene que llamar al 911. Pero Susannah Grant escribiรณ el episodio inicial negando ese punto de partida. โ€œAlgunas personas tienen la autoridad para hacer bien las cosas, la pregunta es si las harรกn bien; en las agresiones sexuales, no suele ser asรญโ€, me dice en entrevista. De modo que la trama se desarrolla negando su primera afirmaciรณn: la ayuda no estรก en camino.

Lo que en realidad estรก en camino es una secuencia de policรญas rutinarios, detectives inconmovibles y enfermeras robรณticas; en suma, la definiciรณn burocrรกtica y pavorosamente inรบtil de la ayuda que proveen las instancias estatales. Lo saben las mujeres del mundo que han reportado un delito sexual, pero quizรก nunca antes lo habรญan visto tan minuciosamente filmado.

Porque un guionista puede contar rรกpidamente que una joven fue violada y la policรญa es incompetente. Bastan dos escenas. No fue lo que hizo Grant. Lejos de la eficiencia narrativa, optรณ por el realismo cuando registrรณ cada ocasiรณn en que Marie tuvo que declarar, es decir: contar siete veces que fue violada. Por habituados que estemos, debido al activismo en lรญnea, a ver y escuchar videos de toda clase de vรญctimas, la lectura repetitiva y minuciosa de sus testimonios es una labor reservada a jueces, periodistas, abogados. La recreaciรณn tiene un efecto pedagรณgico y emocional en ti, espectador:

ยฟMe puedes decir lo que pasรณ? ยฟMe puedes decir todo lo que pasรณ? Todo lo que recuerdes. ยฟA quรฉ hora fue? ยฟY despuรฉs quรฉ pasรณ? ยฟY despuรฉs? ยฟQuรฉ hizo cuando terminรณ?

Voy a hacerte algunas preguntas sobre lo que pasรณ. Necesito escucharlo directamente de ti. Empecemos por el principio. ยฟQuรฉ estabas haciendo antes de la agresiรณn? ยฟDespuรฉs quรฉ pasรณ? ยฟCuรกnto durรณ la agresiรณn? ยฟQuรฉ hizo cuando terminรณ? Tendrรฉ que hacerte mรกs preguntas en la estaciรณn de policรญa, pero ahora debes ir al hospital a que te examinen.

ยฟMe puedes decir todo lo que pasรณ?, lo necesitamos [en el hospital] para nuestros registros.

Una cosa mรกs: tu firma aquรญ y aquรญ.

Quiero repasar el incidente una vez mรกs. Necesito todos los detalles que pueda obtener. Asรญ que empecemos otra vez por el principio. ยฟQuรฉ estabas haciendo antes de la agresiรณn? ยฟLuego quรฉ pasรณ? ยฟY sobre la agresiรณn en sรญ? ยฟDespuรฉs quรฉ pasรณ? ยฟQuรฉ hiciste cuando se fue?

Una cosa mรกs: necesito que escribas la declaraciรณn que acabas de darme.

La de Unbelievable es una recreaciรณn valiosa porque transmite eso que no acabamos de sentir con el terminajo โ€œrevictimizaciรณn institucionalโ€. Lamento que no tengamos a la mano una palabra como asesinato o secuestro, mรกs contundente y efectiva, una palabra comรบn; las que tenemos nos condenan a hacer denuncias que suenan rigurosas, graves, pero acadรฉmicas y formales y, por eso mismo, distantes.

A pesar de todo, uno espera que al terminar de llenar de puรฑo y letra los formularios, al aceptar interrogatorios redundantes y someterse con buena disposiciรณn y paciencia a la inspecciรณn vaginal, la ayuda por fin llegue. No es asรญ. Cuando se retira la burocracia, se instala el aislamiento.

Tengo para mรญ que Susannah Grant escribiรณ sus episodios โ€“el tercero, el sรฉptimo y el octavoโ€“como un ensayo largo sobre la ayuda, o como una exploraciรณn del catรกlogo de motivos por los que nos negamos a ayudar a una mujer que fue violada. Por ignorancia y prejuicios, como era de esperarse, pero tambiรฉn por mala comunicaciรณn, lealtades previas, conflictos de interรฉs, motivos sensatos, riesgos contra nuestra reputaciรณn, falta de tiempo.

En Unbelievable no solo estรก Judith, la madre adoptiva de Marie, que duda de su testimonio porque โ€œllamar la atenciรณn es cosa de adolescentes con pasados difรญcilesโ€; tambiรฉn estรก Connor โ€“su mejor y, al final, รบnico amigoโ€“, quien definitivamente le cree, pero no sabe cรณmo ayudarla โ€“en una de las escenas mรกs desalentadoras, Marie considera unirse a la iglesia de Connor: es tal su aislamiento, su urgencia de acercarse a otras personas, a alguien, quien sea.

Los detectives no le creen por inconsistencias en su testimonio y los de otros testigos; terminarรกn demandรกndola por declarar en falso y cobrรกndole con una multa de quinientos dรณlares โ€œla ayudaโ€ que le brindรณ la policรญa. El marido de otra de sus madres adoptivas le cree, dice que le cree, quiere creerle, pero serรญa mejor que no lo visitara a solas, no vaya a ser que Marie lo acuse falsamente de violaciรณn y el Estado le quite a los huรฉrfanos que adoptรณ y adoptarรก, todos esos niรฑos que tambiรฉn necesitan ayuda. El resto de sus amigos, al escuchar que Marie declarรณ en falso, la abandonan de inmediato. Las mรกs de las veces nos quedamos cortos: nadie quiere comprometerse demasiado, apostar su libertad o su reputaciรณn, hacer el esfuerzo de sobreponerse a las dudas o siquiera perder un poco de tiempo.

Unbelievable, una producciรณn estadounidense cuyos temas resuenan en Mรฉxico, aunque no es un documental para politรณlogos ni un estudio de caso para abogados, se detiene en esta tesis moral: fracasamos en ayudar. Y las instituciones no son las รบnicas culpables. Las bases de datos genรฉticos, los perfiles criminales, los retratos hablados, la recolecciรณn de evidencia, los protocolos que hemos establecido dependen, a final de cuentas, de la voluntad de policรญas y detectives para operar al mรญnimo o aprovechar al mรกximo los recursos del Estado. Estamos en las manos de otros.

Si la ayuda al fin llega (en esto, el caso de Marie es una excepciรณn, lo saben las mujeres del mundo que han reportado un delito sexual), quizรก ya no importe, no sirva de nada o quien la necesitรณ antes haya dejado rotundamente de creer en ella. En el รบltimo par de episodios, Marie le dice a la terapeuta asignada por la corte como una sanciรณn mรกs por haber โ€œdeclarado en falsoโ€:

ยฟCrees que nunca he visto a nadie como tรบ? He estado en el sistema desde que tenรญa tres aรฑos. He visto a trabajadores sociales, representantes del Departamento de Servicios para Niรฑos y Familias, funcionarios del sistema de adopciรณn. Todos dijeron que querรญan ayudarme, pero yo no necesito ayuda. Solamente necesito que dejen de pasar cosas malas.

[…]

No importa cuรกntas veces alguien diga que le importas, en realidad, no es asรญ. A nadie le importas lo suficiente. Tal vez tengan buenas intenciones, quizรก intenten ayudarte, pero otras cosas terminan siendo mรกs importantes […] Incluso ante gente buena, incluso con personas en las que mรกs o menos puedes confiar, si la verdad resulta inconveniente, si la verdad no embona, no la creen. Aun cuando a alguien realmente le importas, no le importas realmente.

No tienes madera de detective (clรกsico)

Pero dicen que hay bien en este mundo. Lo dice Grant: โ€œme gusta la idea de subrayar y amplificar los efectos inesperados que tiene la simple decisiรณn de hacer las cosas bien en el momento correctoโ€. Y es la tesis del lado b de Unbelievable. El segundo episodio es la cara inversa del primero, que empieza cuando dos detectives investigan casos distintos de violaciรณn y, al descubrir sus semejanzas, deciden (no hay protocolo que las obligue a hacerlo) trabajar en equipo para mejorar la probabilidad de encontrar al culpable. Al escribir lo peor y lo mejor que puede pasarle a una vรญctima sexual, Grant crea una exposiciรณn de alto contraste. En algรบn momento, mientras veรญa la serie y pensaba esta reseรฑa, quise enlistar las buenas acciones de la detective Karen Duvall cuando atiende a Amber Stevenson, las de Grace Rasmussen con Sarah, y publicarlas como una especie de manual para quien realmente quiera ayudar a una vรญctima de violaciรณn. Me contuve. Pero al menos dirรฉ que Duvall no le impone el protocolo a la vรญctima: se lo explica, la hace parte de รฉl, no la despacha como una clienta mรกs del Estado,

((Acerca de esta crรญtica contra los servicios que brinda el Estado, Nancy Fraser escribiรณ de sobra, y yo hice un resumen: โ€œHablemos de mi relaciรณn con Nancy Fraserโ€, Letras Libres, nรบm. 246, junio de 2019, pp. 36-39.
))

 le ofrece humanidad y no burocracia; ante ese trato, Amber, la vรญctima, responde a sus preguntas no por obligaciรณn, sino desde el consentimiento. Quizรก no hay nada mรกs importante que respetar el poder de decisiรณn de una mujer que acaba de vivir justo lo contrario: una violaciรณn tambiรฉn es la experiencia de un hombre imponiรฉndose sobre la libertad, la agencia que una cree tener. Itโ€™s not about sex, itโ€™s about power, dicen las feministas.

Y Susannah Grant lo comparte, porque no escribiรณ las escenas de violaciรณn desde el punto de vista del violador, ni siquiera desde la omnisciencia, sino desde la perspectiva de la vรญctima (Marie estรก vendada, apenas alcanzamos a entrever, como ella, lo que su agresor hace), y no hay un solo cuadro erรณtico, pornogrรกfico: la serie no capitaliza el sufrimiento de las mujeres para el morbo o la excitaciรณn del pรบblico; es algo que las teรณricas feministas Laura Mulvey, Linda Williams y Catharine MacKinnon verรญan con buenos ojos. Pero este rasgo de Unbelievable ya se ha reseรฑado suficiente.

Prefiero decir que la miniserie tiene una clara postura feminista porque sus personajes rompen el molde de los estereotipos. Karen Duvall no es heroica en el sentido del detective clรกsico. No es un hombre solitario, sin habilidades sociales, pero con una inteligencia genial o sobrehumana; tampoco es capaz de sobreponerse a cualquier obstรกculo por mera voluntad. No es un lobo marginal e incomprendido. Trabaja en equipo, la excesiva dificultad del caso la obliga a cooperar con Rasmussen y su equipo, y aun con un colega del FBI. La detective Duvall tambiรฉn es Karen, esposa y madre de dos niรฑas: hace llamadas de trabajo mientras sirve la cena, examina las grabaciones de las calles aledaรฑas a la escena del crimen mientras acaricia a su hija, que esa noche no puede dormir sola (me informan que asรญ son los niรฑos). Ademรกs es creyente y practicante de alguna religiรณn, de modo que no es la tรญpica feminista.

Su relaciรณn con Grace Rasmussen no es dulce sino tensa: Duvall tiene que insistir y perseguirla para que le regale unos minutos de atenciรณn, tiene que demostrar que trabaja tan duro como ella para finalmente ganรกrsela. La sororidad en Unbelievable no es una sopa instantรกnea, y por lo tanto se aleja de la amistad gratuita que algunos imaginan que ocurre entre feministas (ยฟme creerรกn si digo que algunas nos caemos mal?).

No me engaรฑo: sรฉ que todo libro, performance, cรณmic, pelรญcula o serie feminista tiene que defenderse (ยกtodavรญa!) de sus crรญticos mรกs simplones. Por eso dirรฉ que Unbelievable no demoniza a los hombres. Las detectives, como mencionรฉ, trabajan con un colega del FBI, y con un joven experto en bases de datos. Las dos estรกn casadas: sus maridos son comprensivos, se dividen el trabajo domรฉstico, ambos son buenos hombres. โ€œPor alguna razรณn, no vemos esto muy seguido [en pelรญculas y series], mรกs bien vemos a un miembro de la pareja quejรกndose de que el otro trabaja demasiadoโ€, me dice Grant. โ€œYo quise mostrar quรฉ tipo de balance y compaรฑerismo es necesario para que las personas trabajen tan duro como las detectives que resolvieron el caso.โ€

Atendiendo a la crรญtica, lo peor que podrรญa decirse de sus maridos es que son personajes planos, no desencadenan conflictos y โ€“salvo por un momento crucialโ€“ casi no aportan a la trama, pero mentirรญa si afirmara que no me hace gracia ver a dos personajes masculinos reducidos a segundo plano: a los esposos como si fueran esposas [escribe la autora de esta reseรฑa, con risa de feminista malvada].

Es mรกs reveladora la decisiรณn de Grant de excluir la versiรณn, los motivos del violador. โ€œHay muchas maneras de contar una historia de agresiรณn sexualโ€, continรบa la guionista, โ€œyo quise contar quรฉ pasa despuรฉs de la violaciรณn, estaba mรกs interesada en la perspectiva de la vรญctima, en cรณmo la investigaciรณn policiaca puede salir muy mal, y en la perspectiva de las detectives que intentan trabajar dentro del sistema para conseguir justicia. Introducir mรกs al violador no habrรญa ayudado a contar esas historias. ร‰l aparece hasta el final porque quise recrear la experiencia de las detectives, ellas no saben quiรฉn es el violador hasta que resuelven el caso, ni siquiera saben si podrรกn resolverlo. Si ellas no lo saben, los espectadores tampoco. Para mรญ, el violador no es la historia; sus acciones desencadenaron la historia, pero su personaje y sus sentimientos no. La historia no habrรญa mejorado al contar esoโ€.

Le insisto a Grant y hago referencia al sinfรญn de pelรญculas, documentales, series dedicadas a explorar las personalidades supuestamente misteriosas de los violadores seriales (quizรกs esta clase de criminales no son tan enigmรกticos y fascinantes como la nota roja quisiera que fueran). โ€œNo es un gรฉnero que acostumbre ver, pero cada quien tiene la libertad de explorar artรญsticamente lo que quiera.โ€ Me agarro de esa afirmaciรณn porque no hay nada que disfrute mรกs que reclutar los razonamientos de los crรญticos liberales a mi causa: la libertad creativa incluye a las feministas y sus series.

Pero no me satisface por completo la explicaciรณn de Grant y quiero traer de contrabando un argumento del periodismo: no siempre estamos obligados a publicar las versiones de todos los involucrados en la historia. No consultamos la opiniรณn de los terraplanistas cada vez que publicamos noticias sobre la Tierra. No citamos a los negacionistas de la crisis climรกtica cuando informamos que los agricultores nicaragรผenses migran porque el incremento de temperatura devastรณ sus campos. Tampoco publicamos la versiรณn de los racistas cuando advertimos que las sentencias judiciales suelen fallar en contra de los afroamericanos. Porque hacerlo contribuirรญa a la desinformaciรณn: el falso balance no es un principio periodรญstico y, despuรฉs de todo, Unbelievable es un trabajo de ficciรณn basado en el reportaje de T. Christian Miller y Ken Armstrong, que no considera a fondo la biografรญa del violador pero sรญ ganรณ, en 2016, el Premio Pulitzer.

Moraleja feminista

Nada de esto quiere decir que la miniserie no tenga defectos a lo largo de sus ocho episodios; momentos empalagosos como el slow motion del arresto o el proverbial driving into the sunset de la protagonista. Y es demasiado conveniente que el violador โ€“el minuto que Grant lo deja hablarโ€“ diga que violรณ a decenas de mujeres (solo) por la impunidad. El mensaje polรญtico es tan obvio que este y otros diรกlogos se acercan a la moraleja. El crรญtico del New York Times Mike Hale escribiรณ que la serie โ€œparece no confiar en que el espectador comprenderรก las lecciones de igualdad y justicia, pues cada tanto pone un discurso sobre el tema en boca de los personajesโ€.

Tiene razรณn. Con frecuencia, las protagonistas abandonan la trama e inician un concurso de oratoria (algo que cuidar inclusive en la vida diaria: solo hay un paso entre la retรณrica y el rant). Duvall, por ejemplo, luego de gritar por la incompetencia de un miembro de su equipo, se explica a sรญ misma (โ€œeste trabajo exige compromiso, es nuestro deberโ€, etcรฉtera). Parece que Grant no le permite ser una jefa dura y exigente, sin mรกs. En tรฉrminos feministas, me disgusta que las mujeres, como personas y personajes, tengan que seguir explicรกndose: haciendo apologรญas de su carรกcter, exponiendo los motivos de su conducta. ยฟEs otra seรฑal de que aรบn no gozamos de la libertad que sรญ tienen los hombres? Intuyo que ellos no sienten la necesidad de explicarse tan seguido ni tan a fondo como nosotras y, como Roxane Gay, disfrutarรฉ cada momento en que una mujer no obedezca el mandato de ser agradable โ€“en la realidad y en la ficciรณn.

Pero esa no es la crรญtica de Hale. Su preocupaciรณn es que la oratoria interrumpe la trama y estropea la secuencia dramรกtica. A mรญ no me desagrada y mucho menos me ofusco por ello. La aclamada Chernobyl de Craig Mazin cierra con un vanaglorioso y afectado discurso contra el Estado soviรฉtico: โ€œยกVivimos entre mentiras!โ€, se exalta el cientรญfico Valeri Legรกsov al atribuir la culpa del desastre al totalitarismo. (Conviene recordar que el capitalismo ha producido una buena raciรณn de tragedias humanas y ambientales porque las empresas, junto con los gobiernos democrรกticos, tambiรฉn โ€œviven entre mentirasโ€.)

No es el รบnico ejemplo que se me viene a la mente: en un libro clave para la Ilustraciรณn francesa, Thรฉrรจse philosophe de Jean-Baptiste de Boyer, marquรฉs de Argens, los personajes interrumpen las escenas sexuales con tratados verbales sobre la filosofรญa mecanicista y sus bondades para el orden polรญtico y social. Incluso hablan de la penetraciรณn en tรฉrminos de impulsos, aceleraciones, movimientos de retroacciรณn. Asรญ que, en el pasado y en el presente, el arte se mezcla con la polรญtica; ni las series feministas ni โ€œlos progresโ€ son los รบnicos responsables de lo que demasiados comentรณcratas de Twitter y algunos crรญticos hombres, liberales o conservadores, imaginan como la muerte del arte y el imperio de la propaganda. Podemos vivir con personajes de ficciรณn que desmenuzan sus acciones y teorizan sobre su experiencia.

Podemos tener series como Unbelievable: con posturas polรญticas. Mejor aรบn: son รบtiles. Para mostrar otros rangos de la experiencia humana, para ampliar la conversaciรณn pรบblica. Si algo consigue Unbelievable es quitar el foco de la obsesiรณn que muchos tienen por las denuncias falsas de violaciรณn y ponerlo, al menos durante la serie, en las denuncias verdaderas que, por cerrazรณn, conveniencia o desinterรฉs, tomamos por falsas. ~

 

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(Ciudad de Mรฉxico, 1986) estudiรณ la licenciatura en ciencia polรญtica en el ITAM. Es editora.


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